Redes antiliberales
En lugar de ser un instrumento para dar voz a m¨¢s gente y hacer la conversaci¨®n p¨²blica m¨¢s plural, las redes se han convertido en fuente de nuevos temores
Lo m¨¢s sorprendente del comit¨¦ federal del PSOE celebrado hace una semana fue la transformaci¨®n del acontecimiento pol¨ªtico en espect¨¢culo medi¨¢tico. No es complicado que algo as¨ª suceda cuando los programas de an¨¢lisis pol¨ªtico se convierten en periodismo deportivo: la idea de transparencia informativa se confunde con el pan¨®ptico del Gran Hermano, y las redes sociales se erigen en el punto de referencia para medir la temperatura de la opini¨®n p¨²blica.
Afirmaba esta semana I?aki Gabilondo que uno de los problemas del PSOE es haber elevado la abstenci¨®n a la categor¨ªa de sacrilegio supremo y por eso causa pavor la respuesta de las redes sociales. En lugar de ser un instrumento para dar voz a m¨¢s gente y hacer la conversaci¨®n p¨²blica m¨¢s plural, las redes se han convertido en fuente de nuevos temores. Y si se las teme por su reacci¨®n, es porque el potencial que albergan ha terminado por engendrar una nueva forma de tiran¨ªa de la mayor¨ªa. Este fen¨®meno se produce cuando la presi¨®n de un enjambre digital acaba anul¨¢ndonos la independencia de juicio; crea un efecto reba?o que reprime las voces u opiniones disidentes. En ese contexto, un argumento distinto no invita a la argumentaci¨®n constructiva. Todo lo contrario. El narcisismo de la opini¨®n que generan provoca que entendamos la discrepancia como un ataque personal que merece ser contestado con nuevos y reiterados misiles descalificadores (shitstorm).
El efecto sobre la opini¨®n p¨²blica es la espiral de silencio: nuestra capacidad cr¨ªtica individual desaparece porque ¡°la mayor¨ªa siempre tiene raz¨®n¡±. Imponemos una sutil censura del juicio individual por el aplastamiento inquisitorial del dogmatismo grupal. El hombre-red provoca estandarizaci¨®n, coloca sobre la disidencia el peso de la presi¨®n social, que podr¨ªa acabar generando una moral colectivista y el suicidio intelectual que tanto tem¨ªan los padres del liberalismo pol¨ªtico. Ocurre en todas partes, pero en nuestro pa¨ªs, visceralmente iliberal, estas distorsiones encuentran un suelo a¨²n m¨¢s f¨¦rtil. Predomina un ambiente p¨²blico poco hospitalario para un civilizado intercambio de opiniones plurales; m¨¢s bien imponemos la graceja que emponzo?a y ridiculiza al otro. Y quien dispara con m¨¢s sa?a mata primero. @MariamMartinezB
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