Mill¨¢n Astray
En su af¨¢n por consagrarse como una de las c¨®micas m¨¢s delirantes de nuestro tiempo, tal vez Esperanza Aguirre ha ido, en esta ocasi¨®n, demasiado lejos
En 1906, cuando s¨®lo un milagro, o una prostituta, imped¨ªan llegar virgen al matrimonio, Mill¨¢n Astray se cas¨® con Elvira Guti¨¦rrez de la Torre, hija de militar. La ilusi¨®n con la que Mill¨¢n entrar¨ªa en la noche de bodas se le cortar¨ªa de cuajo al escuchar a Elvirita que hab¨ªa jurado voto de castidad y que nunca har¨ªa el amor. No se ha inventado la palabra perfecta para describir el gesto que, en ese instante, se le pudo dibujar en la cara. Estupor, se queda corta. Pero ¨¦l no se separ¨® de Elvirita ni siquiera al dejar embarazada a Rita, prima de Jos¨¦ Ortega y Gasset. Para evitar el esc¨¢ndalo, Franco les empuj¨® a salir de Espa?a y los tres se largaron a Lisboa. Elvirita, entregada a las labores del hogar, cuid¨® de Mill¨¢n hasta el final. Qu¨¦ ternura.
El resto de Mill¨¢n Astray no tiene ninguna gracia. Detesto todo lo que representa. A su lado, Torrente, la criatura de Santiago Segura, parece un ser exquisito. Su loca obsesi¨®n por la violencia y la muerte, su brutal desprecio de la raz¨®n, la tolerancia y la libertad y su protagonismo en la formaci¨®n ideol¨®gica del Caudillo, contribuyeron a que Espa?a fuera un pa¨ªs muy desdichado. La m¨ªtica agarrada con Unamuno en la Universidad de Salamanca, hace 80 a?os, resume demasiadas cosas.
Sin embargo, Esperanza Aguirre, sin bridas y sin estribos, no se ha cortado un pelo en manipular la historia, celebrar al fundador de la Legi¨®n y defender el nombre de la calle a ¨¦l dedicada. En su af¨¢n por consagrarse como una de las c¨®micas m¨¢s delirantes de nuestro tiempo, tal vez Espe ha ido, en esta ocasi¨®n, demasiado lejos.
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