Sentirse perdedor
Con la proliferaci¨®n de datos y estad¨ªsticas es m¨¢s f¨¢cil armarse de hechos que respalden nuestros prejuicios
En una democracia, la facci¨®n que controla el poder puede perderlo en las urnas. Esta definici¨®n m¨ªnima, propuesta por el polit¨®logo Adam Przeworski, es de suma importancia: en teor¨ªa, la democracia funciona porque ning¨²n grupo monopoliza la toma de decisiones, impidi¨¦ndole acaparar los recursos disponibles. ?Pero qu¨¦ sucede cuando un sector siente que pierde de manera permanente?
La palabra clave es ¡°siente¡±: basta con que esa sea su percepci¨®n, con que el espacio entre lo que esperan y la realidad sea lo suficientemente grande. Los pa¨ªses occidentales parecen llenarse de estos perdedores por expectativas. Para algunos es una cuesti¨®n material, o de oportunidades. Para otros, se trata de preferencias m¨¢s abstractas: una idea de naci¨®n, de comunidad. Pero ninguno de ellos considera que la democracia funcione bien como sistema para repartir derrotas.
Probablemente, tanto la Gran Recesi¨®n como las consecuencias de la globalizaci¨®n para ciertos colectivos explican parte del fen¨®meno. Pero, en paralelo, los mimbres con los que se construye el debate en democracia se han ido retorciendo. La fragmentaci¨®n medi¨¢tica ha desembocado en un mercado de informaci¨®n m¨¢s horizontal. Internet ha hecho el producto m¨¢s accesible. Y la proliferaci¨®n de datos y estad¨ªsticas de todo tipo sin la necesaria cautela que aconseja la incertidumbre constituye una munici¨®n dial¨¦ctica perfecta.
Ahora es m¨¢s f¨¢cil armarse de hechos que respalden nuestros prejuicios. Lo que cuenta es aquello que se siente como cierto. El presuntamente agraviado, pues, lo tiene m¨¢s f¨¢cil para confirmar su visi¨®n del mundo. Pero, atenci¨®n, el mismo mecanismo refuerza la visi¨®n positiva del supuestamente privilegiado. Entre ambos se alza un muro que ya no se construye solo con opiniones contrapuestas, sino con hechos que, aunque parciales, aparecen como incontrovertibles para cada lado. Desgraciadamente, esta guerra de percepciones y expectativas se olvida de los que siempre fueron perdedores. Aquellos a quienes, demasiado a menudo, la pobreza quita el aliento necesario para alzar su voz en democracia. @jorgegalindo
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