Jane tambi¨¦n callejea por Madrid
'Los Paseos de Jane en Madrid' ya son, en el mejor sentido de la palabra, una instituci¨®n para quienes conciben la vida urbana en t¨¦rminos de lucha y de pasi¨®n.
Fue en 2007 que, en Toronto, un grupo de personas se cit¨® un d¨ªa para pasear por las calles de su ciudad. Llam¨® a su callejeo Jane's Walk, en honor de Jane Jacobs, que tanto hab¨ªa escrito y luchado, tambi¨¦n en la capital de Ontario, contra un urbanismo asesino de ciudades al que denunci¨® en un libro fundamental, con el que todos deber¨ªamos estar en deuda: Muerte y vida de las grandes ciudades, reeditado por Capit¨¢n Swing en 2011, a los cincuenta a?os de su publicaci¨®n. Los Jane's Walk se extendieron al poco por multitud de ciudades norteamericanas, pero tambi¨¦n a otras muchas del mundo. En 2010 llegaron a Madrid, donde un Primero de Mayo otro grupo de militantes peripat¨¦ticos decidi¨® hacer su propio Paseo de Jane por la Gran V¨ªa, el a?o en que se cumpl¨ªa su centenario. Desde entonces, a?o tras a?o, por primavera, otros madrile?os se han encontrado para rondar por Lavapi¨¦s, Carabanchel, Chamber¨ª, Ca?ada, Vallecas... Los Paseos de Jane en Madrid ya son, en el mejor sentido de la palabra, una instituci¨®n para quienes conciben la vida urbana en t¨¦rminos de lucha y de pasi¨®n.
Ahora la editorial Modernito books ha reunido las cr¨®nicas de algunos de esos merodeos por los barrios de Madrid. Las ha titulado El paseo de Jane. Tejiendo redes a pie de calle, y, adem¨¢s del acta de cada paseo, se incorporan apuntes te¨®ricos en torno a cuestiones como la gentrificaci¨®n, los descampados, la vivienda, las periferias o el patrimonio, a cargo de, entre otros, ?lvaro Par¨ªs, Susana Jim¨¦nez, Jorge Sequera o Vicente Pat¨®n. Colaboran colectivos activistas madrile?os, como, por ejemplo, Basurama, Carabancheleando o Arquitectura sin Fronteras, adem¨¢s de diversas asociaciones de vecinos.
Pero las caminatas vindicativas en honor de Jane Jacobs son algo m¨¢s que un motivo de hablar y hacer hablar sobre el terreno acerca de las problem¨¢ticas barriales y preguntarse para qu¨¦ sirven las calles, adem¨¢s de para ir y venir de trabajar o de consumir. De hecho, deber¨ªan darnos a pensar sobre qu¨¦ significa algo tan aparentemente trivial, pero tan profundo y necesario, como es pasear. Esa pr¨¢ctica en principio no instrumental, puesto que la llevamos a cabo como un fin en s¨ª mismo, nos deber¨ªa dar a entender la importancia de distinguir entre la ciudad planificada de los urbanistas y arquitectos y la ciudad practicada de los viandantes, m¨¢s si su actividad ambulatoria es "in¨²til", en tanto que no productiva, ejercida solo para gozar del elemental placer de andar por andar.
En efecto, a la ciudad planificada se le opone ¨Co le permanece indiferente¨C la ciudad practicada, la ciudad atravesada, recorrida por quienes hacen de ella, a pie, no un lugar, sino un transcurso, una madeja interminable de diagramas que se cruzan. Esa distinci¨®n entre ciudad practicada y ciudad planeada nos lleva a otra: la que contrasta la ciudad como lugar de implantaci¨®n de entidades instaladas, fijadas en el plano ¨Cel hogar, el lugar de trabajo, la instituci¨®n, el templo, la tienda, el local asociativo, instalaciones...¨C, sometido a una l¨®gica de emplazamientos, y la que reconoce esa misma ciudad como esfera de los desplazamientos.
De un lado, un orden de identidades discretas, cada una de las cuales requiere y posee una localizaci¨®n, una direcci¨®n, es decir un marco estabilizado y ubicado con claridad, una radicaci¨®n estable en el mapa de la ciudad. Ese lugar fijo en que habita una entidad cristalizada cualquiera contrasta con ese otro ¨¢mbito de los discurrires en que tambi¨¦n consiste la ciudad y cuyo protagonismo corresponde principalmente al viandante ¨Ccuya esencia es precisamente el puro paseante¨C y a las coaliciones moment¨¢neas en que se va viendo involucrado ¨Cnunca mejor dicho¨C sobre la marcha. Si la entidad social fijada tiene una direcci¨®n, el transe¨²nte es una direcci¨®n, es decir un rumbo, o, mejor dicho, un haz de diagramas que no hacen otra cosa que traspasar de un lado a otro no importa qu¨¦ trama urbana.
Este libro sobre los Paseos de Jane en Madrid es homenaje acaso inconsciente no solo a la figura de Jane Jacobs, sino a cl¨¢sicos de la literatura de la modernidad como El paseo, de Robert Wasler (Siruela) o el relato breve?El paseo repentino, de Franz Kafka (en Cuentos completos, Valdemar). Invita y casi obliga a pensar esa distinci¨®n entre la ciudad sometida a un orden de territorios ciertos y la que se abandona a los principios sin fin de la simple traves¨ªa. De un lado, formas de vida social dotadas de sede, por tanto sedentarias, asentadas. Del otro, maneras de sociabilidad n¨®mada y superficial, en el sentido no de banales, sino de que se despliegan por una superficie por la que solo cabe deslizarse, atravesado paisajes que son siempre pasajes, en un espacio abierto a todos los encuentros y alg¨²n encontronazo, escenario permanentemente disponible para que act¨²e sobre ¨¦l la labor incansable del azar.
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