Hablamos con varios abuelos sobre c¨®mo era su vida sexual
?C¨®mo se lo montaban antes? Varios hombres mayores de 70 a?os nos lo cuentan
Copita de vino o caf¨¦ cortado, carraspeo, toses, miradas que evitan la m¨ªa: En general, hablar de sexo con hombres que rondan o sobrepasan con creces los 70 es un camino espinoso, lleno de risotadas, eufemismos y dobles sentidos. Al igual que al hacer el equivalente de este art¨ªculo con mujeres,?algunas veces daba la sensaci¨®n de que a¨²n pesa un lejano ideal de decencia, ellos son esclavos de mantener el pabell¨®n de la virilidad bien alto, no caer demasiado en sentimentalismos, sortear torpemente cualquier pregunta inc¨®moda. Los inicios de las entrevistas son desoladores: falta esa sinceridad que solo es posible cuando uno es capaz de no tomarse demasiado en serio a s¨ª mismo.
Entrevistarlos en grupo es una ca¨ªda libre hacia un festival de eufemismos sexuales en el que se pisan unos a otros y nadie quiere quedar el ¨²ltimo. Uno por uno, entregados a una charla m¨¢s calmada, dejan salir lo humano, la tibieza, el encogerse de hombros y decir "yo no soy ning¨²n Superman". Ni falta que hace, les digo. Es muy interesante ver c¨®mo la idea de caballero de copa, puro, esposa, hijos, virilidad inamovible, a veces consum¨ªa y convert¨ªa al hombre en alguien prisionero en un lugar del que dif¨ªcilmente pod¨ªa ser rescatado. Lectores hombres: h¨¢ganselo mirar. Estas actitudes y muros emocionales de los varones mayores de 70 parecen tan indestructibles, que es m¨¢s que posible que a¨²n queden unas ruinas lo suficientemente fuertes para asfixiar a la persona sensible que seguramente se oculta dentro de las entra?as de cada caballero espa?ol.
COMO LOS ANIMALITOS
Eso le solt¨® su padre a Juan Plaza, madrile?o de 70 a?os, cuando, a los ocho, quiso saber c¨®mo se hac¨ªan los ni?os: "Mis hermanas, mayores que yo, con doce a?os a¨²n pensaban que los ni?os los tra¨ªa el m¨¦dico de su casa. Yo sab¨ªa algo m¨¢s, pero poco. Le pregunt¨¦ a mi padre y me dijo: "?C¨®mo quieres que sea? ?Como los animalitos!". Pero claro, viv¨ªamos en Madrid, y lo m¨¢ximo que hab¨ªa visto era dos perros enganchados en el Retiro". La ignorancia de los ni?os de aquella ¨¦poca con respecto a la reproducci¨®n y el sexo era casi pareja a la de las ni?as, pero la inocencia de var¨®n se esfumaba algo antes. Eustaquio, de 85 a?os y natural de Ja¨¦n, recuerda el shock que le produjo enterarse de las verdades de la vida: "Un amigo y yo vimos a dos apretando en el monte, y yo no pod¨ªa creer que as¨ª me hab¨ªan fabricado a m¨ª". En general, en el grupo de amigos, los m¨¢s p¨ªcaros surt¨ªan de conocimientos a los dem¨¢s. Tom¨¢s, toledano de 78 a?os, recuerda los disparates que llegaba a crear la informaci¨®n sesgada recogida aqu¨ª y all¨¢. "Tendr¨ªamos 13 a?os, y uno nos hizo creer en el grupo que, si se quer¨ªan tener hijos, hab¨ªa que hacerlo por el culo. La ¨²nica manera segura era hacerlo por delante. Tambi¨¦n viv¨ªamos con mucho terror aquello de que las mujeres sangraban. Aquel muchacho nos ten¨ªa a todos enga?ados, y nos dijo que las mujeres sangraban siempre, todo el tiempo. No te voy a contar cu¨¢ndo descubr¨ª que todo esto era mentira porque me da hasta verg¨¹enza".
CATAR HEMBRA
Eso le dec¨ªan sus hermanos mayores a Tom¨¢s, de 78 a?os, cuando este se quedaba cortado delante de una chica: "Lo que tienes que hacer es catar hembra, y se te pasaba toda la tonter¨ªa". ?Cat¨®? "S¨ª, fuimos en fiestas a una sala donde hab¨ªa se?oritas que se acostaban por dinero. A m¨ª aquello no me gustaba mucho, pero de alguna manera hab¨ªa que apagar los fuegos". Tom¨¢s se r¨ªe a carcajadas cuando lo cuenta. Muchos chicos, al llegar a la pubertad, se ve¨ªan iniciados en un mundo del sexo que se basaba m¨¢s en un consuelo casi animal que en una verdadera satisfacci¨®n. Lope Garc¨ªa, bilba¨ªno de 77 a?os, recuerda aquellos tiempos con algo de remordimiento: "?bamos salidos como picos de mesa. A la novia poco te pod¨ªas acercar, as¨ª que s¨ª, alguna vez se ca¨ªa en errores. No s¨¦ si eran errores, era que algo ten¨ªamos que hacer con el cuerpo. La novia era intocable". Juan Plaza recuerda, sin embargo, que no todo el mundo viv¨ªa la misma situaci¨®n: "Hab¨ªa alguno que ten¨ªa una novia que se dejaba, otros que ten¨ªan novia que no se dejaba y dec¨ªan que se dejaba, o al rev¨¦s. Uno quer¨ªa estar con la novia, pero al mismo tiempo tampoco quer¨ªa "estropearla". Casarse con el trip¨®n no era una opci¨®n". Pero, en algunas ocasiones, por mucho af¨¢n que hubiera por juntar los cuerpos, las condiciones y el miedo social te desmantelaban el plan, como recuerda Manolo Soto, segoviano de 72 a?os: "No me da verg¨¹enza decir que la primera vez no pude. Mi novia quer¨ªa, yo quer¨ªa... Me puse nervioso. Y mira que ten¨ªa ganas, pero es que era en un portal, con gente pasando fuera... No hab¨ªa tranquilidad para hacer las cosas. F¨ªjate lo traumatizado que me qued¨¦, que pens¨¦ que era un incapaz y daba vueltas en la cama pensando meterme a cura. A mis amigos les dije que lo hab¨ªamos hecho, claro. Al poco tiempo conoc¨ª a mi mujer, y ah¨ª s¨ª que sali¨® ya la cosa bien".
