Liberales del mundo, hacedlo mejor
Para remediar las consecuencias imprevistas de la globalizaci¨®n necesitamos m¨¢s internacionalismo, no menos. Hace falta mayor cooperaci¨®n, justo cuando los nacionalistas populistas empujan en la direcci¨®n opuesta
Lo malo de Hillary¡±, dijo un espectador con el que estaba viendo el segundo debate con el repugnante Donald Trump, ¡°es que es la encarnaci¨®n del consenso liberal¡±. Exacto. Y el antiliberalismo es uno de los hilos que une el trumpismo, el voto a favor del Brexit,el Gobierno populista y nacionalista de Polonia, el putinismo y muchas otras cosas. Los internacionalistas liberales debemos seguir desmontando las mentiras demag¨®gicas de populistas antiliberales como Trump, Nigel Farage y Jaroslaw Kaczynski. Pero eso no debe impedirnos hacer un examen de conciencia sobre los fallos del liberalismo en su versi¨®n globalizada de los ¨²ltimos 25 a?os.
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Los que acuden a la llamada de los populistas tienen quejas econ¨®micas, sociales y culturales derivadas de la globalizaci¨®n liberal del mercado. Los motivos var¨ªan de un pa¨ªs a otro, pero hay muchos elementos comunes. En lo econ¨®mico, esas personas han salido perdiendo, o al menos no han ganado tanto como otros. Sus ingresos est¨¢n estancados o han disminuido y sus puestos de trabajo se han ido a India o China (donde, hay que subrayar, cientos de millones de personas s¨ª se han beneficiado de la globalizaci¨®n), a inmigrantes dispuestos a trabajar por menos dinero, a j¨®venes m¨¢s capaces de adaptarse a una econom¨ªa cambiante y a las m¨¢quinas de una ¨¦poca de automatismo digital sin precedentes.
En lo social, ven en su ciudad, en las zonas ricas del pa¨ªs y en televisi¨®n a personas a las que les ha ido incre¨ªblemente bien mientras ellos pasaban dificultades. Casi todos los banqueros que hundieron la econom¨ªa capitalista financiera de Occidente ¡ªcon lo que Sebastian Mallaby, bi¨®grafo de Alan Greenspan, llama ¡°este enloquecido sistema que estall¨®¡±¡ª conservan intactas sus fortunas. Los ricos disfrutan, los pobres sufren. A prop¨®sito de un libro sobre los grandes banqueros, Francis Fukuyama dice: ¡°Uno de los principales interrogantes... es si vivimos en una especie de oligarqu¨ªa de las que atribuimos a Rusia o Kazajist¨¢n¡±. Lo dice Fukuyama, no Slavoj Zizek.
En lo cultural, los perdedores dicen: ¡°Ya no reconozco mi pa¨ªs¡±, por las repercusiones de la inmigraci¨®n, la difusi¨®n del liberalismo progresista y la velocidad de los cambios. Existe una gran tentaci¨®n de culpar de todo al Otro. En Francia se?alan a los musulmanes, muy numerosos. Por eso las musulmanas deben prescindir de sus burkinis, mientras el desvergonzado Nicolas Sarkozy intenta ganar a Marine Le Pen en xenofobia. En Polonia, los populistas decretan que el enemigo son los refugiados musulmanes, demonizados, a los que nadie ha visto porque el Gobierno se niega a aceptar m¨¢s que a unos pocos, y las ideas occidentales, liberales y decadentes sobre el derecho a decidir de las mujeres, el matrimonio gay y el gender (as¨ª, en ingl¨¦s, un aut¨¦ntico grito de guerra para los populistas cat¨®licos). A su vez, en Reino Unido los polacos son el blanco de la ira de la clase trabajadora blanca. Y hace unos meses, mientras hac¨ªa campa?a para la permanencia en la UE, conoc¨ª a varios brit¨¢nicos de origen asi¨¢tico que lamentaban la oleada de inmigrantes del este de Europa. Es decir, los ¡°malditos extranjeros¡± son europeos blancos y cristianos, y los que se quejan de ellos, a veces, son musulmanes. Trump dirige su pol¨ªtica identitaria contra los mexicanos y los musulmanes. Siempre hay un Otro.
