Am¨¦rica Latina, tierra de 'millennials'
A diferencia de sus padres, que crecieron entre conflictos armados, dictaduras e inestabilidad econ¨®mica, a la Generaci¨®n Y le ha tocado chocar con las imperfecciones de la democracia y transformar una regi¨®n urgida de reinvertarse
Nacieron por los d¨ªas en que se publicaba El nombre de la rosa de Umberto Eco, cuando miles de cubanos escapaban de la isla a trav¨¦s del puerto de Mariel y un fan¨¢tico asesinaba a John Lennon en Nueva York. Son los millennials, que se hicieron adultos con el cambio de siglo y conforman un tercio de la actual poblaci¨®n de Am¨¦rica Latina. El mercado quiere cautivar a esa Generaci¨®n Y, mientras las empresas buscan aprovechar su estrecha vinculaci¨®n con la tecnolog¨ªa. Sin embargo, es en la escena pol¨ªtica donde podr¨ªan rendir sus mejores frutos para el continente. A diferencia de sus padres, que crecieron entre conflictos armados, dictaduras e inestabilidad econ¨®mica, a los millennialsles ha tocado chocar con las imperfecciones de la democracia.
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Herederos del ¡°fin de la historia¡±, estos j¨®venes, que tienen hoy entre 20 y 35 a?os, se enfrentan al desaf¨ªo de cambiarle el rostro a una regi¨®n urgida de reinventarse. Llevan el pragmatismo por delante y cierta dosis de cinismo¡ que nunca viene mal. Inconformes, quieren luchar contra el sistema que conocen, pero sin los arranques ¨¦picos de sus abuelos, ni las elevadas expectativas de sus progenitores. Rechazan las heroicidades y los actos de inmolaci¨®n.
Para transformar nuestras sociedades, estos ¡°milenios¡± cuentan con herramientas reci¨¦n estrenadas. Han crecido en el m¨¢s extenso periodo de innovaci¨®n tecnol¨®gica que se haya conocido y su manera de apreciar el mundo pasa, en la mayor¨ªa de los casos, por la pantalla de un m¨®vil. Estas criaturas, bisagras entre el siglo XX y el XXI, marcan la impronta de la actual comunicaci¨®n digital. Los pol¨ªticos dejan en sus manos el manejo de las redes sociales, las campa?as online y el crowdfunding. En esas labores est¨¢n acumulando la experiencia que un d¨ªa les permitir¨¢ ejercer la gobernanza a trav¨¦s de la red.
A pesar de las desigualdades que siguen caracterizando a Am¨¦rica Latina en cuanto a la calidad del sistema educativo y el poder adquisitivo de los hogares, la comunicaci¨®n digital ha sido una compa?era frecuente en la vida de estos j¨®venes. Internet, la telefon¨ªa m¨®vil y las redes sociales los escoltan desde que tienen uso de raz¨®n.En el abecedario que dominan estos reto?os de los baby boomers, la G representa a Google y un p¨¢jaro azul carga con la T de Twitter. Resulta dif¨ªcil convencerlos de que alguna vez los tel¨¦fonos fueron de disco y de que anta?o, al comprar un producto, solo se pod¨ªa pagar en efectivo. Nunca han podido fumar dentro de un avi¨®n, ni han hecho caf¨¦ en un colador de tela.
Exhiben un alto grado de descontento y son muy cr¨ªticos con la calidad de los sistemas educativos
Ecologistas, veganos, pansexuales, multiling¨¹es e irreverentes, los millennials optan cada vez m¨¢s por la formaci¨®n a distancia y el comercio electr¨®nico. Se resisten a pagar por la m¨²sica que consumen y de los videojuegos han extra¨ªdo la idea de que la vida se expresa en una simple y dura f¨®rmula: ¡°Acci¨®n versus tiempo¡±.
Eran peque?os cuando qued¨® atr¨¢s la oscuridad provocada por los sucesivos golpes militares en el Cono Sur. En muchos casos ha habitado democracias d¨¦biles, marcadas por la corrupci¨®n, las limitaciones a la libertad de expresi¨®n y la concentraci¨®n de poder en manos de unos pocos. La revista Forbes prev¨¦ que en 2025 representar¨¢n el 75% del total de la fuerza laboral mundial, pero pocos se aventuran a calcular su participaci¨®n pol¨ªtica y su posicionamiento en mecanismos de poder. Ya est¨¢n en los despachos de los palacios de Gobierno, todav¨ªa como ayudantes, haciendo pr¨¢cticas o escuchando. Preparan agazapados la toma del poder.
