La soledad de los ind¨ªgenas venezolanos
Una ola de epidemias que incluye malaria, VIH y zika est¨¢ poniendo en peligro la supervivencia de siete etnias de Venezuela
Uuw? necesita como m¨ªnimo 18 horas para pedir ayuda m¨¦dica. No para recibir medicinas, ni para ser atendido por un m¨¦dico de la zona. No, este ind¨ªgena de 23 a?os primero debe caminar durante 12 horas hasta la comunidad m¨¢s cercana, donde hay acceso al r¨ªo, y luego navegar otras seis hasta llegar a un poblado donde funciona una radio que comunica con el hospital de Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas, sur de Venezuela.
A partir de ese momento, la suerte s¨®lo determinar¨¢ si la ayuda llega o no. Todo depender¨¢ si hay alg¨²n vuelo militar previsto, si el m¨¦dico de guardia puede hacer el viaje, si las autoridades logran reunir las medicinas necesarias. En el caso de Uuw?, la suerte se ha esfumado. En lo que va de a?o, tres de sus familiares han muerto a la espera de un tratamiento para frenar la malaria.
Pero ¨¦l no se da por vencido, la mitad de su comunidad sufre enfermedades que van desde el paludismo hasta el VIH. As¨ª que la situaci¨®n de emergencia no le da tregua, cada vez que alguien de su etnia se enferma, este ind¨ªgena no duda en abrir camino para pedir ayuda.
La soledad de Uuw? no s¨®lo ensombrece a la etnia a la que pertenece: los yanomami, un grupo relativamente aislado que seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica en Venezuela re¨²ne a 9.569 ind¨ªgenas (censo 2011), y que Survival Internacional cifra en aproximadamente 32.000 yanomamis entre el norte de Brasil y el sur de Venezuela. Sino tambi¨¦n a otras seis etnias del sur venezolano, donde un informe de PROVEA revela que al menos otros cien mil padecen malaria.
El pasado enero, el Parlamento declar¨® una crisis humanitaria de salud ante la falta de medicinas y las malas condiciones de los hospitales a nivel nacional, una realidad que golpea m¨¢s duramente a las zonas ind¨ªgenas por su lejan¨ªa y poblaci¨®n aislada.
Pedro Dacosta, l¨ªder de la etnia Kurripaco (guardianes del alto Orinoco con alrededor de tres mil integrantes) hace una radiograf¨ªa de lo que se viven en estas comunidades, donde epidemias como el Zika est¨¢n afectando a la mayor¨ªa de sus habitantes: ¡°Tenemos un problema grave de salud. El ambulatorio no tiene medicinas ni insumos para atender a los pacientes, tiene m¨¢s de cinco a?os en construcci¨®n, destruyeron el ambulatorio para construir un Centro de Atenci¨®n Inmediata (CDI) hace como seis a?os y se puede decir que no funciona nada, la obra est¨¢ incompleta y paralizada, los m¨¦dicos no tienen ni alimentos, no llega combustible y la ambulancia fluvial est¨¢ fuera de servicio al igual que la terrestre. En la mayor¨ªa de los ambulatorios ubicados en las comunidades solo hay personal de enfermer¨ªa¡±.
Desde el 2009, el Gobierno no asigna el presupuesto estipulado para el plan de salud yanomami
El Gobierno venezolano aprob¨® en el 2001 el Plan de Salud Yanomami, que tiene como objetivo brindar atenci¨®n sanitaria especializada a los ind¨ªgenas de la Amazon¨ªa, con especial ¨¦nfasis a los yanomamis, por ser la etnia m¨¢s vulnerable. Este plan contaba con un presupuesto especial, asignaci¨®n de m¨¦dicos y formaci¨®n de enfermeros ind¨ªgenas y comunitarios en cada una de las zonas.
Pero en t¨¦rminos pr¨¢cticos, este plan de salud no funciona. As¨ª lo asegura Astrid Mart¨ªnez, coordinadora de este programa en el Estado Amazonas. La raz¨®n radica en que desde el 2009 no cuentan con dinero para ejecutar las pol¨ªticas de atenci¨®n sanitaria.
Mart¨ªnez cuenta que hasta el momento se han formado 36 enfermeros comunitarios. Pero que el plan est¨¢ funcionando a media marcha con la solidaridad de diferentes sectores como ONGs, la iglesia y donaciones por parte de las Fuerzas Armadas, pese a que las epidemias acechan cada d¨ªa a m¨¢s ind¨ªgenas.
