Adi¨®s a ¡®the American dream¡¯
El odio le ha dado el triunfo a Trump, con el aplauso de Le Pen, Putin y el Ku Klux Klan
Yo tengo un sue?o: que un d¨ªa esta naci¨®n se pondr¨¢ en pie. Porque todos los hombres han sido creados iguales¡±. Ese fue el sue?o de Luther King frente a la marea humana que abarrotaba la Marcha sobre Washington, envolviendo el monumento del gran presidente Lincoln. Un sue?o de justicia e igualdad que a ambos les cost¨® la vida.
Pero el 8-N el pueblo americano ignor¨® el peso de la historia, el deber c¨ªvico de honrar a quienes dieron su vida por hacer de EE?UU la primera democracia del mundo. La Gran Am¨¦rica real que ha sido, no la que reclama Donald Trump. Y eligi¨® a un caudillo, a un hechicero del que esperan poderes m¨¢gicos. Obviando que, por primera vez, estas elecciones no eran una lucha entre partidos sino una cruenta guerra entre dos modelos de vida: el que defend¨ªa Clinton, basado en la convivencia, los derechos civiles y las oportunidades para todos, y el que defend¨ªa Trump, basado en la divisi¨®n y sus propias ambiciones.
El enfrentamiento ha sido guerracivilista. La candidata Clinton hubo de fajarse en el cuerpo a cuerpo de la zafiedad, intentando frenar a un buey en cacharrer¨ªa, obsceno, oportunista, cuyas se?as de identidad han sido estigmatizar g¨¦nero, raza, clase y edad. En su discurso para blancos, a ser posible sin educaci¨®n, no cab¨ªan inmigrantes, negros, mujeres, intelectuales, discapacitados¡ Por eso ha sido un shock que tantas mujeres hayan ignorado lo que Trump les dijo: ¡°Que ellas buscan atrapar hombres para cazar fortunas¡±; que tantos latinos hayan deso¨ªdo que considera a los mexicanos ¡°criminales y violadores¡±; que tantos inmigrantes no hayan pensado en los musulmanes y en los refugiados sirios que ser¨¢n expulsados; que tantos negros hayan olvidado las hirientes mofas que Trump dedic¨® a su activismo Black Lives Matter; que tantos y tantos se hayan tapado los o¨ªdos ante el vergonzoso apoyo que le dio el Ku Klux Klan. Los ciudadanos han optado por el m¨¢s radical individualismo en la era de la globalizaci¨®n, asestando un duro golpe a las pol¨ªticas colectivas. Y han preferido infligir un castigo a la pol¨ªtica tradicional, aun aceptando un ignominioso discurso racista, xen¨®fobo, mis¨®gino y clasista. Como si en vez de estar eligiendo al futuro comandante en jefe de EE?UU estuvieran comiendo palomitas en el sof¨¢ de casa, leyendo La conjura de Am¨¦rica, la novela en la que un simple aviador, admirador de Hitler, se presenta a las elecciones de 1940 y le gana la Casa Blanca al mism¨ªsimo Roosevelt. La tragedia es que ahora no ha sido ficci¨®n. La campa?a del odio, y del fin justifica los medios, le ha dado el triunfo a Trump, con los aplausos de Le Pen, Putin, Farage y el Ku Klux Klan. El da?o a las instituciones y a la democracia est¨¢ hecho y tardar¨¢ a?os en cicatrizar.
Clinton hubo de fajarse en el cuerpo a cuerpo de la zafiedad, intentando frenar a un buey en cacharrer¨ªa, obsceno y oportunista
Pocas veces la prensa americana se ha volcado en favor de un candidato como en esta ocasi¨®n ha sucedido con Clinton, b¨¢sicamente por detestar a Trump. La prestigiosa revista The Atlantic solo ha roto su trayectoria de imparcialidad en unas presidenciales en tres ocasiones: para apoyar a Abraham Lincoln, a Lyndon B. Johnson y ahora a Hillary Clinton. Y no ha sido casual. Lincoln aboli¨® la esclavitud. Johnson dio el voto a los negros. Y ahora esos derechos civiles estaban m¨¢s comprometidos que nunca, porque ya son derechos conquistados.
Con la victoria de Trump, ha saltado por los aires el hist¨®rico discurso de Lincoln en Gettysburg: ¡°Que de estos muertos (por abolir la esclavitud en la guerra civil) tomemos devoci¨®n incrementada¡ que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo jam¨¢s perezca sobre la tierra¡±.
En el imaginario colectivo americano estaban las leyes por los derechos civiles, la guerra contra la pobreza, la aspiraci¨®n a la Great Society¡ y Trump, en vez de haber sido un revulsivo para sacarlos del armario, les ha echado la llave. Y el da?o est¨¢ hecho. El sue?o americano, the American dream, ese estandarte que han lucido hasta ahora con orgullo los estadounidenses, que no es otra cosa que la libertad e igualdad de oportunidades para que los ciudadanos logren objetivos ¨²nicamente con trabajo y determinaci¨®n.
The New York Times describi¨® La conjura de Am¨¦rica como una novela ¡°siniestra, absurda pero espeluznantemente plausible¡±. Ah¨ª lo tenemos: la conjura de Am¨¦rica, esta vez s¨ª, ha puesto fin al sue?o americano. Y al mundo en vilo.
Gloria Lomana es periodista y analista pol¨ªtica.
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