Mira que sois fiesteros
Me encantan las generalizaciones apresuradas sobre los pueblos, sobre todo si son graciosas. Es genial poder decir que los rusos son todos alcoh¨®licos y los ingleses, unos esnobs. Al mismo tiempo, si hay algo de lo que un escritor debe huir del modo m¨¢s radical es de los clich¨¦s. El talento probablemente consista en escribir verdades que no sean banalidades. Por eso me enfad¨¦ mucho con Woody Allen por hacer gritar a Pen¨¦lope Cruz como una loca hist¨¦rica en Vicky Cristina Barcelona. Sonaba falso.
Si tengo que hablar sobre los espa?oles, s¨®lo puedo remitirme a los que conozco. Y s¨¦ que nunca duermen. Quiz¨¢ sea porque la mayor¨ªa no son espa?oles, sino vascos de San Sebasti¨¢n o catalanes de Barcelona. O discjokeys de Ibiza y hippies de Formentera. ?Qu¨¦ puedo decir? Espa?a es de lejos el pa¨ªs donde m¨¢s veces me he colocado. En Ir¨²n, cuando ten¨ªa 16 a?os, hab¨ªa una discoteca llamada Jennifer a la que iban los franceses de Biarritz porque el gin Kas costaba cuatro francos. ?El camarero aceptaba nuestra moneda mucho antes de la invenci¨®n del euro! En aquel tugurio vomit¨¦ alcohol por primera vez. Despu¨¦s, entre Ibiza, Formentera y San Sebasti¨¢n prob¨¦ todas las drogas: hierba, coca¨ªna, ¨¦xtasis, pasteles de hach¨ªs¡ Por suerte, s¨®lo he conocido espa?oles insomnes. Supongo que los espa?oles cansados no tienen ganas de conocerme.
"Si tengo que hablar sobre los espa?oles, s¨®lo puedo remitirme a los que conozco. Y s¨¦ que nunca duermen. Quiz¨¢ sea porque la mayor¨ªa no son espa?oles, sino vascos de San Sebasti¨¢n o catalanes de Barcelona"
Una vez, en la Feria del Libro de Bilbao, di una conferencia en la que apenas alcanzaba a articular palabra de todo lo que hab¨ªa bebido. Pens¨¦ que los organizadores iban a partirme la cara, pero me invitaron a cenar en un restaurante s¨²per de dise?o con David Lodge, que me trat¨® de Don Quijote, ese mit¨®mano cuyo criado no paraba de burlarse de ¨¦l. En todos los pa¨ªses hay una gran novela fundacional. Las grandes novelas fundacionales son generalmente monumentos pretenciosos.
El texto m¨¢s grande de la literatura espa?ola es un gag, una broma, una caricatura; para m¨ª esto resume la elegancia espa?ola. A veces dais la impresi¨®n de tomaros en serio, pero en el fondo no es as¨ª. Hac¨¦is como que llev¨¢is una vida normal, pero sab¨¦is que el universo entero no es m¨¢s que una locura, una broma, un juego, un molino de viento. Alemania no puede resumirse en Los sufrimientos del joven Werther, pero aun as¨ª reconoced que es considerablemente menos divertida.
En cuanto a Francia, all¨ª no tenemos ninguna novela tan fundamental: har¨ªa falta un libro que reuniese a Rabelais, Montaigne, Moli¨¨re y Marivaux. Inimaginable. Espa?a es sin duda el pa¨ªs m¨¢s querido por los franceses. Incluso tenemos a nuestros propios espa?oles: Sergi L¨®pez, Javier Bardem, Miguel Bos¨¦. Los detestamos porque sabemos perfectamente que si nuestras mujeres cierran los ojos cuando hacen el amor es para pensar en ellos. El modisto Christian Lacroix lanz¨® una moda hispanizante y quebr¨®, pero Espa?a gan¨® porque hoy el mundo entero se viste en Zara.
Los franceses est¨¢n obsesionados por todo lo espa?ol. El jam¨®n ib¨¦rico. Balenciaga. Las tapas. Los Chupa-Chups. El Bulli. Pedro Almod¨®var. Rafael Nadal. ?Hasta nuestro primer ministro, Manuel Valls, es espa?ol! Igual que la alcaldesa de Par¨ªs, Anne Hidalgo. En 2016, cuando el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Par¨ªs dedic¨® a Michel Houellebecq una gran exposici¨®n, ?qu¨¦ exhibi¨®? Fotos de Espa?a. Sus f¨¢bricas, sus lagos, sus desiertos, sus ¨¢rboles, sus playas. Paisajes apocal¨ªpticos. Una belleza vac¨ªa para expresar una soledad y una angustia que nos es com¨²n, la de la destrucci¨®n del planeta.
Lo que m¨¢s acerca a franceses y espa?oles es nuestro gusto por la fiesta como forma de huir de la verdad. Nos gusta la m¨²sica alta que impide hablar, tanto del pasado (el fascismo, la guerra) como del futuro (el fascismo, el fin del mundo). Somos dos imperios coloniales en decadencia. Nuestro emblema es el gallo, cuyos andares rid¨ªculos se parecen a los de un torero: el culo hacia atr¨¢s, el pecho henchido de orgullo. Espero que brillemos todav¨ªa unos minutos m¨¢s antes de desaparecer, juntos.
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