Pitando los o¨ªdos

La semana pasado estuve promocionando una pel¨ªcula de animaci¨®n en la que he colaborado poniendo mi voz a uno de los divertidos secundarios: una cabra con gafas que no se entera de nada. El porqu¨¦ pensaron en m¨ª para ese personaje en concreto es algo que se me escapa. Estaba, como digo, haciendo promoci¨®n, que consiste en sentarte delante de personas muy v¨¢lidas que, una tras otra, te van preguntando cosas parecidas y a las que t¨² les contestas, irremediablemente, siempre igual. Bueno, ese no es mi caso, yo encandilo en cada entrevista. Por ejemplo, a una periodista de una revista de tem¨¢tica femenina; desplegu¨¦ ante ella todo mi encanto y la deslumbr¨¦ con mis ocurrencias. En su cara pod¨ªa leer ora admiraci¨®n, ora sorpresa, ora inter¨¦s¡­ Sus cejas permanecieron arriba en todo momento, como arcos¡­ En fin que se notaba que lo goz¨® cosa b¨¢rbara conmigo. Era, adem¨¢s, la ¨²ltima de las entrevistas, lo cual tiene m¨¢s m¨¦rito, al no acusar el cansancio y el hast¨ªo, al permanecer fresco. Luego pas¨® algo curioso. Me desped¨ª de la periodista y sal¨ª ufano a la calle, con una sonrisa que iluminaba toda la calle. Not¨¦ la ausencia de un bulto en mi bolsillo; el m¨®vil, me lo hab¨ªa dejado. Volv¨ª al sitio de la entrevista y all¨ª permanec¨ªa, recogiendo sus b¨¢rtulos, la periodista. Hablaba con alguien con el manos libres y esto es lo que dec¨ªa: ¡°Es tont¨ªsimo, no dice m¨¢s que chorradas¡­ es muy estomagante¡­ estaba deseando terminar¡­ creo que hasta me ha puesto ojitos y todo¡­¡±.

?De qui¨¦n estar¨ªa hablando? Al pobre le estar¨ªan pitando los o¨ªdos.