¡°La poblaci¨®n infantil sufre desnutrici¨®n, diarrea e infecciones respiratorias, en los adultos tenemos entre los casos m¨¢s frecuentes malaria, oncocercosis e infecciones respiratorias. Tambi¨¦n sufren de muchas enfermedades en la piel. No manejamos estad¨ªsticas. La log¨ªstica la organizamos entre varias instituciones, pidiendo colaboraci¨®n por aqu¨ª y por all¨¢. La comida, con la red de mercal (mercados gubernamentales), el transporte con la aviaci¨®n de las Fuerzas Armadas o apoyo a¨¦reo de la Guardia Nacional (fuerza militar)¡±.
La coordinadora del departamento de Salud Ind¨ªgena del Estado Amazonas, Martha Yavinape, es directa al reconocer la realidad actual: ¡°hace dos a?os que no visitamos los sectores ni las comunidades ind¨ªgenas por las condiciones de los veh¨ªculos, por la falta de presupuestos, de personal¡±.
Cerramos 2014 con 240 muertos por malaria, neumon¨ªa, diarrea, hepatitis; en Padamo murieron en tres semanas 15 personas por tuberculosis
Shatewi Ahiwei, l¨ªder ind¨ªgena
Ante la desidia, las organizaciones de ind¨ªgenas locales como Horonami y Kuyunu han realizado protestas en las calles de Puerto Ayachucho, cap¨ªtal del Estado de Amazonas, y adem¨¢s han entregado informes ante distintas instancias del Gobierno.
El l¨ªder Shatewi Ahiwei denuncia que desde febrero la situaci¨®n es alarmante y que las comunidades est¨¢n colapsadas ante tantas enfermedades. Ante la falta de estad¨ªsticas estadales, la red de organizaciones ind¨ªgena llevan sus propias estad¨ªsticas: ¡°El primer informe refleja que hubo 240 muertos a principios del 2015, cerrando el 2014 con 240 muertos por causas de malaria, neumon¨ªa, diarrea, hepatitis; en Padamo murieron en tres semanas 15 personas por casos de tuberculosis¡±. En lo que va de a?o, la Organizaci¨®n Horonami denuncia m¨¢s de 70 muertos, mayormente ni?os y mujeres j¨®venes.
La epidemia que amenaza
En el estado Delta Amacuro, justo al lado de Amazonas, la muerte tampoco ha dado tregua a los ind¨ªgenas. Estos est¨¢n azotados por una epidemia de VIH.
Isaac est¨¢ enrollado en su hamaca y se mece lentamente. Tiene ojos tristes y est¨¢ muy delgado. Uno de los doctores le pide a Isaac que abra la boca e introduce el Oraquick, una prueba r¨¢pida para determinar si la persona tiene el virus de VIH. Minutos despu¨¦s, un caso positivo. El doctor le da un comprobante para que vaya a hacerse la prueba de sangre en el hospital que funciona en la comunidad de San Francisco de Guayo. Isaac se levanta d¨¦bil y con papel en mano comienza a caminar, es inevitable que su cuerpo se vaya de un lado. Hace solo unos meses tomaba ron con Florentino, otro hombre que muri¨® con los mismos s¨ªntomas.
Isaac es hijo de Silvio Rico, el wisidatu (due?o del dolor), que funge como cham¨¢n o sacerdote ¨¦tnico y sirve de mediador entre la gente y el jebu (esp¨ªritu malo). Silvio est¨¢ encargado de mantener la salud de su pueblo. Solo que esta medicina no ha resultado para este mal. A Silvio se le han muerto dos hijos. El primero fue Melesio (35 a?os): ¡°Pas¨® dos semanas en Tucupita pero como no hab¨ªa nada que hacer me lo traje a la casa. Vomit¨® sangre y se muri¨®¡±. Ten¨ªa sida y tuberculosis. El segundo fue Silvano (24 a?os) que tambi¨¦n ¡°muri¨® flaquito¡±. Y el tercero, fue Isaac, que muri¨® en noviembre de 2015, a solo cuatro meses del diagn¨®stico positivo.
En lo que va de a?o, las organizaciones denuncian m¨¢s de 70 muertos, sobre todo ni?os y mujeres j¨®venes en la etnia yanomami
La realidad es que muchos m¨¢s han fallecido desde aquel 2007 cuando la Cruz Roja detect¨® los primeros 15 casos de VIH en 10 comunidades ubicadas en el delta del Orinoco, Venezuela. Dos estudios realizados por investigadores del Instituto Venezolano de Investigaciones Cient¨ªficas (IVIC) y el Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela indican que la prevalencia de VIH en varias de estas comunidades supera la media mundial, ubic¨¢ndose en 9.55 % para finales de 2011, y 7 % para julio de 2015.
Adem¨¢s los m¨¦dicos estiman que los ind¨ªgenas est¨¢n enfrentando una cepa mucho m¨¢s agresiva que hace que entren a la fase sida en menos de cinco a?os, esto explica por qu¨¦ el porcentaje de la prevalencia disminuy¨®. Los warao est¨¢n muriendo.
