El hombre que se come al lobo
Donald Trump responde a los rasgos acusados del car¨¢cter americano. Va de 'strong man', que pega primero y nunca pide disculpas. En la era de los internautas act¨²a como un trampero de los que hacen chistes machistas de barra de bar
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Como todo populista que se precie Donald Trump juega a muchos cartones del bingo ideol¨®gico. No solo quiere ganar de todos modos sino que anuncia que no aceptar¨¢ perder. Una poco democr¨¢tica pol¨ªtica de saloon adonde Trump va con el colt desenfundado. Pero a veces se olvida que Trump es el producto de una acu?aci¨®n pol¨ªtica no europea, un ap¨¦ndice de algo que, guste o m¨¢s bien lo contrario, ha ocupado cientos de p¨¢ginas eruditas en The American Spirit,de Thomas A. Bailey, profesor de la Universidad de Stanford.
Otros art¨ªculos del autor
La formaci¨®n de ese esp¨ªritu americano no empieza con Reagan, ni ahora con Trump. Tiene infinidad de matices diferenciales, buenos y no tan buenos, pero hacen al caso de Trump algunos episodios como el de la invasi¨®n norteamericana del puerto mexicano de Veracruz, tras el llamado Incidente de Tampico de 1914. El presidente Wilson no vio algo mejor que invadir parte de M¨¦xico tras la descortes¨ªa del general Huerta, que se hab¨ªa negado a saludar con los ca?onazos de rigor a la bandera de las barras y estrellas (aparte de que los mexicanos hab¨ªan secuestrado a dos oficiales de la US Navy). Y volvi¨® a haber esp¨ªritu americano en la invasi¨®n de territorio mexicano por parte del general John Pershing, encargado de dar caza a Pancho Villa durante casi un a?o, sin resultado, por Chihuahua y Coahuila. Fue tras otro incidente, el de Columbus, cuando en 1916 los villistas entraron a sangre y fuego en esa peque?a ciudad de Nuevo M¨¦xico (EE?UU).
Al margen de aventuras b¨¦licas ha habido escritores que han captado con profundidad el esp¨ªritu de una naci¨®n compleja, y tambi¨¦n sofisticada y multi¨¦tnica, como Estados Unidos. Y ah¨ª uno cree que Jack London ¡ªel centenario de su muerte es el 22 de noviembre, dos semanas despu¨¦s de las elecciones presidenciales¡ª fue quien mejor resalt¨® la llamada de lo salvaje, entendiendo por eso no solo lo natural, los grandes espacios de Norteam¨¦rica, sino lo que est¨¢ fuera de la raz¨®n.
Con desparpajo, se mete incluso a dar lecciones de ley y orden a la poblaci¨®n negra
Trump hace cuanto puede por ir de strong man, el que primero pega y casi nunca pide disculpas en el mejor estilo de los tramperos, cl¨¢sicos personajes de London, maestro desentra?ando los arquetipos de sus paisanos, no solo los de quienes necesitan ganar a todo trance, sino los de quienes tienen como bandera la de sobrevivir. Para ellos la debilidad no entra en su ADN, ni en sus atributos personales ni nacionales.
Jack London sab¨ªa de eso en sus propias carnes. Hab¨ªa sobrevivido de chico robando ostras en la bah¨ªa de San Francisco. Y tambi¨¦n sab¨ªa lat¨ªn aunque no fuese en sentido literal. Si el hombre es un lobo para el hombre London lo llev¨® m¨¢s all¨¢. El hombre es un lobo para el lobo. Es el meollo de su relato Amor por la vida (1907), donde un buscador de oro en el Klondike, perdido, exhausto, al final logra dar un mordisco al lobo que le persigue, y se salva bebiendo la sangre del cuello del animal.
En no pocas de sus obras, o par¨¢bolas, London deja claro que en un mundo de fuertes y d¨¦biles estos ¨²ltimos no heredar¨¢n la tierra, ni Estados Unidos, pa¨ªs que l¨®gicamente, dentro de cierta l¨®gica extremista, ser¨ªa de quienes se comen al lobo si es preciso. En Un trozo de carne (1909) London lo expresa otra vez claramente. El boxeador que pierde pudo haber ganado si se hubiera comido un buen bistec antes de la pelea, en vez de subir al ring como un muerto de hambre.
