No aprendemos en cabeza ajena
Trump har¨¢ lo que ha dicho que har¨¢. S¨®lo la realidad, una vez que sus acciones tengan consecuencias previsibles, minar¨¢ su prestigio. El voto latino y afroamericano, o la la movilizaci¨®n ciudadana influir¨¢n tambi¨¦n en los resultados electorales futuros
?C¨®mo se curan los pueblos del hechizo de un demagogo? ?C¨®mo salen de la hipnosis? La ¨²nica v¨ªa, por desgracia, es la experiencia. ¡°Nadie aprende en cabeza ajena¡±, dice el sabio refr¨¢n, que penosamente confirma la historia de los hombres y los pueblos.
Donald Trump lleg¨® a la Casa Blanca debido a Donald Trump. Las causas generales (econ¨®micas, sociales, demogr¨¢ficas, ¨¦tnicas, etc.) que se han aducido no son, a mi juicio, las decisivas. Lo decisivo ha sido la hipnosis que ejerci¨® en un sector muy amplio del electorado estadounidense.
Trump declar¨®, famosamente, que si asesinara a una persona en la Quinta Avenida, nadie se lo reclamar¨ªa. Es verdad. Los medios exhibieron sus probables delitos, su c¨ªnica evasi¨®n de impuestos, sus m¨²ltiples bancarrotas, sus copiosas e inagotables mentiras, sus desd¨¦n absoluto por los datos objetivos y los hechos comprobados, su desprecio por la dignidad de las mujeres, su burla de los minusv¨¢lidos, su odio racial a los mexicanos y su intolerancia radical a los musulmanes, su crudo nativismo, sus amenazas contra la libertad de expresi¨®n, su mofa de las instituciones, su inconmensurable y peligros¨ªsima ignorancia del mundo. Fue in¨²til. Todo se le resbal¨®. Todo se le perdon¨®.
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¡°Algo extraordinario est¨¢ ocurriendo¡±, dec¨ªa Trump una y otra vez. A eso precisamente se refer¨ªa, a su total impunidad, al delirio por su persona, por su personaje. Su reality show se hab¨ªa escapado m¨¢gicamente de la pantalla hasta ocupar todo el territorio del pa¨ªs a lo largo de m¨¢s de un a?o. Ahora pod¨ªa llevar su exitoso programa The Apprentice a la Casa Blanca y despedir a quien se le viniera en gana: you're fired. Sesenta millones de estadounidenses quer¨ªan tomarse un selfie colectivo con Trump en actos de histeria reminiscentes a los de todos, absolutamente todos, los dictadores de la historia que llegaron al poder por la v¨ªa de su carisma, expresado sobre todo a trav¨¦s de la palabra.
Desde ese endiosamiento podr¨¢ decir o hacer, por un tiempo, lo que le venga en gana. Gobernar¨¢ por Twitter. Su destino manifiesto es recobrar el pasado de grandeza (supuestamente) perdido: Make America Great Again. Y no cejar¨¢ en perseguir ese empe?o de acuerdo a las pautas que ha trazado. Quienes crean que hay un Donald Trump anterior al fat¨ªdico martes 8 de noviembre y otro despu¨¦s se equivocan. Trump har¨¢ lo que ha dicho que har¨¢ y solo la realidad, una vez que sus acciones tengan las consecuencias previsibles, minar¨¢ lentamente su prestigio. Pero ni aun en esa circunstancia se dar¨¢ por vencido. No est¨¢ en su car¨¢cter, en su psicopatolog¨ªa, en su biograf¨ªa. Si ocurre culpar¨¢ a las fuerzas del mal anteriores a ¨¦l o contempor¨¢neas, responsabilizar¨¢ a la prensa y los medios liberales, hablar¨¢ de un complot, fustigar¨¢ a propios y extra?os: har¨¢ de su presidencia una campa?a permanente, un interminable orgasmo con la multitud que lo adora.
La inmensa mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n rehus¨® ver de frente el horror que representaba Hitler
La inmensa mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n ¡ªejemplo paradigm¨¢tico¡ª rehus¨® ver de frente el horror que representaba Hitler y el abismo al que lo precipitar¨ªa. Pudiendo detenerlo a tiempo dej¨® que creciera y culminara su obra de destrucci¨®n. Solo despu¨¦s, al contemplar las ciudades arrasadas, al hacer el recuento de los da?os, de los muertos, el humo comenz¨® lentamente a disiparse de la mirada.
