El PP y el ¡°problema catal¨¢n¡±
Sin la crisis territorial, probablemente no habr¨ªa sido necesario repetir los comicios del 20-D. El conflicto catal¨¢n ha proporcionado sustanciosos r¨¦ditos electorales a Rajoy, mientras que para los intereses del PSOE ha sido particularmente nocivo
Espa?a se encuentra inmersa en una grave crisis pol¨ªtica cuyos dos principales s¨ªntomas son la quiebra del bipartidismo y el conflicto territorial en Catalu?a. En el debate p¨²blico se ha tendido a enfatizar excesivamente el primer s¨ªntoma a la hora de explicar la par¨¢lisis que ha sufrido durante el ¨²ltimo a?o la pol¨ªtica espa?ola. Ciertamente, el ascenso de Podemos y Ciudadanos ha alterado de forma muy sustancial la l¨®gica de competici¨®n partidista de nuestro pa¨ªs, hasta entonces dominada por el duopolio de PP y PSOE. Entonces, Espa?a contaba con uno de los Parlamentos menos fragmentados de toda Europa y, hasta la llegada de la Gran Recesi¨®n, el bipartidismo gozaba cada vez de mejor salud. Esta tendencia contrastaba con el creciente multipartidismo en el resto de democracias europeas.
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Con la irrupci¨®n de Podemos y Ciudadanos, Espa?a se ha incorporado a la misma senda que la de la mayor¨ªa de democracias parlamentarias y la actual fragmentaci¨®n del Congreso de los Diputados es ya homologable a la que observamos en los pa¨ªses de nuestro alrededor. No hay duda de que este incremento de la fragmentaci¨®n parlamentaria no ha ayudado a la gobernabilidad de Espa?a. Sin embargo, la compleja situaci¨®n pol¨ªtica que vive nuestro pa¨ªs no puede entenderse solo teniendo en cuenta la crisis del bipartidismo. Sin la existencia de la crisis territorial en Catalu?a, muy probablemente no habr¨ªa sido necesario la repetici¨®n de las elecciones: Mariano Rajoy hubiera dejado de ser inquilino de la Moncloa tras las elecciones de diciembre.
A pesar de su tradicional mala fama, los partidos nacionalistas catalanes han sido los garantes de la estabilidad de los Gobiernos espa?oles desde la Transici¨®n. Gracias a los nacionalistas, tanto PP como PSOE han podido gozar de Gobiernos excepcionalmente longevos. Dejando al margen el ¨²ltimo Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez entre 1993 y 1996, todos los ejecutivos, con o sin mayor¨ªa absoluta en el Congreso, han conseguido agotar la legislatura o quedarse muy cerca de ello. La larga duraci¨®n de los Gobiernos espa?oles contrasta con la pauta habitual en el resto de democracias parlamentarias, donde, por lo general, la esperanza de vida de los Gobiernos unipartidistas sin mayor¨ªa absoluta tiende a ser de en torno a la mitad.
En el actual escenario pol¨ªtico, los partidos nacionalistas catalanes han seguido manteniendo esa tradicional condici¨®n de piezas clave a la hora conformar mayor¨ªas de gobierno. Sin embargo, en esta ocasi¨®n, su irrenunciable mandato de ruptura con Espa?a les ha llevado al ostracismo pol¨ªtico. A pesar de que ERC y PDC (la ex-Converg¨¨ncia) eran piezas imprescindibles para la conformaci¨®n de una mayor¨ªa de izquierdas, el PSOE decidi¨® excluirlos como socios parlamentarios al considerar que el refer¨¦ndum sobre la independencia era inasumible.
Los partidos nacionalistas catalanes han sido garantes de la estabilidad desde la Transici¨®n
Es cierto que un Gobierno de izquierdas alternativo al de Mariano Rajoy deb¨ªa sortear otros importantes escollos. Los socialistas deb¨ªan afrontar las negociaciones con un liderazgo d¨¦bil y Podemos, tras las elecciones de diciembre, qued¨® excesivamente deslumbrado por el espejismo del sorpasso en las segundas elecciones. A pesar de las dificultades, PSOE y Podemos demostaron tener capacidad de alcanzar acuerdos de gobierno en regiones como Arag¨®n, Comunidad Valenciana o Extremadura. Ah¨ª donde los nacionalistas catalanes no formaban parte de la aritm¨¦tica parlamentaria, los pactos entre estos dos partidos fueron, por lo general, viables.