El candidato republicano presume de ser icono del ¨¦xito americano apoyado en el d¨®lar
?Por qu¨¦ se cree entonces que Trump ha de responder a un clich¨¦ pol¨ªtico europeo cuando tiene acusados ingredientes del car¨¢cter de su pa¨ªs? El conspicuo republicano Mike Huckabee, exgobernador de Arkansas, tiene a Trump como un nuevo capit¨¢n Quint, el de Tibur¨®n, y compara a Hillary Clinton con el escualo. ¡°?A qui¨¦n de los dos va a votar usted?¡±, pregunta Huckabee apostando por Trump: ¡°Es vulgar, es procaz, puede estar incluso borracho. Pero un momento, es el tipo que te salva a ti y a tu familia¡±. Huckabee ha pinchado bastante. Si Trump es el capit¨¢n Quint y Hillary Clinton es el tibur¨®n, al final de la pel¨ªcula el tibur¨®n es el que se come al capit¨¢n Quint.
Desde que la convenci¨®n de Cleveland le declar¨® candidato republicano Trump no ha hecho sino presumir de ser el icono del m¨¢s bru?ido ¨¦xito estadounidense, apoyado naturalmente en el d¨®lar. In God we trust (¡°Confiamos en Dios¡±) dice el billete verde. Eso m¨¢s todos los tent¨¢culos de un tipo que no se para m¨¢s que en los grandes horizontes, lo que se divisa desde sus rascacielos (Trump lleg¨® a comprar ¡ªy vender¡ª el Empire State Building, todo un misil simb¨®lico). Y horizontes de grandeza no faltan en la ¨¦pica y prosopopeya del pa¨ªs arrancado a los indios, donde se inserta la llamada londoniana de lo salvaje nunca periclitada, pues no se trata de un yogur, sino de pisar fuerte sin importar si abajo est¨¢ el pie de otro.
En esta exasperante campa?a electoral de Trump hay donde espigar. Sus declaraciones antisl¨¢micas han hecho palidecer incluso a Nigel Farage, uno de los art¨ªfices del Brexit. El apoyo de Trump a la Asociaci¨®n Nacional del Rifle ha sido la justa reciprocidad por los seis millones de d¨®lares que ese grupo ha invertido en su campa?a. Ya lo ha dejado vislumbrar Hillary Clinton: ¡°El pa¨ªs no puede tener un presidente que est¨¦ en el bolsillo de un lobby de armas de fuego¡±.
Descendiente de emigrantes alemanes, Trump es due?o del hotel Plaza de Nueva York entre otros cientos de inmuebles, y con eso quiere trascender el sue?o americano de poseer un carrito de hot dogs. ?Por qu¨¦ no pueden hacer lo mismo que ¨¦l los descendientes de latinos? Am¨¦rica es la utop¨ªa, pregona el multimillonario Trump por si tambi¨¦n pesca algo en el 16% del voto hispano. Y con su desparpajo Trump se mete incluso a dar lecciones de ley y orden a la poblaci¨®n negra aun cuando la actuaci¨®n violenta de los polic¨ªas blancos haya sido la espoleta que faltaba para algunos disturbios raciales.
Vuelve el hombre que se come al lobo, el hombre que amenaza hasta con la repatriaci¨®n de 11 millones de inmigrantes ilegales. Estremece aun siendo una operaci¨®n que Trump matiza peri¨®dicamente. Como cuando rebasa el c¨ªrculo puro y duro de poder del GOP (Grand Old Party), el viejo Partido Republicano donde se dan cita los mejores populistas del pa¨ªs, socorridos por los m¨¢s intransigentes evang¨¦licos y por halcones de toda laya. Y con todo Trump saca otro blanco conejo de su chistera: hay que hacer una muralla maravillosa en la frontera con M¨¦xico y que la paguen los mexicanos ¡°al 100%¡±.
Ni Jack London se lo habr¨ªa imaginado. En la era de los internautas anda un trampero, de los que hacen chistes machistas de vestuario o de barra, y dice que quiere amurallar a un pa¨ªs que nunca fue medieval, como Estados Unidos de Am¨¦rica.
Luis Pancorbo es periodista y antrop¨®logo. Ha publicado, entre otros t¨ªtulos, Un a?o en Sud¨¢n (RBA, 2015).
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