Nuevas ruinas
El cierre del centro de refugiados Baobab testimonia que los inmigrantes no van a encontrar cobijo en Roma
A unos metros del enorme Cementerio del Verano, en el barrio romano de Tiburtino, en una esquina de la estrech¨ªsima Via Cupa, est¨¢ el Baobab, antes un centro de refugiados. El centro est¨¢ cerrado desde hace un a?o exacto. Lo cerr¨® la alcald¨ªa de Roma en diciembre de 2015 tras varios desalojos previos conducidos por la polic¨ªa. Recorr¨ª por fuera los muros del antiguo centro, llenos a¨²n de pintadas, hechas por muchas manos distintas: el dibujo de un barco atiborrado de gente y otro de un ¨¢rbol arraigando el cielo, como parece que hacen los baobabs; las palabras ¡°Mama Afrika¡± y la palabra ¡°Eritrea¡±; una pinta gorda, en espray rojo con el mensaje ¡°Roma Antirazzista¡±, sobre la cual, en letra m¨¢s t¨ªmida y con acr¨ªlico negro, alguien escribi¨® ¡°Ahmed+Sozania=Ti Amo¡±. El muro, como todas las ruinas de esta ciudad, se lee como un palimpsesto. Pero si de algo da testimonio es de las vidas que seguramente no van a encontrar refugio en Roma, de los amores y amistades que no florecer¨¢n aqu¨ª.
Antes de que el Baobab cerrara, me cuenta Andrea Costa, su fundador, hab¨ªan alojado ah¨ª a 60.000 refugiados de distintos pa¨ªses africanos.
¡ª?En cu¨¢ntos a?os?¡ª le pregunto.
¡ªEn s¨®lo siete u ocho meses¡ª me responde.
Hab¨ªan pasado 60.000 personas por ese peque?o albergue entre la primavera de 2015 y diciembre de ese mismo a?o, los meses en que se profundiz¨® la crisis de refugiados en Europa (la misma que muchos insisten en seguir llamando crisis de ¡°migrantes¡±, palabra que le resta responsabilidad a los Gobiernos). El centro, un punto de descanso en la ruta que casi todos contin¨²an hacia el norte, recibi¨® enorme apoyo ciudadano. Pero no as¨ª de la alcald¨ªa de la ciudad, que lo declar¨® un centro ¡°ilegal¡± en diciembre de 2015, y cerr¨® el Baobab. El peque?o cine, las cocinas, los espacios de distensi¨®n y de intercambio comunitario quedaron absurdamente inutilizados.
En los meses siguientes, los refugiados y algunos voluntarios vivieron en tiendas de campa?a, enfrente del centro clausurado. Pero los constantes operativos y desalojos de la polic¨ªa los desplazaron hacia el este: un kil¨®metro m¨¢s lejos de Roma y m¨¢s cerca de la periferia. Ahora las tiendas est¨¢n en la estaci¨®n Tiburtina ¡ªuna especie de tierra de nadie, desoladora¡ª. Me cuenta Andrea Costa que esperan que esta misma semana la alcald¨ªa apruebe la permanencia de este nuevo asentamiento de tiendas junto a la estaci¨®n, de forma que los refugiados puedan al menos estar seguros de que la polic¨ªa no va a llegar a despertarlos un d¨ªa a medianoche, a mitad del largo invierno que se viene.
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