Contrato de integraci¨®n, ahora para refugiados
Holanda exigir¨¢ a los asilados que acepten los valores occidentales
A partir de 2017, los refugiados que lleguen a Holanda deber¨¢n firmar una declaraci¨®n en la que se comprometen a respetar los valores occidentales. Lo anunci¨® el rey en el discurso de apertura del curso pol¨ªtico que, como en todas las democracias parlamentarias, expresaba la posici¨®n del Gobierno. En concreto se pedir¨¢ a los refugiados el compromiso de ¡°respetar las normas y valores de la sociedad holandesa¡±, en especial los principios democr¨¢ticos de la separaci¨®n entre Iglesia y Estado, la igualdad entre hombres y mujeres y la no discriminaci¨®n por razones de raza, creencia u orientaci¨®n sexual. ¡°Son valores que debe respetar y acatar cualquiera que pretenda vivir en nuestro pa¨ªs¡±, insist¨ªa.
Por supuesto, cualquier persona que llega a un pa¨ªs est¨¢ obligado a respetar sus leyes, y se supone que los valores a preservar est¨¢n perfectamente incardinados en las normas jur¨ªdicas. El compromiso de acatar los valores parece pues redundante con la obligaci¨®n de acatar las leyes. No es la primera vez que algo as¨ª se plantea. En este caso la iniciativa procede de un Gobierno de centro izquierda favorable a la acogida de refugiados. En abril fue B¨¦lgica quien, tras los atentados de Par¨ªs y Bruselas, aprob¨® un contrato similar que inclu¨ªa la promesa de aprender el idioma y colaborar en la prevenci¨®n de atentados terroristas.
Desde que en 2004 la UE aprob¨® los Principios B¨¢sicos Comunes sobre Integraci¨®n, la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos han establecido cursos y contratos de integraci¨®n, algunos voluntarios, la mayor¨ªa obligatorios, como condici¨®n para obtener o bien el permiso de residencia o bien la nacionalidad. Pero esto es para inmigrantes econ¨®micos, a los que se supone una voluntad de permanencia. Ahora se plantea tambi¨¦n para los refugiados, y parece igualmente redundante. Obviamente este tipo de contratos pueden tener un significado u otro seg¨²n quien los aplique. Pueden ayudar a la integraci¨®n, o pueden utilizarse como obst¨¢culo para hacer desistir o expulsar a extranjeros. Pero partiendo de la presunci¨®n de bondad en las intenciones, tambi¨¦n pueden apreciarse elementos positivos. El m¨¢s importante no es el de tranquilizar a una poblaci¨®n renuente a la presencia de extranjeros, sino el mensaje que se da a los reci¨¦n llegados.
No es seguro que quienes llegan a un pa¨ªs huyendo de la guerra conozcan los valores y normas de la sociedad de acogida. Muchos de ellos proceden de pa¨ªses isl¨¢micos en los que las normas religiosas y civiles se confunden y donde las mujeres son discriminadas y ocupan un papel subsidiario. Esta diferencia provoca choques. Por ejemplo, cuando un padre se niega a que la hija haga educaci¨®n f¨ªsica en la escuela o un marido rechaza que un ginec¨®logo atienda a su esposa. Este tipo de contratos tienen la virtud de dejar claro de entrada que es obligatorio respetar los principios que la sociedad de acogida ha consensuado a trav¨¦s de sus normas. Otra cosa son las costumbres no sujetas a regulaci¨®n, donde debe prevalecer la libertad. Pero la norma consensuada no puede hacer excepciones. Tampoco con los refugiados, y conviene que lo sepan.
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