Aqu¨ª no ha pasado nada
El resultado del refer¨¦ndum obliga en Colombia a negociar, no a retornar a la guerra
Dice mi amigo H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn en una de sus novelas que ¡°la pol¨ªtica, vista de cerca, aun la pol¨ªtica m¨¢s alta, es siempre peque?a, mezquina, miope, una ri?a de vecindario. Solo el tiempo da a los hechos pol¨ªticos la dignidad distante, el sentido superior que es su justificaci¨®n y, con suerte, su grandeza¡±. El virtual empate en el plebiscito colombiano es menos fatal de lo que parece y podr¨ªa derivar en una mayor solidez para la paz. Toda negociaci¨®n es un proceso compuesto por negociaciones simult¨¢neas que ocurren entre los contendientes y dentro de los contendientes. Desde el inicio fue claro que la paz estaba cerca en La Habana, pero lejos de los consensos de Bogot¨¢. El resultado del refer¨¦ndum no es el regreso a la guerra, sino el comienzo de la pol¨ªtica y este es el prop¨®sito fundamental del proceso, por lo tanto aqu¨ª no ha pasado nada.
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Durante muchas d¨¦cadas Colombia ha sido, por un lado, una democracia que ha funcionado bastante mejor que en otros lugares del continente, pero al mismo tiempo ha vivido una violencia m¨¢s severa y prolongada que la que generaron algunas dictaduras. Terminar el conflicto supone lidiar con estas realidades como si se tratara de unir a dos pa¨ªses distintos. Esto implica confrontar diferencias sobre c¨®mo se vive o se ha vivido el conflicto. A mayor proximidad o lejan¨ªa de la guerra corresponden m¨¢s unidad o mayor indiferencia de la sociedad para un acuerdo. El ¨¦xito de la estrategia militar del Estado alej¨® el conflicto de los centros vitales, pero cre¨® un nicho electoral rentable para la competencia pol¨ªtica que dificulta los consensos sobre el acuerdo de paz. En ese sentido, el plebiscito fue m¨¢s una medici¨®n de fuerzas de cara a las elecciones presidenciales del 2018 que un refer¨¦ndum sobre la paz.
Se podr¨ªa pensar que fue incorrecto realizar la consulta. Sin embargo, el casi empate en el plebiscito deja clara la importancia que ten¨ªa su realizaci¨®n. Con una sociedad dividida la implementaci¨®n de los acuerdos estar¨ªa en riesgo sin consensos pol¨ªticos. Para imponerse, tanto el s¨ª como el no, requer¨ªan una ventaja abrumadora, pero con una diferencia tan estrecha el mandato de los ciudadanos sirve para que los pol¨ªticos negocien y no para retornar a la guerra. Esto es altamente positivo para el proceso de paz.
Se puede pensar tambi¨¦n que fue incorrecto firmar el acuerdo con las FARC sin tener un consenso con la oposici¨®n, pero eso hubiera implicado perder la oportunidad de desatar la din¨¢mica que sobre la marcha ha puesto fin a medio siglo de guerra. La existencia de un acuerdo minuciosamente elaborado, los encuentros con las v¨ªctimas, el cese de fuego bilateral que ya est¨¢ funcionando, los contactos entre militares y combatientes, el cese de fuego unilateral del ELN, la posibilidad de que este grupo se sume al proceso, el impresionante inter¨¦s de la comunidad internacional, el perd¨®n p¨²blico ofrecido por el l¨ªder de las FARC, el despliegue de Naciones Unidas para verificar el desarme y la reducci¨®n dram¨¢tica de la violencia en el ¨²ltimo a?o, son todas s¨®lidas conquistas que se relacionan con haber tomado la oportunidad por la paz.
La voluntad de combate tanto de insurgentes como de militares est¨¢ ahora bajo la influencia de esta realidad construida por el acuerdo firmado
La voluntad de combate tanto de insurgentes como de militares est¨¢ ahora bajo la influencia de esta realidad construida por el acuerdo firmado. En otras palabras, la guerra est¨¢ atrapada y bajo pleno control de la pol¨ªtica. Nadie puede despreciar el enorme valor que esto tiene, al igual que no se puede despreciar la necesidad del consenso con quienes llamaron a votar por el no. Pero sin guerra hay mejores condiciones para que los pol¨ªticos colombianos hagan ahora su oficio de negociar.
Dicen que no hay mal que por bien no venga y al parecer esto ha ocurrido en Colombia. La polarizaci¨®n es claramente la amenaza m¨¢s grave al posconflicto y ha venido creciendo exponencialmente entre las principales fuerzas pol¨ªticas, dividiendo no solo a la sociedad, sino a las familias. La polarizaci¨®n no solo har¨ªa fracasar el proceso de paz, sino que podr¨ªa llevar al pa¨ªs a una crisis de gobernabilidad. Algo similar a lo ocurrido en El Salvador, donde la paz fue un ¨¦xito que los partidos convirtieron en fracaso. El empate del refer¨¦ndum obliga a que los pol¨ªticos se reconcilien para detener y revertir la polarizaci¨®n y esto es buena noticia. La guerra ha concluido y ha comenzado la pol¨ªtica y en esta, recordando a Cam¨ªn, la intriga, los egos y las vanidades pesan tanto como los intereses estrat¨¦gicos, esto la vuelve complicada y peligrosa, pero tambi¨¦n menos aburrida.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es asesor del Gobierno colombiano en el proceso de paz con las FARC.
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