?Se puede ser adicto al porno?
En EE UU y en Espa?a han surgido plataformas y cl¨ªnicas para combatir la adicci¨®n que podr¨ªan sufrir un 7% de los espa?oles y que se ha disparado gracias a Internet. Nadie habla de ella, es gratis y cabe en la pantalla de nuestro 'smartphone'
"Pienso en porno 18 horas al d¨ªa, la dopamina por las nubes. Mi cerebro solo ve recompensa y se motiva cada vez que enciendo el ordenador. Por supuesto, mi vida est¨¢ coaccionada por este motivo, no tengo novia, estoy poco centrado en el trabajo y cada vez soy menos social". ?lvaro (nombre ficticio) es un madrile?o de 32 a?os y su testimonio es uno de los miles que pueblan los escasos foros existentes de personas que se consideran adictas a la pornograf¨ªa online. Por primera vez en la historia, la tecnolog¨ªa ha permitido que toda una generaci¨®n ¡ªla de los llamados millennials, nacidos despu¨¦s de 1980¡ª se haya socializado sexualmente en un contexto en el que el porno es accesible y gratuito las 24 horas del d¨ªa. Las consecuencias para muchos de ellos, como ?lvaro, son devastadoras. Su problema cabe en la palma de la mano: el tel¨¦fono m¨®vil.
"Toda adicci¨®n est¨¢ mal vista, pero esta todav¨ªa m¨¢s: tiene un componente de vicio"
El 94% de los j¨®venes espa?oles de 15 a?os tiene tel¨¦fono m¨®vil, seg¨²n datos del INE. Millones de chavales dan sus primeros pasos en el sexo quemando etapas de golpe, sin descubrir gradualmente los placeres del cuerpo, sin saber realmente c¨®mo llegar a mantener y disfrutar de un encuentro sexual de carne y hueso (y fluidos y pelo). Muchos de ellos, sin que sus padres o tutores se percaten, se har¨¢n asiduos a esos ocho minutos que duran, de media, los v¨ªdeos de los grandes portales de porno. Sin m¨¢s referencias sexuales, algunos caer¨¢n en una espiral peligrosa porque, adem¨¢s, se aburrir¨¢n enseguida de determinados contenidos y buscar¨¢n algo cada vez m¨¢s fuerte. En torno a un 7% de la poblaci¨®n espa?ola, seg¨²n los expertos, es adicta al porno, y la cifra va en aumento. Y escribimos la palabra adicci¨®n en cursiva porque es un t¨¦rmino pol¨¦mico.
En Estados Unidos ya existe una fuerte controversia. En un bando, los que defienden que el porno causa da?os en el cerebro similares a los que provocan las drogas y que, adem¨¢s, tambi¨¦n puede desencadenar la llamada PIED (disfunci¨®n er¨¦ctil inducida por el porno, en sus siglas inglesas). En el otro extremo est¨¢n aquellos que consideran que la pornograf¨ªa no altera la estructura cerebral ni tiene efectos negativos en la libido o en el rendimiento sexual y que, en todo caso, la ¨²nica consecuencia f¨ªsica de la masturbaci¨®n compulsiva es el agotamiento.
En una y otra trinchera se cuentan m¨¦dicos, psic¨®logos e investigadores. En Espa?a, las posturas no son tan enconadas: "Nosotros, cuando hablamos de adicci¨®n, hablamos de adicci¨®n psicol¨®gica. Es decir, de una acci¨®n que no est¨¢ bajo control voluntario. Es verdad que, desde el punto de vista f¨ªsico, hay mucha pol¨¦mica", se?ala una psic¨®loga del gabinete que gestiona la web Adiccionalapornografia.com. "A pesar de visitas de j¨®venes con disfunci¨®n er¨¦ctil en nuestro centro, no hemos identificado de manera espec¨ªfica casos inducidos por el porno, por lo que carecemos de experiencia en el tema", se?ala el doctor Jos¨¦ Mar¨ªa Pomerol, del Instituto de Androlog¨ªa y Medicina Sexual IANDROMS.
