Maravillosas brujas pioneras
HACE POCO visit¨¦ las cuevas de Zugarramurdi (Navarra). Un lugar muy bello; y, al mismo tiempo, un espacio manchado por la intolerancia y la irracionalidad. Aunque es posible que nunca se celebrara una sola reuni¨®n de brujas en esas cuevas. Los akelarres?a los que est¨¢n asociadas forman parte del delirio de los inquisidores, que probablemente inventaron las org¨ªas demoniacas y las localizaron arbitraria pero esc¨¦nicamente en ese sitio (es un decorado formidable para un cuento de terror). En cualquier caso, las cuevas impresionan; e impresiona a¨²n m¨¢s el cercano museo de la brujer¨ªa, que narra la historia espeluznante del proceso de Logro?o.
Todo ocurri¨® entre 1608 y 1612. Unos pocos vecinos de la zona de quienes se rumoreaba que practicaban la brujer¨ªa confesaron y pidieron perd¨®n en la parroquia. Con eso hubiera bastado, como hab¨ªa sucedido en ocasiones anteriores. Pero alguien avis¨® a la Inquisici¨®n y aquello se convirti¨® en una pesadilla. Los inquisidores, gente todopoderosa y supuestamente sabia para los humildes campesinos, llegaron al lugar y amenazaron, interrogaron, difundieron la idea del peligro demoniaco y consiguieron desatar una epidemia de alucinaciones colectivas. Quienes denunciaban a un vecino como brujo se salvaban de las torturas, del maltrato, del encierro en las crueles mazmorras de la Inquisici¨®n en Logro?o. Un viento de locura recorri¨® el valle; las denuncias se multiplicaban, algunas mentirosas e interesadas, otras producto del delirio reinante. Los ni?os so?aban que los brujos los raptaban de sus camas para hacerlos participar en akelarres, y al d¨ªa siguiente se?alaban frente al inquisidor al vecino que hab¨ªan visto en sue?os. Las familias, aterradas, pasaban las noches dentro de la iglesia para evitar que las brujas se llevaran a sus hijos. Quebrados por el tormento y por la c¨¢rcel, ofuscados por su propia alucinaci¨®n, 7.000 individuos confesaron ser brujos, entre ellos 1.384 ni?os. En Logro?o fueron quemadas vivas 6 supuestas brujas; 13 personas murieron por el maltrato en las mazmorras, y la inmensa mayor¨ªa de los procesados, aunque sobrevivieron, quedaron ps¨ªquica y f¨ªsicamente destrozados para siempre.
"Independientemente de la ideolog¨ªa dominante, siempre hay gente honesta capaz de distinguir el bien del mal".
Lo m¨¢s curioso es que quien puso fin a este horror fue otro inquisidor, Alonso de Salazar y Fr¨ªas, un hombre justo de claro raciocinio que desde el principio consider¨® que no hab¨ªa pruebas para acusar a nadie. Pele¨® durante a?os contra todos, reuni¨® una infinidad de documentos y al cabo consigui¨® que, en 1614, la Suprema de la Inquisici¨®n se excusase por los graves errores cometidos en aquella persecuci¨®n. Lo que demuestra que, independientemente de la ideolog¨ªa dominante, siempre hay gente honesta capaz de distinguir el bien del mal. ¡°No hubo brujas ni embrujados en el lugar hasta que se comenz¨® a tratar y escribir de ellos¡±, declar¨® el sabio Salazar y Fr¨ªas.
Zugarramurdi es el epicentro del mayor proceso contra la brujer¨ªa en Espa?a. Pero en Europa las persecuciones fueron a¨²n mucho peores. Y las v¨ªctimas eran sobre todo mujeres. Hay un libro maravilloso, Brujas, comadronas y enfermeras, de Barbara Ehrenreich y Deirdre English (La Sal), que explica c¨®mo las aterradoras cazas de brujas en Europa de los siglos XV y principios del XVI quiz¨¢ fueran una respuesta represiva a la efervescencia humanista y liberal del Renacimiento. Hubo miles de ejecuciones en Alemania, Italia, Inglaterra y Francia; el 85% de los reos abrasados vivos por brujeri?a fueron mujeres de todas las edades, incluso nin?as. Hab¨ªa pueblos alemanes que ejecutaban a 600 personas cada a?o. En Toulouse, 400 mujeres fueron achicharradas en un solo di?a. Hay autores que hablan de millones de muertes. A esas mujeres las condenaban con acusaciones delirantes, como la de tener relaciones sexuales con el diablo, pero tambi¨¦n por los pecados de administrar anticonceptivos a otras mujeres, hacer abortos o dar drogas contra el dolor del parto. O sea, por tomar el control de sus vidas, por mostrar cierta independencia y por tener unos conocimientos m¨¦dicos que les estaban prohibidos, porque las mujeres no pod¨ªan estudiar. Las brujas fueron unas pioneras del feminismo, y las quemaron. Honor y recuerdo para ellas.
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