Gandhi, Catalu?a y Tard¨¤
El sue?o de ERC de una gran rep¨²blica catalana que se extienda por todas las ¨¢reas vinculadas ling¨¹¨ªsticamente con Catalu?a recuerda a la teor¨ªa de las dos naciones que dio lugar a la creaci¨®n de Pakist¨¢n
En el reciente debate de investidura, el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya, Joan Tard¨¤, tuvo la virtud de intentar conectar Catalu?a con un referente internacional, el dirigente de la independencia de la India, Mahatma Gandhi, y de alguna forma sacar la controversia sobre la cuesti¨®n catalana de un provincianismo estatal. Anunci¨® que ¡°Catalu?a ser¨¢ lo que la voluntad de la mayor¨ªa de sus ciudadanos desee y manifieste¡± e inform¨® ante el Congreso de que llegado el momento recurrir¨¢n a ¡°f¨®rmulas de desobediencia y protesta en el ejercicio de la resistencia pac¨ªfica, c¨ªvica y gandhiana¡±, para concluir con una casi conmovedora declaraci¨®n de intenciones dirigida a sus ¡°hermanos valencianos y baleares¡± por la que se compromet¨ªa a no cejar hasta llevar el refer¨¦ndum a dichas comunidades, incentivado por el deseo de compartir un futuro juntos. (Esto plantea el problema, sobre el que cabr¨ªa reflexionar m¨¢s ampliamente, de si los pol¨ªticos inducen las realidades o est¨¢n al servicio de las necesidades que en cada momento manifiestan los ciudadanos).
Otros art¨ªculos de la autora
Resulta evidente que la elecci¨®n de m¨¦todos de movilizaci¨®n gandhianos responde a algo m¨¢s que una maniobra t¨¢ctica dirigida a presionar al Gobierno, y que busca, mediante la analog¨ªa impl¨ªcita con el caso indio, ennoblecer al movimiento separatista, situ¨¢ndole en un marco dual de v¨ªctimas y verdugos, dentro del cual la ciudadan¨ªa catalana encarnar¨ªa el rol de pueblo sometido y colonizado mientras que el Estado espa?ol representar¨ªa el imperio dominante.
Solo que no procede elegir a la carta aquellos aspectos de la historia que se ajustan a las intenciones propias y obviar el resto. Si por algo se caracteriz¨® el activismo de Gandhi, quien con sus iniciativas de no violencia articul¨® un modelo de revoluci¨®n pac¨ªfica, fue por reivindicar la conciliaci¨®n de los seres humanos por encima de sus creencias y diferencias raciales. Por esta misma senda transitaron otras figuras destacadas como Martin Luther King y Nelson Mandela. Durante toda su vida, Gandhi estuvo comprometido en la lucha contra la segregaci¨®n, ya fuese en ?frica o en India, defendi¨® la convivencia respetuosa dentro de la diversidad, y la unidad pol¨ªtica y territorial india en contra de los nacionalismos secesionistas de tipo religioso o cultural.
Por esta raz¨®n, el dirigente indio se opuso a los planteamientos de Ali Jinnah, art¨ªfice de la creaci¨®n de un Estado independiente para los musulmanes del subcontinente indio, Pakist¨¢n. Jinnah fundamentaba sus demandas en la teor¨ªa de las dos naciones. Seg¨²n esta, todos los musulmanes, en virtud de su religi¨®n, formaban una naci¨®n, independientemente de que viviesen diseminados por las distintas regiones del subcontinente. Convencido de que dentro de una India democr¨¢tica los musulmanes, desde su condici¨®n de minor¨ªa, se encontrar¨ªan en una situaci¨®n de desventaja permanente, encontr¨® en el proyecto de Pakist¨¢n la forma de revertir dicha relaci¨®n de fuerzas.
