La violencia tribal del f¨²tbol progresa adecuadamente
Los ultras exasperados se citan para atacarse como animales o merodean para tender una emboscada salvaje a los seguidores rivales
Una manada de enmascarados atacaron el lunes por la noche en Sevilla, Taberna El Papel¨®n, a una veintena de hinchas de la Juventus al grito ¡°Sevilla hooligans¡±. Durante m¨¢s de cinco minutos sembraron el p¨¢nico en el recinto y dejaron tres heridos italianos por arma blanca, uno de ellos muy grave con pu?aladas en el pecho y en el muslo. La acera del El Papel¨®n qued¨® manchada de sangre y el ayuntamiento de Sevilla se te?ir¨¢ de verg¨¹enza si no consigue que los responsables de este raid salvaje no sean puestos ante el juez. El domingo, otro grupo de ac¨¦milas, seguidores del Zaragoza (los Ligallo y Avispero, de extrema derecha y extrema izquierda respectivamente, lo que hay que ver), contendieron a sillazos en Getafe, dirigidos los vencedores por una especie de hom¨ªnido que daba ¨®rdenes de ataque o repliegue y se?alaba el objetivo de las sillas voladoras. En Las Palmas, los equipos femeninos de Las Coloradas y Las Majoreras se liaron a trompazos por un penalty, con la participaci¨®n paulatina pero entusiasta de los aficionados.
Son hechos de distinta gravedad; pero su simultaneidad, como Jung nos ense?¨®, indican una grave perturbaci¨®n en el entorno del f¨²tbol. La exasperaci¨®n social conduce a grupos de j¨®venes a utilizar el f¨²tbol como pretexto para desatar la violencia. Las tribus de ultras se citan para atacarse como animales o merodean para tender una emboscada salvaje a los seguidores rivales. Las instituciones, preparadores y entrenadores de los futbolistas rehuyen prestar cualquier tipo de instrucci¨®n vital a los jugadores que no sea el se?uelo del dinero (Koke: ¡°Eres un maric¨®n¡±. Cristiano Ronaldo: ¡°S¨ª, pero forrado de pasta, cabr¨®n¡±; en este di¨¢logo de besugos est¨¢ todo, la elegancia de unos y la ostentosa finalidad del deporte para otros).
La violencia tribal en el f¨²tbol se combate en Espa?a con un remedio secular: una baba espesa de palabrer¨ªa que se condueles del delito salvaje pero que nunca consigue evitarlo. Cuando muri¨® el hincha del Deportivo en Madrid (Francisco Jos¨¦ Moreno Taboada) los ciudadanos fueron obsequiados con una retahila interminable de promesas de intervenci¨®n, medidas inmediatas y enf¨¢ticos compromisos de acci¨®n pol¨ªtica. Pero esto no mejora. Despu¨¦s de que una manada de bestias enviar¨¢n a tres personas al hospital y a una de ellas a la UVI, la Liga de f¨²tbol todav¨ªa se pregunta si debe presentar una denuncia en Comisar¨ªa y el presidente del Sevilla retoliquea: ¡°Hemos mostrado nuestra repulsa por lo acontecido en estos incidentes¡±.
?Es esto todo lo que se puede hacer? Una respuesta afirmativa significar¨ªa entregar las ciudades en fechas fijas a bandas de cretinos ves¨¢nicos que en otros tiempos hubieran sido lectores del Volkischer Beobachter. La violencia ultra en el f¨²tbol es un problema de Estado. Exige una acci¨®n policial competente y clubs implicados en la persecuci¨®n de los violentos. ?Ah! y dar de leer a los (las) futbolistas. Si es necesario, se les ense?a antes.
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