La democracia defendida
La crisis de 2008 ha dado ox¨ªgeno a las ideolog¨ªas populistas y ha evidenciado la fragilidad del ideal democr¨¢tico. Lo que est¨¢ en juego es la fortaleza de un sistema global que defienda la libertad y la prosperidad
Un servicio de este diario a la transici¨®n democr¨¢tica consisti¨® en la publicaci¨®n de la serie de art¨ªculos del profesor Aranguren, all¨¢ por los ochenta, luego recopilados en un libro titulado La democracia establecida. Recuerdo leerlos en el colegio mayor y conversar largamente sobre ellos.
La democracia establecida constituy¨® un poderoso llamamiento al sentido com¨²n, a la tolerancia en la vida cotidiana y al ejercicio de la ciudadan¨ªa en la p¨²blica. Eran tiempos en que Espa?a no se divid¨ªa tanto entre derecha e izquierda sino, m¨¢s profunda y fundamentalmente, entre quienes quer¨ªan un presente reh¨¦n del pasado ¡ªlos hab¨ªa en la derecha y en la izquierda¡ª y los que propon¨ªan que lo fuera, en todo caso, del futuro, obligado a trabajar en funci¨®n de este, a dise?arlo y construirlo.
La mundial expansi¨®n del ideal democr¨¢tico, iniciada poco antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, acelerada e indubitada despu¨¦s, nos hizo creer que este era el destino natural de la humanidad. Unos llegar¨ªan antes, otros m¨¢s tarde, pero al final todos engrosar¨ªan el club de las democracias. Fueron los menos los que clamaron en el desierto que no, que lo que ven¨ªa acaeciendo era la expansi¨®n de la ideolog¨ªa dominante tras su victoria en la Guerra Fr¨ªa. Lo que se escond¨ªa tras su an¨¢lisis no gustaba. Posibilitaba que la democracia un d¨ªa encogiera en el mapa y en sus calidades al calor de potencias emergentes no interesadas en su mantenimiento. Pues bien, desde hace algunos a?os temo que tuvieran raz¨®n, y que la democracia establecida deba ahora ser defendida, sin complejos y sin atajos, con el s¨®lido sentido com¨²n del profesor Aranguren y de aquellos que, una vez m¨¢s, deseen construir el futuro en lugar de ocupar el puesto de las pla?ideras del pasado.
Es precisa una Atenas cuyas fortalezas rebajen el ¨¢nimo de una Esparta cada vez m¨¢s agresiva
Quien haya le¨ªdo el informe de Freedom House de 2013 sobre la evoluci¨®n de la democracia en las ¡°naciones en transici¨®n¡± del este de Europa, o el inquietante estudio del CSIS titulado The Kremlin Playbook, quien siga las noticias sobre el devenir y la reinterpretaci¨®n del concepto democr¨¢tico en tantas naciones, estar¨¢ preocupado. Quien sencillamente observe el mundo, tambi¨¦n. La crisis de 2008, adem¨¢s, ha potenciado esas tendencias al oxigenar a las ideolog¨ªas populistas (de derecha, izquierda, nacionalistas o gamberras) de la mano del sufrimiento de tantos parados, marginados o desahuciados de sus viviendas.
Me refiero primero a Europa, el continente faro de los biempensantes, que sigue si¨¦ndolo a¨²n con una esperanzada luz m¨¢s tenue. La Europa del Brexit, la crisis griega, la inmigraci¨®n masiva (por cierto: en 2050 Nigeria tendr¨¢ los mismos habitantes que la UE; en N¨ªger cada mujer da siete hijos; el desarrollo es preciso pero, ?llegamos tarde?) ha reducido sin embargo su atractivo, y el de sus ideales. Siendo esto as¨ª, cada nuevo caso de corrupci¨®n constituye la d¨¢diva generosa a los populismos que hablan de democracia sin creer en ella, tanto como a aquellos satisfechos con un modelo ruso o chino en otras latitudes.
