Queremos celebrar el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias
Es curiosa la naturalidad con la que los espa?oles asumimos fen¨®menos importados como el Halloween o el Black Friday
Importar costumbres puede resultar atractivo, y hasta enriquecedor, pero en muchas ocasiones genera consecuencias inesperadas. Lo que funciona en una sociedad o en un sistema pol¨ªtico no tiene por qu¨¦ hacerlo igual si es trasplantado tal cual a otro contexto. Ah¨ª est¨¢ el l¨ªo organizado con las primarias y las consultas directas en los partidos. Un sistema engrasado en EE?UU que, importado a cap¨®n, en Espa?a genera tensiones y crisis de legitimidad.
Y lo mismo sucede con las celebraciones. Por ejemplo, Halloween, con sus calabazas, sus brujas, sus telara?as y sus chuches. Todo muy atractivo, especialmente para el comercio, que tiene una buena oportunidad. Pero cuando nos ponemos a ello se producen dos efectos curiosos. El primero es que transformamos lo que en EE?UU es una fiesta eminentemente infantil en una especie de gamberrada en la que te pueden tirar huevos por la calle y hay permiso para beberse hasta el agua de los floreros. El segundo es que, pasada la resaca, nos dirigimos todos ¡ªcelebrantes, no celebrantes y comerciantes¡ª de cabeza hacia la Navidad. No hemos quitado a¨²n las falsas telara?as y ya estamos sacando el espumill¨®n. La Navidad ¡ªla del comercio¡ª empieza el 3 de noviembre, que es cuando ya venden roscones de reyes en el supermercado de la esquina.
Lo curioso es la naturalidad con la que los espa?oles hemos asumido esta din¨¢mica, que en otros ¨¢mbitos nos causar¨ªa, como m¨ªnimo, cierta desaz¨®n cuando no discusiones interminables. Por ejemplo: es como si el 2 de enero alguien apareciera en el trabajo con el calendario en la mano al grito de ¡°me pido el puente del Pilar, el de la Constituci¨®n y las vacaciones en agosto¡±. Cada cosa, a su tiempo. Mayo es el mes ideal para discutir sobre las vacaciones de verano y noviembre no es Navidad. Tambi¨¦n hemos importado el Black Friday. El famoso viernes negro que en EE?UU se celebra el ¨²ltimo viernes de noviembre y que toma su nombre no de ninguna circunstancia macabra sino por ser un d¨ªa especial de rebajas en el que tradicionalmente los negocios tienen la oportunidad de poner sus balances en beneficio, es decir, de abandonar los n¨²meros rojos. T¨¦cnica y tradicionalmente, el viernes negro es un solo d¨ªa ¡ªperd¨®n por la obviedad¡ª , pero nosotros lo hemos transformado en semanas enteras.
Todo esto pasa porque no hemos importado ¡ªtodav¨ªa¡ª un elemento central del calendario estadounidense: el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias. Una fiesta que el ¨²ltimo jueves de noviembre re¨²ne en torno a la mesa a todas las familias independientemente de su religi¨®n, color y tendencia pol¨ªtica y adem¨¢s marca el inicio de la campa?a de Navidad, que comienza con las compras del viernes negro. Es cierto que los estadounidenses celebran a su naci¨®n, lo que aqu¨ª generar¨ªa una interminable discusi¨®n ib¨¦rica ¡ªque es como la bizantina con alg¨²n ¡°que te meto¡± ocasional¡ª sobre qu¨¦ se celebra exactamente. Lo importante es introducir, ya, otro d¨ªa se?alado. No sea que la campa?a de Navidad termine empezando en agosto.
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