Fillon lanza el guante

Otro caso m¨¢s. Esta vez en Francia. Una vez m¨¢s, contra pron¨®stico. Los electores, en un buen n¨²mero, m¨¢s de cuatro millones, y de forma clara, han renunciado al candidato a priori mejor colocado, m¨¢s previsible y m¨¢s favorecido por los medios de comunicaci¨®n, dentro y fuera del pa¨ªs, e incluso por las canciller¨ªas extranjeras, deseosas de parar el lanzamiento de monedas al aire en el que se han convertido los ciclos electorales y plebiscitarios habidos este a?o.

Ni Nicolas Sarkozy, encamarado a un lenguaje populista y provocador y arropado por una presidencia del partido a la que se catapult¨® para desde ah¨ª ganar las primarias, ni Alain Jupp¨¦, el liberal tranquilo y europe¨ªsta, un valor seguro como estadista capaz de hablar al mundo, han podido con la popularidad de Fran?ois Fillon, un hombre que lo ha fiado todo a su capacidad de conectar directamente con algo que su victoria revela: la existencia entre la sociedad francesa de una ampl¨ªsima demanda en favor de un giro conservador.

Esa demanda, canalizada hasta ahora por el Frente Nacional de Marine Le Pen, va a encontrar ahora un duro competidor de cara a las elecciones presidenciales, a celebrar en la primavera del a?o que viene, en alguien como Fillon, que sin las estridencias xen¨®fobas y autoritarias del Frente Nacional, oferta un producto muy parecido: identidad, seguridad y soberan¨ªa, en definitiva, protecci¨®n frente a la incertidumbre.

Si Fillon representa una clara amenaza para Le Pen, el envite para los socialistas no es menor. Divididos entre s¨ª, sin un proyecto ideol¨®gico claro y con la losa que supone la impopularidad de Fran?ois Hollande, tienen que decidir si oponen un candidato fuerte y con posibilidades o se arriesgan a quedar fuera de la segunda vuelta y tener que acabar votando a Fillon para impedir el paso a Le Pen. Es la hora de decidir si quieren recoger el guante lanzado por Fillon.