?Cu¨¢l debate?
Sabemos que veremos a Trump hacer lo de siempre: anunciar quimeras y diseminar odio y prejuicios raciales
?Qu¨¦ veremos en el debate presidencial de Estados Unidos? Supongo que veremos una muestra m¨¢s del espect¨¢culo de baj¨ªsima calidad y alt¨ªsimo presupuesto que ha sido esta carrera. Pero, sin duda, ser¨¢ un gran espect¨¢culo: se predice que la audiencia de este debate alcanzar¨¢ niveles de Super Bowl: m¨¢s de 100 millones. Eso, combinado con el hecho de que el margen entre Trump y Hillary se ha ido estrechando, y que, seg¨²n encuestas del NYT y CBS, el 8% de los votantes a¨²n se declara indeciso, hace del debate un potencial game changer.Esto es, si lo que vamos a ver es realmente un debate: una discusi¨®n formal y rigurosa sobre temas e ideas.
?Qu¨¦ m¨¢s veremos? Sabemos que veremos al republicano ¡ªporque es m¨¢s predecible que un Sancho Panza que se hubiera pasado al lado oscuro de la Fuerza¡ª hacer lo de siempre: anunciar quimeras de concreto y diseminar odio y prejuicios raciales. ?Pero Hillary, qu¨¦ har¨¢? La campa?a dem¨®crata fue una campa?a pol¨ªtica mientras Sanders segu¨ªa en la contienda, pues la calidad de su discurso cr¨ªtico ¡ªbasado en ideas y argumentos¡ª no dejaba que su contrincante dem¨®crata bajara la guardia. En esos meses vimos a la mejor Hillary. Pero, con los meses, la campa?a se volvi¨® poco m¨¢s que un troleo constante y muy caro al republicano. (Los tuits de la cuenta de Hillary, cuya campa?a ha juntado casi 800 millones, deben ser los troleos m¨¢s caros de la historia). ?Seguir¨¢ la misma estrategia en el debate? ?O podr¨¢ Hillary adue?arse de la discusi¨®n y llevarla a un terreno pol¨ªtico? Ojal¨¢. Y quiz¨¢ le convenga, porque, en el terreno del escarnio, su contrincante lleva siempre la mano.
Tambi¨¦n est¨¢ lo que no veremos; lo que los medios no mostrar¨¢n. La sede del debate es Hofstra University, donde soy profesora, en un condado de Long Island, NY. Se trata de una zona deprimida, con una enorme poblaci¨®n negra e hispana muy marginada, casi invisible. La mayor¨ªa de mis alumnos son inmigrantes de primera generaci¨®n. Algunos organizaron protestas en la universidad ¡ªen apoyo, por ejemplo, a los miles de adolescentes y ni?os refugiados de Centroam¨¦rica que recientemente llegaron a la zona¡ª. Otros se metieron a una loter¨ªa para poder asistir al debate (por seguridad, no les dir¨¢n si ganaron hasta pocas horas antes del evento). Los que s¨ª asistan van a ver en persona a los candidatos. ?Y qu¨¦ van a ver? Me duele el est¨®mago de pensar que vean al republicano humillarlos de frente. Espero entonces que veamos esto: una Hillary a la altura de esa audiencia estudiantil, y de otros tantos invisibles que tendr¨¢n los ojos fijos en ella.
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