"?bamos salidos como picos de mesa. A la novia poco te pod¨ªas acercar, as¨ª que s¨ª, alguna vez se ca¨ªa en errores. La novia era intocable"
HOMBRE CASADO
La boda, adem¨¢s de un ritual de madurez y hombr¨ªa, era el momento m¨¢s esperado, el inicio de la libertad. Por primera vez, la pareja estaba avalada para hacer lo que quisiera. Muchos remolonean al responder la pregunta de la noche de bodas. Manolo Soto reconoce que "mi mujer y yo ya nos hab¨ªamos acostado antes, as¨ª que ya nos ten¨ªamos cogido el puntillo, y fue divertida como una noche m¨¢s". Con respecto a la satisfacci¨®n de la mujer o a posibles "accidentes" por nervios o inexperiencia, se hacen bastante de rogar, aunque al final cantan: "Fue todo un poco atropellado, para qu¨¦ te voy a enga?ar -reconoce Tom¨¢s- Ten¨ªamos demasiadas ganas y demasiada poca experiencia. No hab¨ªa revistas, como ahora, en las que se hablase de esto. Algunas veces incluso se dec¨ªa que las ¨²nicas mujeres que disfrutaban eran las putas, as¨ª que imag¨ªnate". La represi¨®n, oscura e implacable, creaba unas lagunas de ignorancia que a veces era muy dif¨ªcil sortear. Lope, de 77 a?os, es el ¨²nico de los entrevistados que no se cas¨® y que vivi¨® fuera: "Mi sensaci¨®n es que Espa?a estaba muy atrasada. Yo trabaj¨¦ en Francia y Alemania, tuve varias novias all¨ª, y poco ten¨ªa que ver con ese susto en el cuerpo que parec¨ªa que ten¨ªa todo el mundo aqu¨ª. Hab¨ªa menos barbaridad, y uno pod¨ªa acostarse con su novia, porque hab¨ªa con qu¨¦ tomar precauciones y no se ve¨ªa tan mal. Pienso que a veces en Espa?a la ¨²nica manera de tener sexo era cas¨¢ndose, y eso te dejaba como enjaulado. Y a la mujer tambi¨¦n, claro est¨¢. Hab¨ªa muchos hombres que, cuando la represi¨®n empez¨® a ser menor, escondieron los anillos y aprovecharon la racha".
LOS HIJOS LOS TRAE DIOS
Con este dicho y un deje de pena define Eustaquio la situaci¨®n reproductiva que hab¨ªa en Espa?a. "Est¨¢bamos vendidos. Hab¨ªa que alimentar a todos los que te llegaran, y eso, por mucho que los quisieras, era de echarse a llorar. Yo tuve nueve, as¨ª que imag¨ªnate". La foto de familia, ese cl¨¢sico retrato grupal, a veces no dejaba sitio para que cupieran todos los que eran. "Era duro, claro que s¨ª, el no poder saber ni planear los hijos que ¨ªbamos a tener -reconoce Tom¨¢s- Intent¨¢bamos hacer marcha atr¨¢s, pero a veces no funcionaba. A mi mujer, en cada parto, era como que se le iba un poco de vida. Y hab¨ªa que trabajar mucho para alimentar a tantos". Juan Plaza recuerda comprar condones de contrabando en un piso de Madrid: "Era gente que pasaba a Francia y los consegu¨ªa. Mi mujer estaba nervios¨ªsima. Pero es que ella ten¨ªa un problema de un quiste, ya hab¨ªa perdido dos ni?os, y no quer¨ªamos sufrir m¨¢s. Era una cuesti¨®n de sentido com¨²n. Despu¨¦s, cuando se mejor¨®, ya tuvimos a nuestras dos hijas. Daba mucha libertad poder prevenir los embarazos, y creo que ah¨ª es cuando m¨¢s disfrutamos".
"Algunas veces incluso se dec¨ªa que las ¨²nicas mujeres que disfrutaban eran las putas, as¨ª que imag¨ªnate"
Antes de terminar estas entrevistas, uno de los entrevistados insisti¨® en contarme algo, con la condici¨®n de que no revelase su nombre: "Quer¨ªa a?adir solamente que al final tom¨¦ Viagra algunas veces, aunque lo tuve que dejar porque tengo problemas de coraz¨®n. Eso fue antes de que mi esposa muriera, y ah¨ª a¨²n no sab¨ªamos ni que estaba enferma, as¨ª que, aunque fuese peligroso para mi salud, me alegro de haber tomado Viagra, porque lo disfrutamos".
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