La irresponsabilidad pol¨ªtica
Obrar de acuerdo con nuestras convicciones sin preocuparnos de las consecuencias de nuestras acciones es propio de una l¨®gica religiosa, no pol¨ªtica. El principal efecto es que los actores se exoneran a s¨ª mismos de lo que sus decisiones deparen
"Obra bien y deja el resultado en manos de Dios¡±. Esa es la l¨®gica que se ha impuesto en la pol¨ªtica espa?ola, una l¨®gica religiosa, ejemplo paradigm¨¢tico de lo que Max Weber describiera como ¡°¨¦tica de las convicciones¡±. El efecto principal de actuar exclusivamente en funci¨®n de las convicciones, como se?alara el soci¨®logo alem¨¢n, es que los actores se exoneran a s¨ª mismos de las consecuencias de sus acciones, es decir, se convierten en irresponsables. A d¨®nde o a qui¨¦n se traslade la responsabilidad no es importante: las consecuencias se atribuir¨¢n a circunstancias m¨¢s all¨¢ del control de uno, a la mala fortuna o a la perversidad de los dem¨¢s. Al contrario que la ¨¦tica de las responsabilidades, que examina cr¨ªticamente una y otra vez las relaciones entre medios y fines, la ¨¦tica de las convicciones solo viaja r¨ªo abajo hasta desembocar en el oc¨¦ano, no permitiendo nunca remontar el curso del r¨ªo para, a la luz de las consecuencias de las acciones propias, corregir las decisiones tomadas.
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Esa l¨®gica pseudoreligiosa act¨²a como un inhibidor que impide tanto aprender del pasado como anticipar el futuro. Que la legislatura pasada desembocara en una repetici¨®n de las elecciones cuyo resultado no solo mantuvo al Partido Popular en el poder sino que reforz¨® a Mariano Rajoy a costa de los dem¨¢s l¨ªderes y partidos, no hace mella alguna. Rotos los eslabones del razonamiento causal y sustituidos por un pensamiento doctrinal o ideol¨®gico, no hay posibilidad de reconstruir una cadena de actuaciones donde causas y consecuencias est¨¦n atadas unas a otras. ?Que hay unas terceras elecciones? ?Y a m¨ª qu¨¦? ?C¨®mo va a ser responsabilidad m¨ªa si yo en todo momento he obrado correctamente de acuerdo con mis convicciones m¨¢s profundas y aut¨¦nticas? ?C¨®mo puede estar mal ser coherente?, se pregunta perplejo aquel que es cuestionado por su proceder.
Lamentarse sobre la irresponsabilidad pol¨ªtica tiene un fin: reivindicar una pol¨ªtica basada en razones pragm¨¢ticas, en c¨¢lculos y beneficios, costes y oportunidades, una pol¨ªtica, esta vez s¨ª, pensando en la gente, pero no en la gente en abstracto, sino como individuos cuyas vidas pueden ser mejoradas marginalmente gracias a esa cosa tan detestada llamada pol¨ªtica. Que se sepa, la pol¨ªtica (democr¨¢tica) sirve para cambiar la vida de la gente a mejor. El pol¨ªtico ans¨ªa el poder porque es un medio de lograr esos fines. Si tiene mucho poder puede cambiar muchas cosas, si tiene poco puede cambiar menos. Es solo una cuesti¨®n de grado. Y los partidos son instrumentos para lograr esos fines, no fines en s¨ª mismos.
El suicidio de un partido o un l¨ªder es renunciar a mejorar las vidas de sus votantes
El suicidio de un pol¨ªtico o de un partido pol¨ªtico no es, como se dice estos d¨ªas, votar a ¨¦ste, abstenerse para que gobierne el otro o formar coalici¨®n con el de m¨¢s all¨¢, sino ser incapaz, por supuesta coherencia con unas convicciones inamovibles, de transformar las vidas de la gente, ser irrelevante para aquellos que te eligieron, no devolverles nada a cambio de sus votos. El suicidio del PSOE, como el de Podemos, no est¨¢ tanto en su incapacidad de gobernar juntos o separados sino en la incapacidad de elegir entre alternativas, de asumir costes, de ordenar las preferencias de forma transitiva, ser coherente con ellas y explicarle a sus votantes c¨®mo y por qu¨¦ han tomado esas decisiones. Y el suicidio del PP es ser incapaz de entender que sin Mariano Rajoy todo es posible, incluso una gran coalici¨®n, pero que con ¨¦l no se puede hacer nada de lo que requiere el pa¨ªs.
