F¨¢bula
No es dif¨ªcil transponer al decadente Donald Trump a ese banquete, e imaginarlo ah¨ª, rodeado de reinas de belleza y siniestros compinches zalameros exhort¨¢ndolo a comprarse la silla imperial
Dec¨ªa Joyce que la historia es una pesadilla de la que estamos tratando de despertarnos. Puede ser. En mis pesadillas vuelve con insistencia un d¨ªa del a?o 193 en que tuvo lugar la subasta m¨¢s bizarra de la historia. Se subastaba el Imperio Romano. Unos guardias pretorianos hab¨ªan asesinado al emperador Pertinax y el trono hab¨ªa quedado disponible al mejor postor. El d¨ªa de la subasta, el magnate decadente Didio Juliano estaba en un banquete de pocos dioses y muchas libaciones. Ah¨ª lo encontraron su hija y su esposa, Didia y Manlia, y se lo llevaron a la subasta. Envalentonado por el alcohol y las porras, se plant¨® frente a la escena y fue ofreciendo: ¡°5.000 dracmas, 6.000¡¡±. Hasta que gan¨®. Se llev¨® el imperio por 6.200 dracmas.
El historiador Edward Gibbon describe as¨ª las horas posteriores al asenso de Juliano: ¡°¡?Mand¨® aderezar un espl¨¦ndido banquete, y luego se entretuvo hasta muy tarde con los dados y con las gracias de P¨ªlade, un bailar¨ªn de renombre. Se advirti¨®, sin embargo, que una vez retirado el tropel de aduladores, cuando qued¨® en soledad con sus amargas reflexiones, sin duda estuvo recapacitando acerca de (¡) la incierta y arriesgada posesi¨®n de todo un imperio, que no hab¨ªa ganado por sus m¨¦ritos, sino por medio de su riqueza¡±. Juliano ten¨ªa raz¨®n en estar preocupado. Enseguida, varios ej¨¦rcitos le declararon la guerra (entre ellos, el de Siria). Su mandato dur¨® solo dos meses y empezaron a?os de profunda crisis del imperio.
Aunque este episodio hist¨®rico es real, tiene aire de pesadilla. Mejor: de f¨¢bula admonitoria. Y es tan pertinente a nuestros d¨ªas que inquieta. No es dif¨ªcil trasponer al decadente Donald Trump a ese banquete, e imaginarlo ah¨ª, rodeado de reinas de belleza y siniestros compinches zalameros exhort¨¢ndolo a comprarse la silla imperial. (?C¨®mo habr¨¢ sido la escena en la que se decidi¨® y pact¨® que el magnate de bienes ra¨ªces intentar¨ªa comprar el pa¨ªs entero?). Es f¨¢cil imaginar a las ambiciosas aspirantes a ¡°Augustas¡± Melania e Ivanka, como Didia y Manlia, custodi¨¢ndolo en la subasta ¡ªun evento no muy distinto de estos meses de campa?a¡ª, y verlo a ¨¦l avanzar en su delirio, infatuado por los vahos de la arrogancia y sed de poder, hasta el momento de la compra. Y aunque cada vez parece menos probable que este Juliano infernal sea responsable de que se cumpla la pesadilla hist¨®rica del eterno retorno, no hay que dar por hecho nada. Porque la escena posterior ¡ªla noche oscura del villano solitario que se da cuenta demasiado tarde de lo que ha hecho¡ª es un final que ya est¨¢ escrito.
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