La ciencia de matar al padre
El jefe de F¨ªsica Nuclear del Instituto Max Planck se adentra en los misterios de los rayos gamma para sondear hasta d¨®nde puede llegar la sagacidad de Einstein

Lord Kelvin, el de los grados Kelvin, presidente de la Royal Society de Londres y uno de los cient¨ªficos m¨¢s influyentes de su tiempo, pensaba a finales del siglo XIX que todo lo importante de la f¨ªsica ya se hab¨ªa descubierto, y que solo quedaba rellenar unos cuantos detalles irrelevantes. Perdi¨® una gloriosa oportunidad de callarse, porque pocos a?os despu¨¦s, en 1900 y 1905, Planck y Einstein descubrieron la mec¨¢nica cu¨¢ntica y la relatividad, los dos pilares fundamentales de la f¨ªsica del siglo XX. Ya no hay Kelvins que batan de esa forma el r¨¦cord mundial de patinaje. A lo que aspira un buen f¨ªsico actual no es a confirmar que ya lo sabe todo, sino a revelar que no lo sabe. A matar a su padre cient¨ªfico, que es Einstein en la mayor¨ªa de los casos, para permitir avanzar a la f¨ªsica. Como puedes leer en Materia, ese es el esp¨ªritu de Werner Hofmann, director del Instituto Max Planck de F¨ªsica Nuclear en Heidelberg. Ese es el esp¨ªritu de los mayores cerebros de nuestro tiempo.
La mente de Hofmann flota muy por encima del cielo, all¨ª donde se forman los rayos c¨®smicos, donde mora el horizonte de sucesos de un agujero negro, en la frontera invisible donde nuestra f¨ªsica empieza a revelar sus fisuras apuntando a un nuevo continente de luz y conocimiento. Un mundo donde ni Einstein est¨¢ seguro en su pedestal intelectual, hasta ahora inviolado.
El de Einstein es un mundo elegante y parsimonioso, donde el espacio y el tiempo se curvan gr¨¢ciles en respuesta a la materia cercana, como se deforma una cama el¨¢stica cuando le pones encima una bola de petanca, un mundo de formas graduales e interacciones predecibles. A peque?a escala, sin embargo, sus ecuaciones se deshacen en el mundo alien¨ªgena y parad¨®jico de la f¨ªsica cu¨¢ntica, las otras ecuaciones que rigen en la escala at¨®mica y subat¨®mica. Los dos pilares fundamentales de la f¨ªsica, la relatividad general de Einstein (para lo muy grande) y la mec¨¢nica cu¨¢ntica (para lo muy peque?o), son certeros pero incompatibles matem¨¢ticamente. Y los f¨ªsicos est¨¢n obligados a superar esa incoherencia con una teor¨ªa m¨¢s amplia y profunda, una donde las piezas incompatibles puedan encajar y crear nuevo conocimiento.
¡°Hay teor¨ªas que predicen que en escalas de distancia muy cortas el espacio-tiempo tiene una estructura espumosa¡±, dice Werner. All¨ª donde Einstein quer¨ªa una ola suave, la ola se rompe en espumarajos cu¨¢nticos. Tal vez all¨ª la velocidad de la luz deje de ser constante, como establece la relatividad. Werner espera que, de ser as¨ª, se pueda descubrir estudiando los rayos gamma con los nuevos observatorios gemelos de precisi¨®n sin precedentes, uno de los cuales estar¨¢ en la isla de La Palma.
Si hay que matar al padre, aquel puede ser un buen sitio para hacerlo.
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