La consecuencia de esta suma de irresponsabilidades es el deterioro del sistema pol¨ªtico, incluso su deslegi-timaci¨®n. La cerraz¨®n del PSOE apuntala a Mariano Rajoy, porque priva al PP de incentivos para cambiar de l¨ªder. Mientras, la ausencia de cr¨ªtica dentro del PP convierte al partido ganador de las elecciones en aquel contra el que todos los dem¨¢s est¨¢n dispuestos a votar. El PSOE estar¨¢ satisfecho por haber quedado inmaculado. Lo mismo Podemos: su coherencia brillar¨¢ en la nada para que todo el mundo la pueda admirar. Gobernar¨¢ la derecha, s¨ª, pero seguiremos siendo de izquierdas. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? Y mientras, el PP seguir¨¢ prefiriendo un l¨ªder t¨®xico a un acuerdo pol¨ªtico razonable e incluyente. Anteponer un l¨ªder a las pol¨ªticas que se quieren llevar a cabo es una mala idea cuando no se tiene mayor¨ªa absoluta.
Pero hay otra pol¨ªtica posible, una que reconozca que en una sociedad democr¨¢tica todas las opciones que est¨¦n dentro del marco de derechos y libertades compartidos son igualmente leg¨ªtimas. En Alemania gobiernan los conservadores y los socialistas en coalici¨®n. ?C¨®mo lo hicieron? Con un m¨¦todo tan sencillo como el de repartirse las diferencias: Merkel intercambi¨®, entre otras cosas, la austeridad presupuestaria por la elevaci¨®n del salario m¨ªnimo. Aqu¨ª PP y PSOE podr¨ªan hacerlo igual: no hay entre ellos diferencias que no puedan ser graduadas y repartidas, aunque se parta de cero. El PSOE podr¨ªa lograr la derogaci¨®n de la LOMCE, subir el salario m¨ªnimo, invertir en pol¨ªticas activas de empleo, etc¨¦tera. Y si Rajoy es un problema moral, pues que ponga el problema encima de la mesa y pacte un candidato alternativo. ?O es que alguien piensa que si Rajoy fuera el ¨²nico problema del PSOE estar¨ªamos donde estamos?
Gobernar¨¢ la derecha, pero habremos sido coherentes, sostiene orgullosa la izquierda
El mismo razonamiento sobre el reparto de diferencias servir¨ªa para un Gobierno de izquierdas, a la portuguesa (si los n¨²meros dieran, cosa que no hacen por m¨¢s que se pretenda). Pero eso requerir¨ªa un Podemos que entendiera la diferencia entre llegar al poder para mejorar las cosas (cambiar el sistema) y llegar al poder para cambiar de sistema y sustituirlo por otro o peor, fragmentarlo con una cadena de absurdos referendos de autodeterminaci¨®n que obligar¨ªan a todos los espa?oles a votar desastrosamente en torno a l¨ªneas ¨¦tnico-identitarias en lugar de c¨ªvico-pol¨ªticas.
Podemos tendr¨ªa que dejarse de f¨¢bulas y sentarse a pensar qu¨¦ es lo que puede ofrecer a sus votantes, hoy, aqu¨ª y ahora, a cambio de su votos, porque cada minuto cuenta a la hora de devolver a sus votantes las pol¨ªticas de igualdad y justicia social que les prometieron. ?Pero eso es lo que quiere Podemos? ?Seguir¨ªa siendo Podemos despu¨¦s de aceptar el juego pragm¨¢tico de la pol¨ªtica democr¨¢tica, que siempre es incremental?
Es posible otra pol¨ªtica. Pero en lugar de asumir responsabilidades, muchos prefieren huir de ellas. En el fondo, Rajoy no es el problema, es la excusa perfecta para que nadie, a izquierda y derecha, tenga que asumir responsabilidades. Y mientras, los votantes siguen hu¨¦rfanos de pol¨ªticas que mejoren sus vidas. La pol¨ªtica en Espa?a se ha convertido en una inmensa huida adelante para evitar asumir responsabilidades.
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