Surgen por doquier, ya fuera de nuestro continente, reg¨ªmenes autoritarios, capitalismos olig¨¢rquicos, pretendidas democracias que a base de erosi¨®n no guardan m¨¢s que el envoltorio, aceitadas por unos servicios de inteligencia al servicio de las sombras y unas econom¨ªas mafiosas. Hay pa¨ªses cuyas inversiones en ?frica, Asia y las exrep¨²blicas sovi¨¦ticas contienen un correoso virus de corrupci¨®n con tendencia a extenderse entre sus ¨¦lites, a penetrar las instituciones y edificar un soft power maligno que hace de la ley papel mojado o, peor a¨²n, del papel corrupto hace ley. Y no todos est¨¢n preparados por igual para enfrentarlo.
Trump deber¨¢ extraer las consecuencias geoestrat¨¦gicas de la globalizaci¨®n
No es ajeno a lo anterior que junto a la erosi¨®n democr¨¢tica interna ¡ªla que se combate desde la ley, la transparencia, la fortaleza de las instituciones y el respeto a estas en el fondo y la forma¡ª surja la amenaza frontal a la libertad y todas las formas de convivencia. No voy a se?alar a la cara m¨¢s cruel del terrorismo con pretensiones de Estado que acecha nuestro vecindario, que asesina a inocentes, amenaza los equilibrios de Oriente Pr¨®ximo y buena parte de ?frica, y atrae a ciudadanos de Europa criados en la libertad, la abundancia y el secularismo. Me refiero a la necesidad de una Atenas cuya fortaleza democr¨¢tica, intelectual y militar ¡ªs¨ª, militar tambi¨¦n¡ª reduzca el ¨¢nimo de una Esparta cada vez m¨¢s agresiva. La disuasi¨®n ¡ªo lo que es lo mismo: contar con las capacidades para enfrentar las amenazas y la voluntad de utilizarlas si el caso llega¡ª es elemento imprescindible para mantener la paz en un mundo que ha cambiado radicalmente.
Rusia pretende la vuelta a Yalta, al cintur¨®n securitario, frente a quienes proponen la libertad de elecci¨®n de los Estados. Dice no estar c¨®moda con la arquitectura de seguridad europea. No lo estar¨¢ nunca mientras no se sienta, antes, c¨®moda consigo misma, ese confort que busca con desesperaci¨®n desde hace 200 a?os. La consecuencia es Georgia, Ucrania, Alepo, movimientos orquestales en los Balcanes, maniobras sorpresivas en las cercan¨ªas b¨¢lticas, ausencia de compromiso en la reducci¨®n de riesgos militares y proliferaci¨®n de incidentes en la mar o el aire. Pero estar¨¢ siempre ah¨ª. No se ir¨¢. Habr¨¢ que hacer una buena administraci¨®n de la relaci¨®n, del di¨¢logo y la disuasi¨®n. Y ello en la conciencia de que lo que est¨¢ en juego es la fortaleza de un sistema global que defienda la libertad. Y una libertad en que se fundamenta la prosperidad. Que un pa¨ªs con un PIB que se sit¨²a entre el de Espa?a e Italia cause tanto problema da que pensar sobre el chantaje nuclear.
Este es el panorama al que la Administraci¨®n de Trump deber¨¢ hacer frente. Deber¨¢ extraer de una vez por todas las consecuencias geoestrat¨¦gicas e ideol¨®gicas de la crisis financiera y de la globalizaci¨®n. Deber¨¢ considerar la fragilidad del ideal democr¨¢tico, la decadencia de los medios de informaci¨®n en favor de las redes sociales y los 140 caracteres¡ Deber¨¢ fijarse un objetivo; y considerar si desea o no someterse a unos valores, arriesgarlos en atajos o descansar en los contrarios. Y deber¨¢, por fin, reflexionar como el viejo soldado cuando dec¨ªa: ¡°Si quieres ir r¨¢pido, ve solo; pero si quieres llegar lejos, hazlo bien acompa?ado¡±.
Alejandro Alvargonz¨¢lez es secretario general adjunto para Asuntos Pol¨ªticos de la OTAN.
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