Debemos reconocer que las quejas tienen causas reales. Los ricos disfrutan, los pobres sufren
Los populistas fomentan estas protestas hasta la paranoia. Pero debemos reconocer que las quejas tienen causas reales, derivadas, al menos en parte, del capitalismo liberal globalizado desarrollado durante el ¨²ltimo cuarto de siglo, desde el hist¨®rico triunfo del liberalismo en 1989. Es el mundo que hemos construido los internacionalistas liberales, aunque no todos nos hayamos dedicado a robar. Los euroesc¨¦pticos suelen criticar a la UE por ser burocr¨¢tica, dirigista, estatista y todos los dem¨¢s horrores franco-belgas, pero la verdad es que las causas del Brexit tienen m¨¢s que ver con una Comisi¨®n Europea que ha sido motor de la liberalizaci¨®n y la globalizaci¨®n y ha derribado barreras. Las ¡°cuatro libertades¡± fundacionales de la UE no son las de Franklin D. Roosevelt (vivir libres de la pobreza y el miedo, y con libertad de religi¨®n y de expresi¨®n), sino la libre circulaci¨®n de capitales, bienes, servicios y personas. Los acuerdos de libre comercio criticados por Trump forman parte del mismo tejido internacional. Como se ha dicho muchas veces, la globalizaci¨®n recuerda a un famoso fragmento del Manifiesto comunista de Marx: ¡°La necesidad de un mercado cada vez mayor para sus productos empuja a la burgues¨ªa a recorrer todo el planeta. Debe afincarse en todas partes, construir en todas partes, establecer v¨ªnculos en todas partes¡±.
Pero ahora, en lugar de ¡°trabajadores de todos los pa¨ªses, ?un¨ªos!¡±, el grito de guerra es ¡°populistas de todos los pa¨ªses, ?un¨ªos... unos contra otros!¡±. ?Qu¨¦ deben hacer los liberales para evitar estas contrarrevoluciones nacionalistas y populistas? Unas reformas oportunas, desde luego. ¡°Crecimiento integrador¡± es el eslogan de uno de los principales liberales de hoy, el canadiense Justin Trudeau. ¡°Una econom¨ªa que beneficie a todo el mundo¡±, dice Hillary Clinton. ?C¨®mo?
El historiador alem¨¢n J¨¹rgen Kocka nos recuerda la tendencia intr¨ªnseca de este sistema econ¨®mico a sumirse en crisis, que suelen empezar con crisis financieras, ¡°como en 1873, 1929-1930 y 2007-2008¡±, y luego repercuten en el bienestar de amplios sectores y provocan malestar social y pol¨ªtico. El efecto se agudiza por lo que Kocka llama ¡°la actual fase de financiarizaci¨®n del capitalismo¡±. Como ¨¦l dice, los mercados siempre han dependido de un marco que solo la pol¨ªtica puede ofrecer: un Gobierno, unas leyes y un orden internacional.
El populismo fomenta hasta la paranoia la tentaci¨®n de culpar de todo al 'Otro'
Las vicisitudes de la libra nos est¨¢n demostrando que la soberan¨ªa nacional existe en la medida que lo permiten los mercados de divisas y valores. Y vivimos en un mundo de gigantescos pulpos empresariales que har¨ªa las delicias de Marx. Los bancos mueven miles de millones con un clic. Los banqueros y los oligarcas rusos y chinos ocultan sus ileg¨ªtimas ganancias con ayuda de abogados paname?os. Con un truco digno de Houdini, parece que Apple pag¨® gran parte de los impuestos de sus beneficios en Europa en un lugar llamado Erehwon. En 2014 Facebook pag¨® solo 4.327 libras de impuestos en Reino Unido. No hay un Estado capaz de controlar a estos pulpos.
Y ahora llega la suprema iron¨ªa. No solo es que los conservadores como Theresa May quieran que el Estado tenga un papel m¨¢s importante para salvar el capitalismo liberal de la ira que ha revelado el Brexit. Es que, para resolver los efectos transfronterizos del capitalismo liberal globalizado, va a hacer falta m¨¢s cooperaci¨®n internacional, justo cuando los nacionalistas populistas est¨¢n empujando en la direcci¨®n opuesta. Para remediar las consecuencias imprevistas de la globalizaci¨®n no necesitamos menos internacionalismo liberal, sino m¨¢s.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution de la Stanford University. Su nuevo libro, Free Speech: Ten Principles for a Connected World, acaba de publicarse. @fromTGA
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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