Peligros de la desglobalizaci¨®n
La globalizaci¨®n tiene un precedente en el siglo pasado que no sobrevivi¨® a la Gran Depresi¨®n

Para los historiadores el abuso de paralelismos es un riesgo laboral. Y no hay ninguna analog¨ªa m¨¢s trillada que comparar cualquier evento con ¡°los a?os treinta¡±: as¨ª todo el mundo puede ser comparado con Adolf Hitler: Barack Obama, Marine Le Pen, Vladimir Putin o Donald Trump. El problema con los paralelismos es axiom¨¢tico: la historia no se repite. El ¡°eterno retorno¡± de Nietzsche es dif¨ªcil de encontrar fuera de las novelas de Kundera. Ahora bien, la r¨¢pida sucesi¨®n del voto por el Brexity la elecci¨®n de Trump s¨ª remiten a un fen¨®meno no menos importante de esa ¨¦poca: la desglobalizaci¨®n. Es un fen¨®meno que deber¨ªa quitar el sue?o.
El proceso globalizador que tanto odian los populistas a ambos lados del Atl¨¢ntico tiene precedentes: una primera era globalizadora existi¨® entre las d¨¦cadas de 1880 y 1930. A¨²n con tecnolog¨ªas simples, esos tiempos eran incluso m¨¢s libres que los nuestros: las inversiones no conoc¨ªan fronteras y los viajantes no ten¨ªan pasaportes. Una proporci¨®n de trabajadores mucho m¨¢s alta que ahora escap¨® a la pobreza europea para ¡°hacer las Am¨¦ricas¡± en los puertos de Nueva York y Buenos Aires. El imperio brit¨¢nico, con sus leyes comerciales y su impresionante Marina Real, garantizaba el comercio. Y el patr¨®n oro estaba en el centro del sistema.
Esta globalizaci¨®n sobrevivi¨® a la I Guerra Mundial, pero no a la Gran Depresi¨®n. Empez¨® a deshacerse a partir del crash de 1929, un guion que seguimos muy de cerca tras el colapso de Lehman Brothers hasta que Ben Bernanke, un historiador de los treinta, intervino. La crisis se convirti¨® en depresi¨®n cuando infect¨® a Europa y a sus bancos; los despilfarradores de la ¨¦poca no eran los griegos, sino los alemanes. En 1930, Berl¨ªn tuvo que hacer lo que nosotros hicimos en 2008-2012: salvar a la banca y a los banqueros. El nazismo solo comenz¨® a importar electoralmente tras esta calamidad. Pero lo que f¨¢cilmente se olvida es que el primer pa¨ªs en abandonar la arquitectura econ¨®mica globalista fue su m¨¢ximo sponsor: Reino Unido. En 1931, los brit¨¢nicos devaluaron la libra esterlina unilateralmente, desatando una ¡°guerra de monedas¡±. Londres prioriz¨® su recuperaci¨®n econ¨®mica a costa de un sistema que ellos mismos hab¨ªa construido y sostenido. El mercado devalu¨® la libra, tal como ocurri¨® con el Brexit.
Subiendo los decibelios, Londres simult¨¢neamente abandon¨® el libre comercio, erigiendo barreras comerciales para productos que no provinieran del imperio. Lo llamaron ¡°libre comercio imperial¡± pero otras naciones lo vieron como lo que era: proteccionismo. Desde Jap¨®n a Argentina, este proceso da?¨® a los pa¨ªses m¨¢s abiertos al comercio e invit¨® a militares politizados a inmiscuirse en instituciones democr¨¢ticas. ¡°Ning¨²n pa¨ªs ha administrado un shock m¨¢s severo al comercio internacional¡±, escribi¨® el propio Tesoro ingl¨¦s en 1931. El sistema se tambaleaba. El golpe de gracia vino de Washington. El magnate neoyorkino Franklin Delano Roosevelt hizo campa?a denunciando el establishment econ¨®mico; apenas empez¨® su mandato, Roosevelt denunci¨® ¡°los fetiches de los banqueros internacionales¡± y devalu¨® el d¨®lar unilateralmente. Este era un sistema que el Reino Unido no pod¨ªa y Estados Unidos no quer¨ªa mantener. El caos comercial global que sobrevino a la devaluaci¨®n americana permiti¨® al ministro de econom¨ªa nazi, Hjalmar Schacht, construir un imperio informal germano sin temer sanciones. Y la crisis convirti¨® al autoritario Benito Mussolini en el conquistador de Abisinia, un mal augurio sobre el futuro.
La elecci¨®n de Brexit y Trump en r¨¢pida sucesi¨®n cuestionan nuestra globalizaci¨®n. Si deshacemos el sistema, los mayores perdedores ser¨¢n aquellos pa¨ªses pobres a los que la integraci¨®n internacional ha ayudado a salvar de la extrema pobreza, desde la periferia europea (que hoy es Eslovenia pero en el pasado fue Espa?a) a una Latinoam¨¦rica que por el populismo llega tarde a la globalizaci¨®n. Adem¨¢s, es imperativo entender que lo que demolamos hoy puede tardar d¨¦cadas en reconstruirse, tal como Roosevelt aprendi¨® durante la II Guerra. Finalmente, el comercio nunca es solo comercial: el ocaso de la primera globalizaci¨®n termin¨® da?ando la seguridad global; la falta de sistemas globales puede fomentar a Gobiernos autoritarios con ambiciones regionales.
Tal como el poder, los sistemas nunca son para siempre. La historia no termina ni se repite. Los movimientos unilaterales nos pueden hacer a todos m¨¢s pobres y menos seguros. Reformemos la globalizaci¨®n en vez de condenarla a la historia.
Pierpaolo Barbieri es director ejecutivo de Greenmantle y autor de La sombra de Hitler: el imperio nazi y la guerra civil espa?ola (Taurus).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.