Cuando ya sonaba el gong

El Gobierno de Valonia, regi¨®n franc¨®fona belga del sur, dio ayer su conformidad a la firma del tratado comercial entre la Uni¨®n Europea y Canad¨¢, el llamado CETA, por sus siglas en ingl¨¦s. Justo al filo del desastre, cuando se consumaba ya un in¨¦dito desprestigio pol¨ªtico de Europa y se aplazaba la cumbre con los canadienses prevista para el mismo d¨ªa.

El desbloqueo se ha conseguido tras un largo forcejeo y algunas mejoras cosm¨¦ticas al Tratado. En realidad, la Declaraci¨®n complementaria del 5 de octubre, que incorpora esas aclaraciones, solo subraya las novedades ya introducidas anteriormente sobre protecci¨®n de est¨¢ndares y el car¨¢cter de tribunal permanente p¨²blico (y no de arbitraje privado, m¨¢s maleable por las grandes corporaciones) del organismo creado para dirimir litigios.

Quiz¨¢ lo decisivo ha sido que las autoridades europeas hayan salido (aunque tard¨ªamente) a la palestra, tanto a escuchar a los protagonistas de la protesta como a explicar la soluci¨®n arbitrada para los elementos m¨¢s controvertidos del acuerdo.

As¨ª que la principal lecci¨®n del episodio estriba en la necesidad de actuar proactivamente, y no pasivamente. Sobre todo en estos asuntos en los que el populismo captura f¨¢cilmente a los abandonados por la globalizaci¨®n o por la pol¨ªtica de excesiva austeridad presupuestaria, o por ambas. Y lo hace por la v¨ªa de enarbolar el rechazo a propuestas que aunque mejoran el entorno y la perspectiva econ¨®mica global, pueden debilitar a alg¨²n sector concreto.

La otra gran lectura a realizar es la necesidad de reflexionar sobre la necesidad de soluciones a la gobernanza europea que eviten el contrasentido de que una minor¨ªa de 3,5 millones de ciudadanos bloquee la voluntad de 508 millones. Aunque lo haga tambi¨¦n por motivos de ¨ªndole interna y no europea. Precisamente por eso, y porque menudear¨¢n los casos, este problema requiere una salida jur¨ªdica y pol¨ªtica de fondo, con validez general.