Entre las asignaturas pendientes que deber¨¢n enfrentar en Am¨¦rica Latina, les tocar¨¢ la postergada democratizaci¨®n de las fuerzas armadas. Circunscribir a esos actores uniformados que han sido indeseados protagonistas del sistema pol¨ªtico y apuntalar el fr¨¢gil poder civil, ser¨¢ tarea dif¨ªcil en una regi¨®n donde las charreteras han mandado por siglos. Recelosos, los millennials han visto una y mil veces las im¨¢genes de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, pero saben que aquellos martillos que rompieron el concreto fueron empu?ados por manos que ahora llevan un bast¨®n o despiden a los nietos desde la ventana.
Ahora, escuchan c¨®mo se apagan los ¨²ltimos ecos del conflicto m¨¢s largo del hemisferio que late en Colombia, pero se mantienen a su alrededor los gritos del populismo y las escaramuzas de la intolerancia pol¨ªtica. Los estrictos l¨ªmites de la derecha y de la izquierda que han definido por medio siglo a la regi¨®n, suenan en sus o¨ªdos como los chirridos de un DJ sin experiencia que no sabe mezclar melod¨ªas.
Paren, aman, protestan y mueren frente a una ¡®webcam¡¯ y se relacionan con sus pares sin jerarqu¨ªas
Estos millennials exhiben un alto grado de descontento pol¨ªtico y se muestran especialmente cr¨ªticos con la calidad de los sistemas educativos. Sin ser una poblaci¨®n homog¨¦nea, se asemejan en la pugna por un espacio para la innovaci¨®n y el emprendimiento. En las redes sociales, han logrado acercar todas las partes de un territorio cuyo principal desaf¨ªo diplom¨¢tico sigue siendo la integraci¨®n. Cansados de las siglas de tantos in¨²tiles mecanismos regionales, han disuelto las fronteras a trav¨¦s de la efectividad de un like en Facebook y la compra de un producto en Amazon. Encarnan la globalizaci¨®n.
Hasta en Cuba, ¡°la isla de los desconectados¡±, con la menor tasa de penetraci¨®n de Internet del hemisferio, se les ve poblando los parques donde el Gobierno ha abierto zonas wifi. Se les reconoce porque miran constantemente sus tel¨¦fonos m¨®viles, incluso cuando est¨¢n en la cama, el ba?o o al volante. Tienen la tirante necesidad de compartir informaci¨®n, por lo que son enemigos naturales de la censura. En un continente donde la televisi¨®n ha moldeado el liderazgo y los dictadores se han comportado m¨¢s como estrellas de un culebr¨®n que como estadistas, los millennials prefieren consumir audiovisuales a la carta en servicios online, en lugar de aferrarse a una programaci¨®n hecha por otros.
Desde la imagen en que sostienen su diploma hasta los momentos m¨¢s ¨ªntimos, una buena parte de ellos quiere colgarlo todo en l¨ªnea. Sienten que los tiempos de la privacidad llegaron a su fin y que su vida ahora es p¨²blica. En las redes sociales los hemos visto superar el acn¨¦, librarse de los aparatos en los dientes y estrenar barba o extensiones de cabello. Est¨¢n dispuestos a entregar informaci¨®n personal a cambio de una m¨¢s intensa socializaci¨®n. Sus hijos son parte del experimento y los muestran en la red, sonrientes, ingenuos, desprovistos de filtros. Paren, aman, protestan y mueren frente a una webcam. Crean relaciones basadas en la horizontalidad, en parte porque las redes les han inculcado la convicci¨®n de que interact¨²an con sus pares, sin jerarqu¨ªas.
A los millennials de Am¨¦rica Latina solo les queda el optimismo, en la mayor¨ªa de los casos creen que el mejor momento de su naci¨®n a¨²n no ha llegado. No se atreven a decir en voz alta que el futuro del continente pertenece por entero a sus decisiones, pero lo moldear¨¢n a su antojo. Son sobrevivientes de ese convulso siglo XX en el que nacieron, pero del que no se sienten parte. ?Con tales antecedentes, acaso podr¨ªan haber sido mejores?
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y directora del diairo 14ymedio
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