Entre los que, en Estados Unidos, consideran el porno como una droga destructiva, a menudo se cuentan grupos de presi¨®n ultrarreligiosos. Un ejemplo es la empresa Covenant Eyes, fabricante de filtros de protecci¨®n para bloquear contenidos pornogr¨¢ficos en ordenadores, tablets y m¨®viles. Esta compa?¨ªa, que factura millones de euros al a?o, ha lanzado una app para m¨®viles llamada "Supera el porno: el desaf¨ªo de 40 d¨ªas", en cuya publicidad afirma sin tapujos que "el n¨²mero 40 aparece en las Escrituras como un s¨ªmbolo de purificaci¨®n" y que "la lluvia cay¨® durante 40 d¨ªas y 40 noches durante el Diluvio".
No todos los que satanizan los supuestos efectos nocivos del porno lo hacen por motivaciones religiosas. Muchos, simplemente, buscan mantener una relaci¨®n sexual "normal" (sea eso lo que sea). Es el caso de Alexander Rhodes, de 26 a?os. Lo explic¨® con claridad hace unos meses en The New York Times: "Estoy a favor del sexo. No soy una persona religiosa. Aunque no estoy en contra de la religi¨®n, no la apoyo. Adem¨¢s, creo firme y totalmente en el sexo antes del matrimonio". Antiguo empleado de Google, Rhodes es fundador de NoFap.com, un portal de ayuda a los adictos al porno (fap, en ingl¨¦s, es una onomatopeya empleada para designar la masturbaci¨®n). Esta web recibe m¨¢s de un mill¨®n de vistas al mes.
"No podemos juzgar a toda la industria x por lo que se ve gratis en Internet"
El primer contacto de Rhodes con el porno online lleg¨® a los 11 a?os, cuando clic¨® sin querer en un anuncio. A?os despu¨¦s, en la universidad, lleg¨® a masturbarse hasta 14 veces al d¨ªa: "A veces dec¨ªa: 'Bueno, debo tomarme unos d¨ªas para recuperarme f¨ªsicamente de esto', y ni siquiera pod¨ªa durar un d¨ªa sin hacerlo".
Una adicci¨®n de la que nadie habla
?l ha sido de los primeros en romper el tab¨² que se cierne sobre el problema. Gracias a su p¨¢gina, miles de hombres conversan en sus foros y se animan unos a otros: intercambian consejos sobre filtros para bloquear contenidos, sue?an en voz alta con poder disfrutar del sexo con otra persona sin pensar en porno o, simplemente, llevan la cuenta de los d¨ªas que han logrado mantenerse lejos de conductas mec¨¢nicas, lo que ellos llaman PMO, siglas que corresponden a la reiteraci¨®n compulsiva del ciclo Porn-Masturbation-Orgasm.
La jerga de los foros de NoFap.com a menudo recuerda a la de los grupos de alcoh¨®licos an¨®nimos. El usuario mexicano HugoPal comparte sus ¨¦xitos con otros pornoadictos o fapstron¨¢utas, como prefieren llamarse: "Hola a todos. Me encuentro aqu¨ª escribiendo para evitar PMO. El hecho de sentirme cerca del grupo a trav¨¦s de la red me empodera y me da una visi¨®n m¨¢s clara de mi compromiso conmigo mismo. Hoy es mi quinto d¨ªa sin PMO modo monje. Gracias por su apoyo colegas fapstron¨¢utas. Somos todos maravillosos y valerosos".
Los millennials no han tenido que hacerse a hurtadillas con una revista ajada, rob¨¢rsela a alg¨²n adulto o sortear las emisiones codificadas. Cabe dudar de si han salido ganando. "Si todas las adiciones est¨¢n mal vistas, est¨¢ es todav¨ªa peor: tiene un componente de vicio. Muchos de los afectados se ven a s¨ª mismos como guarros", se?ala la psic¨®loga de Adiccionalapornografia.com, que prefiere no dar su nombre para proteger a sus pacientes. En Espa?a el fen¨®meno todav¨ªa permanece escondido: "Llama gente muy joven con ese problema, chavales que no pueden decirlo en casa y que tampoco tienen dinero para el tratamiento".
