Seis placeres viajeros que el m¨®vil nos ha robado
Cuando no exist¨ªa el 'smartphone' viajar molaba m¨¢s
Los nuevos tel¨¦fonos m¨®viles (smartphones o celulares, si me le¨¦is desde Am¨¦rica) son muy listos, saben de todo, pero algunas cosas que hemos perdido por culpa de ellos tambi¨¦n eran estupendas (o incluso mejores).
1. Escribir una carta
Con buena letra. Lamer el sello de correos como si fuese tu novia (o tu novio), pegarlo en el sobre, buscar un buz¨®n y despedirte de la carta o la postal como si la echases al mar dentro de una botella. Cuando eras t¨² quien recib¨ªa una, la olisqueabas con fruici¨®n buscando su recuerdo. Con WhatsApp estas cosas no pasan.
2. Doblar un mapa de papel
?Cu¨¢ntas veces, desesperado por no dar con la calle que buscabas, has querido hacer una pelota con el plano y lanzarlo a una papelera? ?Por qu¨¦ cargar un mapa si tienes una app? Cierto es que los mapas de papel son grandes, engorrosos y encima se rompen. Para volver a plegarlos por su sitio hay que hacer un master en papiroflexia. Pero tienen su encanto t¨¢ctil aunque carezcan de herramientas de b¨²squeda y no hablen, como Google Maps, ni te digan cu¨¢ntas calor¨ªas has quemado paseando. Con un navegador GPS eres esclavo de tu m¨®vil. Con un mapa de verdad, el due?o de tu destino.
3. Cambiar el carrete en una c¨¢mara con pel¨ªcula de verdad
Se te acab¨® el carrete. Lo rebobinas. Sacas un botecito con otro nuevo. Quitas la tapa: ?pop! Abres el respaldo de la c¨¢mara. Quitas el rollo de pel¨ªcula usado y lo guardas en el bote vac¨ªo. Colocas con soltura el nuevo carrete, tiras de la leng¨¹eta de la pel¨ªcula y la introduces con cuidado en la bobina. Cierras la c¨¢mara, mueves con el pulgar la palanca de rebobinado, disparas una vez ¨C?clic?? y rebobinas de nuevo para poner el contador de fotogramas a cero. Pura felicidad. Es verdad que los rollos de pel¨ªcula eran caros, y el revelado m¨¢s. Pero te obligaban a cuidar m¨¢s los encuadres y a mimar la exposici¨®n, sobre todo si usabas diapositivas, tan tiquismiquis ellas con el rango din¨¢mico de luces y sombras. Disparabas con avaricia, no al tunt¨²n como se hace ahora con los m¨®viles y las c¨¢maras digitales. Y consegu¨ªas hacer fotos buenas.
4. Acariciar un billete de avi¨®n impreso
Con su fino papel de calco y el logo de la aerol¨ªnea, un punto fetichista. Durante el viaje lo guardabas como oro en pa?o (?ay de ti si se te perd¨ªa!), despu¨¦s lo conservabas como recuerdo. Se extingui¨® en 2008, con la llegada del billete electr¨®nico. Ahora compras el billete, facturas, eliges asiento y embarcas con el smartphone. Procura no quedarte sin bater¨ªa.
5. Llamar a casa desde una cabina
Hacerlo desde algunos pa¨ªses (sobre todo si viajabas por ?frica) era complicado: hab¨ªa que dar con una cabina de tel¨¦fono que funcionase y juntar monedas suficientes para que la comunicaci¨®n no se cortase en plena conversaci¨®n. O encontrar un locutorio. Llamabas a la familia una vez por semana, para decir que segu¨ªas vivo. No estabas geolocalizado ni contabas lo que hac¨ªas en Facebook. Los viajes eran casi una aventura.
6. Reservar el hotel en una agencia de viajes
No exist¨ªan los hoteles boutique, ni los poshostels, ni los hoteles de dise?o, ni los hoteles tecnol¨®gicos, ni los resorts "todo incluido". Si ped¨ªas una carta de almohadas te miraban raro. Los spas se llamaban balnearios y eran solo para gente mayor. A¨²n no se hab¨ªan inventado las Infinity Pools y no hab¨ªa wifi en las habitaciones y para hacer la reserva llamabas por tel¨¦fono o mandabas un fax. A falta de Tripadvisor, te fiabas de la foto del folleto o de los consejos de la agencia de viajes. Si no acertabas, las noches pod¨ªan ser muy largas. O muy cortas, depende de con qui¨¦n compartieses habitaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.