Con las movilizaciones ghandianas se busca ennoblecer el movimiento separatista
La partici¨®n de ambos pa¨ªses tuvo lugar en 1947. Para llevar a cabo el trazado de fronteras se sigui¨® el criterio de mayor¨ªas religiosas seg¨²n el censo demogr¨¢fico: las provincias donde m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n fuese musulmana formar¨ªan Pakist¨¢n y el resto ser¨ªa India. El desenlace es conocido: cientos de miles de muertos, millones de desplazados y regiones, ciudades e incluso aldeas literalmente partidas en dos, de modo que en la actualidad hay un Punjab indio y otro pakistan¨ª. Este destino fue compartido por las provincias de Bengala y Cachemira. El mismo Pakist¨¢n formado por dos enclaves separados entre s¨ª por miles de kil¨®metros volver¨ªa a fragmentarse 24 a?os m¨¢s tarde con la independencia de Bangladesh, y lo que qued¨® del pa¨ªs qued¨® atrapado en la exigencia de favorecer al islam como ideolog¨ªa de cohesi¨®n nacional, desembocando en una crisis que contin¨²a hasta hoy.
Jinnah, musulm¨¢n secular que beb¨ªa vino y no acud¨ªa a la mezquita, inicialmente precursor de la unidad hind¨²-musulm¨¢n, y quien incluso lleg¨® a considerar las relaciones entre Estados Unidos y Canad¨¢ como un modelo a seguir, no supo anticipar las din¨¢micas que su sue?o de independencia puso en marcha. Gandhi, s¨ª.
En este sentido, la v¨ªa independentista que enarbola ERC, en cuanto a construcci¨®n ideol¨®gica, se acerca m¨¢s a las posiciones de Jinnah que a las de Gandhi. El sue?o de una gran rep¨²blica catalana que se extienda por todas las ¨¢reas vinculadas ling¨¹¨ªsticamente con Catalu?a recuerda a la teor¨ªa de las dos naciones que dio lugar a la creaci¨®n de Pakist¨¢n. No importa que en estas comunidades que reivindica, el apoyo a ERC hist¨®ricamente haya sido marginal, ellos son sus ¡°hermanos¡±: el mito nacionalista que se construye, una vez m¨¢s, desgarrando un tejido social y cultural de coexistencia.
Gandhi intu¨ªa que exacerbar las diferencias puede degenerar en una grave ruptura social
Imaginemos por un momento algunos escenarios hacia los que podr¨ªa derivar el proceso independentista si se aplicase consecuentemente la l¨®gica de ERC. En primer lugar, si el derecho a decidir conlleva el derecho a escindirse, con independencia de las secuelas econ¨®micas y de otra ¨ªndole que genere una fractura territorial, para que el mismo fuese congruente con su fundamento democr¨¢tico, cabr¨ªa esperar que lo pudiesen ejercer no solamente la mayor¨ªa de los ciudadanos catalanes, sino todos ellos all¨ª donde formen mayor¨ªa. A modo de ejemplo, si en Girona triunfase el s¨ª, podr¨ªa constituirse en rep¨²blica independiente. Si por el contrario, en Barcelona ganase el no, seguir¨ªa formando parte de Espa?a. Igual de l¨ªcita ser¨ªa la voluntad de ambas mayor¨ªas.
Luego est¨¢ la cuesti¨®n de los llamados Pa?sos Catalans o la lengua como pretexto de un pancatalanismo de dominio, este s¨ª, y pilar en el ideario de la CUP y Esquerra. En el caso de la Comunidad Valenciana, baste recordar que desde los a?os setenta los intentos por asimilar cultural y pol¨ªticamente Valencia a Catalu?a han generado un rechazo social visceral propiciador de un hecho diferencial valenciano expresamente anticatal¨¢n. Cualquier iniciativa en este sentido avivar¨ªa estas fuerzas latentes y abrir¨ªa una brecha a¨²n mayor. La valenciana es la ¨²nica autonom¨ªa de Espa?a donde se ha dado un nacionalismo identitario regional definido, no por oposici¨®n a un Estado espa?ol centralista, sino a otro nacionalismo perif¨¦rico, el de Catalu?a.
En definitiva, Joan Tard¨¤ ha elegido un s¨ªmil inadecuado para lanzar su ¨®rdago en el Congreso. Gandhi intu¨ªa que la exacerbaci¨®n de las diferencias puede degenerar en una ruptura social de graves consecuencias. Ser¨ªa un error no preverlo.
Eva Borreguero es profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense de Madrid.
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