Casi todo el mundo tiene acceso hoy en d¨ªa a m¨®viles, ordenadores y tabletas; pero no cabe culpar a la tecnolog¨ªa, porque no todo el que consume porno online se engancha hasta el punto de que eso interfiera en su vida diaria: "Normalmente, una adicci¨®n es un refugio y, cuando una persona se ha refugiado ah¨ª, suele haber un problema en otro sitio: a veces es autoestima, inseguridad frente al sexo¡ O, en personas de m¨¢s edad, alg¨²n tipo de insatisfacci¨®n", afirma la psic¨®loga.
?C¨®mo saber si somos adictos? La respuesta la ofrece el sex¨®logo Iv¨¢n Rotella: "Cada persona tiene su peculiaridad er¨®tica personal. Siempre y cuando no se vea alterada tu vida normal, tus relaciones de amistad, familia, tu trabajo, etc¨¦tera, no hay ning¨²n 'problema', sea cual sea tu frecuencia. Cuando no eres capaz de realizar ninguna otra actividad diaria que no sea la b¨²squeda incesante del est¨ªmulo er¨®tico, deber¨ªas ponerte en manos de un profesional que te ayude".
Una industria millonaria
La v¨ªa f¨¢cil ser¨ªa culpar al porno mismo, a esa industria que mueve miles de millones de euros al a?o. En concreto unos 9.000 millones, seg¨²n la Free Speech Coalition (la asociaci¨®n estadounidense que agrupa a los productores de pornograf¨ªa). Sin embargo, esa cifra era m¨¢s del doble en 2006. La causa del recorte hay que buscarla, seg¨²n la industria, en la proliferaci¨®n del porno gratis de la mano de grandes portales que se limitan a agregar contenido. Son los llamados tubes.
La mayor¨ªa (del porno) est¨¢ enlatado para llevar al orgasmo masculino en el menor tiempo posible
Amarna Miller, actriz y productora de pel¨ªculas, arremete contra ese tipo de pr¨¢cticas: "Cuando empec¨¦ a trabajar como actriz me di cuenta de que la mayor¨ªa de gente consume un tipo de porno caduco y estereotipado, que es el que se encuentra gratuitamente en los tubes. Al igual que no podemos juzgar a toda la industria c¨¢rnica por comernos una hamburguesa desastrosa en un restaurante de comida r¨¢pida, no podemos juzgar a toda la industria X por aquello que consumimos de forma gratuita en Internet. No es representativo de nuestro negocio ni deber¨ªa usarse a la hora de generalizar acerca de c¨®mo es el porno que se produce en la actualidad".
El gigante mundial del porno gratis online es la empresa MindGeek. Radicada en Luxemburgo, es due?a de decenas de portales de Internet, entre otros Pornhub, RedTube y YouPorn, por citar solo los m¨¢s conocidos. M¨¢s de 100 millones de personas al d¨ªa visitan sus contenidos, en gran medida fragmentos de pel¨ªculas grabadas hace ya unos a?os y, despu¨¦s, troceadas, pirateadas y redistribuidas hasta la extenuaci¨®n. Esto ha originado que, entre 2006 y 2014, el rodaje de nuevas pel¨ªculas haya ca¨ªdo un 75%, seg¨²n fuentes de la revista Slate.
MindGeek, cuyo hermetismo es legendario, son los grandes responsables de la omnipresencia del porno gratis y del desplome en los beneficios de la industria tradicional, un sector que ha vivido la misma crisis que los productores de cine y de m¨²sica. Los grandes portales del "todo gratis", tambi¨¦n los del porno, viven de la publicidad y, por supuesto, de los datos que inconscientemente dejan en ellos sus millones de usuarios.
El deseo preconfigurado
Pero, tal y como apuntaba Amarna Miller, no todo el porno ha de ser igual y, sobre todo, es importante no estigmatizar el sexo ni el deseo. Es tambi¨¦n lo que piensa Mar¨ªa Llopis, escritora y activista posporno, un movimiento art¨ªstico que busca subvertir en clave feminista la pornograf¨ªa: "Qu¨¦ pena que un cr¨ªo est¨¦ todo el d¨ªa viendo porno mainstream y se crea que el sexo es solo eso. Es como si no existiera sexualidad m¨¢s all¨¢ del coito, la mamada, la paja r¨¢pida y el correrse en siete minutos".