En definitiva, si Mariano Rajoy sigue siendo presidente del Gobierno, no se debe tanto a la irrupci¨®n de Podemos y Ciudadanos como a la crisis territorial. Es por ello que no deber¨ªamos ser excesivamente optimistas sobre c¨®mo puede evolucionar el conflicto catal¨¢n durante la pr¨®xima legislatura. El PP, en su condici¨®n de partido gobernante y de primera fuerza parlamentaria, es quien dispone de gran parte los resortes necesarios para la resoluci¨®n del ¡°problema catal¨¢n¡±. Sin embargo, es tambi¨¦n el PP quien m¨¢s r¨¦ditos electorales est¨¢ obteniendo de la crisis nacionalista en Catalu?a, pues ¨¦sta no s¨®lo le ha servido para lastrar los apoyos electorales del PSOE sino que tambi¨¦n ha provocado que las mayor¨ªas parlamentarias alternativas a la del PP no sean viables.
El conflicto territorial ha resultado ser particularmente nocivo para los intereses electorales del PSOE. Desde la aventura que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero emprendi¨® en 2004 con las reformas estatutarias, la cuesti¨®n nacionalista ha abierto una profunda fisura a las bases electorales del PSOE por la que se han fugado numerosos apoyos hacia el PP, UPyD y, posteriormente, Ciudadanos. Estos dos ¨²ltimos partidos surgieron, precisamente, impulsados por la activaci¨®n del debate nacionalista durante el proceso de reforma del Estatut de Catalu?a.
No deber¨ªamos esperar que el conflicto territorial se resuelva durante esta legislatura
Si Rodr¨ªguez Zapatero consigui¨® mantenerse en la Moncloa en 2008 fue en buena parte porque muchos votantes de la ¨®rbita del catalanismo decidieron apoyar estrat¨¦gicamente al PSOE para evitar una victoria de Mariano Rajoy. Fue precisamente ese a?o cuando los socialistas catalanes obtuvieron los mejores resultados de su historia con su eslogan Si tu no vas, ellos vuelven. La activaci¨®n del conflicto nacionalista tras la apertura del proceso de reformas estatutarias alter¨® de forma muy profunda la implantaci¨®n territorial del PSOE. Los socialistas ganaron terreno en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, pero lo hicieron a costa de retroceder en esas regiones donde el nacionalismo espa?ol estaba m¨¢s arraigado.
Aunque Rodr¨ªguez Zapatero consigui¨® su segundo mandato, el saldo final de su apuesta en materia territorial ha resultado ser ruinoso. Tras las elecciones de 2008, los socialistas no han sido capaces de mantener su atractivo en Catalu?a. La polarizaci¨®n que ha generado el proceso soberanista catal¨¢n ha dejado al PSC fuera de juego, llev¨¢ndolo pr¨¢cticamente a la irrelevancia pol¨ªtica. En cambio, el PP ha conseguido adue?arse del papel de garante de la unidad de Espa?a en una coyuntura ciertamente favorable, pues el conflicto territorial est¨¢ m¨¢s vivo que nunca.
En definitiva, el llamado ¡°problema catal¨¢n¡± es, sin lugar a dudas, uno de los retos m¨¢s urgentes y de mayor envergadura que debe afrontar el Gobierno de Espa?a. Sin embargo, el responsable de resolver este conflicto es, ir¨®nicamente, quien mayores intereses electorales tiene en que la crisis territorial no se resuelva. Y es que mientras el proceso soberanista siga marcando la vida pol¨ªtica de Catalu?a, los partidos nacionalistas seguir¨¢n excluidos de las aritm¨¦ticas parlamentarias que permitan la creaci¨®n de Gobiernos alternativos al de Mariano Rajoy. Ante este escenario pol¨ªtico, ?deber¨ªamos esperar que el PP apueste durante esta legislatura por resolver el conflicto territorial en Catalu?a? Probablemente, no.
Llu¨ªs Orriols es director del m¨¢ster en An¨¢lisis Pol¨ªtico y Electoral de la Universidad Carlos III de Madrid.
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