Los guardianes de las bibliotecas del desierto de Mauritania
En el coraz¨®n arenoso de Mauritania, donde hace siglos florec¨ªa la vida y el comercio, varias familias conservan como pueden viejos vol¨²menes, legajos e incunables. Una veintena de pa¨ªses prestan su ayuda para que no se pierdan los archivos de una cultura milenaria.
EL VIEJO Mohamed Ould Ghoulham saca el libro de un archivador de cart¨®n y lo abre con delicadeza. ¡°Este no se lo ense?amos a los turistas¡±, dice esbozando una franca sonrisa su sobrino Abdoullah. Va pasando las fr¨¢giles p¨¢ginas escritas a mano en caracteres ¨¢rabes hasta que encuentra lo que busca, unos grabados que muestran las fases de la Luna y las ¨®rbitas de los planetas dibujados hace m¨¢s de 600 a?os. Y no es el m¨¢s antiguo. ¡°Aqu¨ª tenemos este otro volumen, una explicaci¨®n del Cor¨¢n escrita por el sabio iran¨ª Abu Hilal al Askari en el siglo XI¡±, explica Abdoullah
Es casi mediod¨ªa. Afuera, en las calles de arena de la vieja Chinguetti, una medina medieval en el centro de Mauritania, la vida parece haberse detenido y los pocos que se atreven a transitar se protegen del sol como pueden. Dentro de la gran sala, cuyas paredes construidas con piedras y barro est¨¢n ocupadas por estanter¨ªas que alcanzan el techo, un par de palanganas llenas de agua aportan un poco de humedad al ambiente en un intento de proteger los valiosos manuscritos. La extrema sequedad es uno de sus principales enemigos.
El erudito Sidi Ould Mohamed Habot fund¨® esta biblioteca a principios del siglo XIX. Nacido en Chinguetti en una piadosa familia de jueces, dedic¨® su vida a comprar legajos antiguos, dejando a sus herederos 1.400 manuscritos que, seg¨²n su ¨²ltima voluntad, deb¨ªan permanecer a disposici¨®n de todos los amantes del saber. En la Fundaci¨®n Habot conviven el comentario al Cor¨¢n del poeta y ling¨¹ista Al Askari, redactado hace un milenio en bella caligraf¨ªa oriental sobre papel procedente de China ¨Cuna aut¨¦ntica joya, pues solo se conocen tres ejemplares en el mundo¨C, y un codiciado manuscrito del siglo XVI en el que se transcribe una de las obras completas del m¨¦dico cordob¨¦s Averroes, escrito con pluma de avestruz sobre papel de origen italiano. Impresionan la finura del trazo en polvo de oro con el que se representa la casba en un plano de La Meca del siglo XV y el cuidado con el que se enumeran los nombres de las batallas ganadas por el Profeta, impresos con goma ar¨¢biga, piedra para el rojo y hojas machacadas para la tinta verde.
Cerca de la Fundaci¨®n Habot, en una de las callejuelas junto a la mezquita, una peque?a puerta de madera conduce a la biblioteca de Ahmed Mahmoud, con unos 500 libros manuscritos. El dicharachero Saif al Islam, conservador del patrimonio, usa viejos guantes para mostrar los documentos, muchos en un p¨¦simo estado de conservaci¨®n. ¡°En la actualidad, Chinguetti cuenta con unas 12 bibliotecas, pero lleg¨® a haber 30¡±, explica. ¡°Muchas familias se fueron de la ciudad y se llevaron los libros o bien los dejaron aqu¨ª y las casas se derrumbaron. Algunos de estos papeles sirvieron de alimento para las cabras o de juguetes para ni?os. Un desastre¡±.
Chinguetti fue fundada en 1264 a las puertas del desierto del S¨¢hara, y se convirti¨® en un gran cruce de caminos del comercio caravanero y el intercambio de ideas. Aqu¨ª se reun¨ªan peregrinos que iban o ven¨ªan de La Meca, un viaje que duraba un a?o y durante el cual muchos adquir¨ªan manuscritos que tra¨ªan de vuelta. As¨ª floreci¨® el patrimonio de la capital hist¨®rica y cultural de Mauritania. De aquel esplendor apenas queda un eco.
¡°algunos vol¨²menes sirvieron de alimento para cabras, de juguetes para ni?os. O las casas que los albergaban se derrumbaron¡±.
Chinguetti se encuentra a medio d¨ªa en coche desde Nuakchot. Del bullicio y el caos del tr¨¢fico habitual en una capital de un mill¨®n de habitantes surgida en medio de la nada en los a?os sesenta se pasa enseguida a un mundo de n¨®madas, camellos, arena y oasis. La ruta transita por los impresionantes paisajes de los lechos secos de prehist¨®ricos r¨ªos en donde, aqu¨ª y all¨¢, dejaron su huella en forma de pinturas rupestres los primeros habitantes del S¨¢hara. La ciudad fue construida al pie de un oued, el cauce por donde transita el agua en la ¨¦poca de lluvia, y a sus espaldas se elevan las impresionantes dunas de la Gran Traves¨ªa, una ruta solo practicable en camellos que llega, 1.000 kil¨®metros al este y ya en la vecina Mal¨ª, a las minas de sal de Taudeni.
