Faralaes
De jueces, polic¨ªas y periodistas se espera rigor, que cumplan su trabajo sin trampas ni intoxicaciones
Si hoy es martes, a¨²n dura el tufo a oportunismo causado por las reacciones a la muerte de la antigua alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢. Somos un pa¨ªs que a¨²n guarda tal reverencia y temor patol¨®gico a la muerte que es habitual que esta se utilice para hacer un negocio indigno y para sepultar la verdad bajo toneladas de falsa piedad. Los faralaes emocionales con que se viste a la desnuda muerte son comprensibles, pero no siempre racionales. El d¨ªa de la muerte de la senadora Barber¨¢ viv¨ªamos en una anomal¨ªa que describe de manera perfecta el mal funcionamiento de la pol¨ªtica espa?ola. Tras ser encausada, la se?ora Barber¨¢ tendr¨ªa que haber abandonado su cargo p¨²blico, pero tendr¨ªa que haber permanecido en su partido. Esa es la l¨®gica, pero suced¨ªa exactamente lo contrario. Era una senadora ausente y desganada, pero estaba fuera del partido al que fue fiel y tremendamente ¨²til.
La lucha contra la corrupci¨®n en Espa?a ha consistido tan solo en un levantado de alfombra para disimular. Por ello es habitual que los compa?eros de partido se desmarquen de quien a¨²n no est¨¢ condenado mientras ponen todo el empe?o en cegar la investigaci¨®n judicial. Limitan as¨ª que el da?o les afecte a ellos, pero perjudican a la transparencia en la gesti¨®n p¨²blica. Acusar a los medios de comunicaci¨®n y el sistema judicial de ser desalmados es como acusar a los cirujanos de usar el bistur¨ª para cortar la piel. En el razonamiento oblicuo de ciertos pol¨ªticos, parecer¨ªa coherente no acusar a nadie de ning¨²n delito que se sospecha que haya cometido no vaya a ser que se lleve un disgusto o se le provoque una crisis de ansiedad. Querer eliminar algunas de las medidas b¨¢sicas aprobadas en la lucha anticorrupci¨®n es utilizar la conmoci¨®n en el propio beneficio.
Quienes corrieron a declarar en los medios, tras la muerte de Rita Barber¨¢, que algunos tendr¨ªan que hacer examen de conciencia, en realidad hab¨ªan empezado a blanquear la suya propia, bajo ese pecado tan espa?ol de la piedad a destiempo. Porque ser amigo y colaborador de alguien consiste en hacerle ver lo que se niega a ver, convencerlo de que colaborar con la justicia no es humillarse, sino fortalecerse. Y luego est¨¢ la verdadera y secreta consistencia de la amistad, que es acoger y reconfortar a quien estimas. De jueces, polic¨ªas y periodistas no se espera cari?o, sino rigor, que cumplan su trabajo sin trampas ni intoxicaciones. Es habitual que fallen, claro. Pero es en la esfera ¨ªntima donde no le puedes fallar a quien espera algo de ti y solo cuenta contigo.
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