Llopis, adem¨¢s, subraya la influencia del porno en las chicas: "Ellas tambi¨¦n adoptan los roles del porno mainstream. ?Qui¨¦n les ense?a que su cuerpo es suyo, que pueden explorar? ?Con qui¨¦n lo van a descubrir si con el chaval con el que lo van a explorar es de coito y tres minutos? Hay muchas mujeres a las que les cuesta a?os descubrir que hay otro tipo de sexualidad y hay mujeres que no lo descubren nunca. Por eso me dedico a crear un imaginario del porno diferente, porque la mayor¨ªa est¨¢ enlatado para llevar al orgasmo masculino en el menor tiempo posible. Adem¨¢s, es un porno muy sexista, mis¨®gino, est¨¢ dirigido a los hombres ¨²nicamente y a un tipo de sexualidad masculina muy determinada: faloc¨¦ntrica y coitocentrista".
"Es como si no hubiese sexualidad m¨¢s all¨¢ del coito y la paja r¨¢pida de siete minutos"
El futuro aparece sombr¨ªo. El 60% de los usuarios de Pornhub son menores de 35 a?os, seg¨²n datos del propio portal. Muchos de ellos forjar¨¢n una sociedad en la que la pornograf¨ªa condicionar¨¢ las relaciones sexuales, lo que frustrar¨¢ a quienes se vean incapaces de cubrir las expectativas er¨®ticas generadas por la ficci¨®n del porno. El sex¨®logo Iv¨¢n Rotella da fe de ello: "He tenido mujeres que se autoetiquetaban como anorg¨¢smicas ya que no pod¨ªan tener los orgasmos que supuestamente se ten¨ªan en las pel¨ªculas porno. He tenido hombres que manifestaban ser eyaculadores precoces ya que no pod¨ªan durar lo mismo que los actores, sin saber que ahora todo puede digitalizarse, coreografiarse, grabarse en varias tomas, etc¨¦tera".
Esa ficci¨®n del porno de masas, adem¨¢s, suele trasladar a los chavales una dial¨¦ctica de dominaci¨®n, mayoritariamente del hombre sobre la mujer. Con lo cual el problema trasciende la esfera de lo individual y afecta a toda la sociedad. Como en tantos otros ¨®rdenes de la vida, la ¨²nica manera romper esta inercia pasa por la escuela y el hogar; pero no es tarea f¨¢cil. En Espa?a, la educaci¨®n sexual en los colegios ¡ªen aquellos en los que se imparte¡ª se suele limitar a cuestiones biol¨®gicas, a c¨®mo prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisi¨®n sexual. No basta, asegura Rotella.
?l imparte desde hace 10 a?os el curso Aprendiendo a entendernos en colaboraci¨®n con el ?rea de Bienestar Social del Ayuntamiento de Avil¨¦s: "Es un programa que tiene la aprobaci¨®n e implicaci¨®n de toda la comunidad educativa: familias, profesorado y alumnado. Incluye en sus tem¨¢ticas, entre otros, todo el tema del consumo de pornograf¨ªa, el uso inadecuado de los m¨®viles, las redes sociales, etc¨¦tera. Generalizarlo a todo el Estado ser¨ªa muy necesario".
Si para mucha gente es dif¨ªcil reconocer el consumo de pornograf¨ªa, tanto m¨¢s lo ser¨¢ admitir la masturbaci¨®n compulsiva. Para muchas de esas personas, aisladas en ese c¨ªrculo vicioso de Porno-Masturbaci¨®n-Orgasmo, quiz¨¢ sea demasiado tarde. Pero a¨²n hay tiempo para abordar el tema con los m¨¢s j¨®venes, aquellos chavales que empiezan a descubrir su sexualidad de la mano de un tel¨¦fono m¨®vil. Hace falta armarse de valor, pero ha llegado la hora de romper el muro de silencio en las aulas y en casa. Ha llegado la hora de hablar de porno.
El porno en cifras
?Qui¨¦n ve porno?
?Cu¨¢ndo lo ven?
?Cu¨¢nto tiempo dura cada visita a la web?
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