La situaci¨®n empeora ya que este pueblo ind¨ªgena no tiene acceso al tratamiento antirretroviral. ¡°Yo tengo siete a?os aqu¨ª, he escuchado que tienen VIH y no he visto que han recibido tratamiento. Cada a?o mueren cuatro o cinco¡±, dice Luis Tocoyo, profesor en una escuela de Jobure, otra comunidad con alta prevalencia en casos con VIH.
El Programa de ITS/VIH funciona en Tucupita, capital del estado Delta Amacuro, que se encuentra a m¨ªnimo ocho horas de navegaci¨®n de las comunidades ind¨ªgenas afectadas por la epidemia de VIH. Pero no hay embarcaciones para distribuir el tratamiento: ¡°Realmente nosotros le prestamos atenci¨®n al que viene porque ni siquiera contamos con veh¨ªculo para ir al hospital. Entonces realmente no se est¨¢ haciendo el trabajo que se debe hacer¡±, denuncia la doctora Mar Medina, coordinadora de este programa.
Las warao embarazadas con VIH tampoco est¨¢n recibiendo tratamiento
¡°Nuestras limitaciones de acceso a las zonas ind¨ªgenas siempre son dificultades log¨ªsticas: movilizaci¨®n de recursos, m¨¦dicos, medicamentos, pacientes. En este momento con el costo de los lubricantes y los repuestos se nos ha incrementado el problema¡±, se une al coro de penurias Yajaira Segovia, jefe de atenci¨®n m¨¦dica y coordinadora de la red hospitalaria de la Direcci¨®n Regional de Salud.
Las warao embarazadas con VIH tampoco est¨¢n recibiendo tratamiento. En ellas el riesgo se incrementa debido a su desconocimiento de la enfermedad, y a la falta de un control prenatal que permita proporcionar los medicamentos espec¨ªficos de acuerdo al tiempo de gestaci¨®n, y posteriormente practicar ces¨¢rea para reducir las probabilidades de contagio del ni?o.
¡°Aqu¨ª ni siquiera donan medicinas pero si vienen a buscar su voto y los indios que se mueran. Ni siquiera tenemos luz para conservar nuestra comida. La gobernadora prometi¨® dar una ambulancia fluvial y un transporte para la comunidad y a¨²n no ha llegado nada (¡) Si a nuestros mismos l¨ªderes ind¨ªgenas no les duelen nuestros hermanos, que van a sentir los dem¨¢s hacia nosotros¡±, dice indignada una profesora de San Francisco de Guayo.
La miner¨ªa que mata
Otra de las grandes amenazas para la salud de los ind¨ªgenas venezolanos es la llegada de la miner¨ªa ilegal al sur del pa¨ªs. Los buscadores ilegales de oro explotan las zonas contaminando los r¨ªos con altas dosis de mercurio, lo que est¨¢ ocasionando que etnias como la yekuana, yanomami y otras cuatro grupos minoritarios est¨¦n padeciendo enfermedades respiratorias, desnutrici¨®n y alergias severas en la piel.
El 92% de las mujeres en la etnia Yekuana padec¨ªan altos niveles de mercurio
El informe Evaluaci¨®n del riesgo de exposici¨®n al mercurio met¨¢lico en Poblaciones ribere?as del R¨ªo Caura (Estado Bol¨ªvar, Venezuela) mostr¨® que el 92% de las mujeres en la etnia Yekuana padec¨ªan altos niveles de mercurio, incluso en comunidades hasta 200 kil¨®metros m¨¢s lejanos de los espacios contaminados por los mineros.
¡°Los ni?os mueren cada mes, ellos nacen ya malos, porque las madres toman agua del r¨ªo, comen peces del r¨ªo contaminado. Pero nosotros s¨®lo tenemos el r¨ªo para sobrevivir, as¨ª ha sido siempre. Aqu¨ª no llega la comida, as¨ª que ni mucho menos llegar¨¢n los m¨¦dicos o las medicinas. En Venezuela, los ind¨ªgenas estamos solos¡± explica Leo, un ind¨ªgena pem¨®n del estado Bol¨ªvar, quien perdi¨® a su hijo de dos meses por problemas en los pulmones, a comienzos del pasado mayo.
Survival Internacional junto a organizaciones locales ha dirigido una carta al Relator Especial de la ONU para denunciar esta situaci¨®n cr¨ªtica. La organizaci¨®n internacional recalc¨® el fracaso de los gobiernos de Am¨¦rica del Sur a la hora de combatir este tipo de problemas que amenazan seriamente la continuidad de las etnias ind¨ªgenas.
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