Pero no es solo Chinguetti. Tambi¨¦n en otras antiguas ciudades del desierto mauritano declaradas patrimonio mundial por la Unesco como Ouadane, Oualata o Tidjit se conservan miles de manuscritos que recogen una parte del saber del mundo ¨¢rabe y que proceden, en buena medida, de Al Andalus. Aunque menos conocidos y medi¨¢ticos que los de Tombuct¨², que hoy est¨¢n siendo digitalizados en Bamako tras escapar de las garras de los islamistas radicales que ocuparon la ciudad, su valor es igual de incalculable. Se trata de libros de geograf¨ªa, astronom¨ªa, teolog¨ªa o derecho depositados en viejos anaqueles que un pu?ado de familias guarda con celo desde hace siglos, amenazados por el paso del tiempo, el calor extremo, las termitas o el pillaje. Son las bibliotecas del desierto.
Al noreste, a apenas unas dos horas de Chinguetti y sobre un promontorio rocoso, se alza la espectacular Ouadane, fundada por tres familias en 1142. Descendiente de una de ellas, Mohamed Cheikh Ould Ahmed Hammed, imam de la mezquita, conserva en una habitaci¨®n de su casa y en medio de un notable desorden una veintena de manuscritos, entre ellos un libro de historia escrito sobre piel de gacela obra de Aboul Hasan Ali Massoudi, gran sabio iraqu¨ª del siglo X. ¡°Desde siempre los alumnos de la escuela cor¨¢nica han venido aqu¨ª para aprender a leer el ¨¢rabe, sin embargo muchos de los libros se han perdido por las filtraciones de agua cuando llueve¡±, lamenta.
En los ¨²ltimos 20 a?os, varios proyectos con apoyo internacional ¨Cde Alemania, Italia, Estados Unidos y Espa?a, entre otros¨C se han puesto en marcha para tratar de proteger este legado. Existen iniciativas como la biblioteca de Oualata, construida con financiaci¨®n espa?ola. Sin embargo, buena parte de los manuscritos sigue almacenada en penosas condiciones y sin ser digitalizada.
El problema es el mismo que en Chinguetti. En palabras de Sidi Ahmed Habot, presidente de la Fundaci¨®n Habot: ¡°Se han construido inmuebles para conservar los documentos, dotados con aparatos para la digitalizaci¨®n, pero estos proyectos han tenido poco en cuenta a las familias propietarias de las bibliotecas¡±. Ahora, un proyecto de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) dotado con 85.000 euros pretende retomar el trabajo y formar a personal t¨¦cnico en la ciudad para que los manuscritos m¨¢s deteriorados se puedan restaurar, digitalizar y conservar de manera ¨®ptima. ¡°Es un proyecto piloto. Si funciona, podemos extenderlo a otros lugares como Ouadane, donde tambi¨¦n hay documentos que necesitan de medidas urgentes de protecci¨®n¡±, asegura Juan Ovejero, t¨¦cnico de la AECID en Mauritania. ¡°La idea es centrarnos en los libros, en su salvaguarda¡±. Asimismo, la cooperaci¨®n espa?ola y la alcald¨ªa de Chinguetti, socio local, conf¨ªan en que la posibilidad de asomarse a este saber antiguo genere el inter¨¦s suficiente para atraer visitantes a la zona.
El turismo se percibe como el gran man¨¢ que no acaba de llegar. Chinguetti y Ouadane so?aron un d¨ªa con recuperar su esplendor, frenar el ¨¦xodo de sus habitantes e insuflar un nuevo ritmo a sus calles gracias a los extranjeros. En los a?os noventa y en la primera mitad de la d¨¦cada pasada, hasta tres vuelos ch¨¢rter semanales llegaron a aterrizar en Atar, la capital regional, cargados de franceses ansiosos por vivir una aventura en las rutas del desierto, descubrir oasis, subirse a las dunas a contemplar el atardecer o perderse entre los restos de la muralla de piedra de Ouadane. Se construyeron decenas de albergues, se dio formaci¨®n a gu¨ªas locales. ¡°Viv¨ªamos en un 95% del turismo¡±, asegura Mohamed Amara, alcalde de Chinguetti.
La amenaza del terrorismo yihadista que se extiende como una enredadera por el Sahel ech¨® por tierra todos los planes. El asesinato atribuido a radicales de una familia de turistas franceses en diciembre de 2007 en Aleg, en el sur del pa¨ªs, y la creciente sensaci¨®n de inseguridad motivaron que, al a?o siguiente, el Rally Par¨ªs Dakar decidiera mudarse a Sudam¨¦rica. La puntilla lleg¨® con el secuestro de tres cooperantes catalanes en 2009, lo que hizo que Francia y con ella el resto de pa¨ªses europeos pusiera a Mauritania en la lista roja.
¡°Desde entonces este pa¨ªs ha hecho notables esfuerzos en seguridad¡±, asegura Naha Mint Hamdi Ould Mouknass, ministra de Turismo, Comercio, Industria y Artesan¨ªa. Y se nota. Se ha reforzado la vigilancia y puesto en marcha un sistema de identificaci¨®n biom¨¦trico en las fronteras, especialmente con la inestable Mal¨ª, y se ha reforzado el presupuesto de las Fuerzas Armadas. Pero aunque en los ¨²ltimos seis a?os no haya habido ning¨²n atentado o ataque en Mauritania, el miedo sigue presente. Y al turismo que llegaba de forma habitual hace una d¨¦cada le est¨¢ costando volver.
El pr¨®ximo mes de diciembre, Ouadane acoge una nueva edici¨®n del Festival de Ciudades Antiguas, el ¨²ltimo esfuerzo del Gobierno de llamar la atenci¨®n sobre estos cruces de caminos en el desierto que han visto pasar los siglos sin apenas inmutarse. Mientras tanto, sus habitantes y manuscritos siguen ah¨ª, esperando, como han hecho siempre. ¡°Vendr¨¢n tiempos mejores, a eso nos aferramos¡±, remata Barakall¨¢, un gu¨ªa local.
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