Solo con el paso del tiempo el alud irrebatible de los hechos convenci¨® al ciudadano alem¨¢n del horror sin precedente que hab¨ªan alentado. Y d¨¦cadas m¨¢s tarde, asumiendo con valent¨ªa la culpa hist¨®rica de sus antepasados, las generaciones posteriores se han vacunado contra el terrible mal. Hoy Alemania se ha convertido, parad¨®jicamente, en la vanguardia de la libertad occidental.
En Am¨¦rica Latina tampoco aprendemos en cabeza ajena. ?Cu¨¢ntos a?os le ha tomado a Argentina comenzar a calibrar, lenta y penosamente, el enga?o hist¨®rico del peronismo? No s¨¦ si cuando mueran Fidel y Ra¨²l Castro el pueblo cubano reaccionar¨¢ con el rechazo y la desilusi¨®n que merece su fallida y opresiva utop¨ªa. Depender¨¢ de la supervivencia de la Nomenclatura militar y pol¨ªtica cubana, que muy bien podr¨ªa prolongar el mito de la Revoluci¨®n hasta la eternidad.
Pero no tengo duda de que el drama espantoso de Venezuela ha convencido ya a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n del origen de su tragedia. ?C¨®mo es posible que siendo el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo en reservas petroleras Venezuela haya descendido a niveles casi haitianos de miseria? No hay m¨¢s explicaci¨®n que el car¨¢cter dictatorial del r¨¦gimen, resultado natural de entregar todo el poder a un demagogo.
El populismo es la demagogia en el poder; y la demagogia es la tumba de la democracia
En M¨¦xico no hemos vivido el populismo. El sistema pol¨ªtico mexicano que predomin¨® en el siglo XX era inherentemente corrupto (sus herederos lo siguen siendo) pero no era populista porque el poder presidencial estaba acotado a seis a?os y reca¨ªa en la instituci¨®n presidencial, no en el carisma del presidente. Eso podr¨ªa cambiar en 2018: los pueblos no aprenden en cabeza ajena.
Despu¨¦s de sufrir una terrible guerra civil y una largu¨ªsima dictadura, Espa?a logr¨® una ejemplar transici¨®n pol¨ªtica hacia la democracia. Ese pacto de civilidad y tolerancia fue la inspiraci¨®n de las transiciones latinoamericanas a la democracia. ?C¨®mo es posible que algunos espa?oles crean ahora en Podemos, el partido populista que trabaj¨® abiertamente para ese sepulturero de la democracia venezolana que fue Ch¨¢vez? Por la misma raz¨®n: ning¨²n pueblo aprende en cabeza ajena.
?Despertar¨¢ el ciudadano estadounidense de la hipnosis de Trump? Los pesos y contrapesos, las libertades individuales y, sobre todo, los medios tradicionales de comunicaci¨®n, en particular los peri¨®dicos, har¨¢n su parte. Durante la campa?a tuvieron un desempe?o heroico y ahora (por si no enfrentaran suficientes problemas de supervivencia) les va la vida en hacerlo. Pero si esos medios fueron insuficientes durante la campa?a podr¨ªan serlo durante los cuatro u ocho a?os de la presidencia de Trump. El voto latino y afroamericano as¨ª como la movilizaci¨®n ciudadana podr¨ªan incidir tambi¨¦n en los resultados electorales futuros. La presi¨®n mundial (en el caso de que cumpla casi cualquiera de sus amenazas) obrar¨¢ en su contra.
Pero a fin de cuentas solo la constataci¨®n del desastre convencer¨¢ a los votantes y los librar¨¢ de la hipnosis. Y llevar¨¢ tiempo, quiz¨¢ mucho tiempo. El populismo es la demagogia en el poder. La demagogia es la tumba de la democracia. Nos espera ¡ªparafraseando a Eugene O'Neill¡ª un largo viaje hacia la noche.
Enrique Krauze es escritor y director de la revista Letras libres.
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