Casablanca en Marrakech
Una visi¨®n norteamericana de la reciente Cumbre de Cambio Clim¨¢tico
?Para un estadounidense que trabaja en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la reciente cumbre de Marrakech fue como estar inmerso en unapel¨ªcula surrealista. Pero la crisis clim¨¢tica no es ninguna ficci¨®n.
Desde mi asiento en el aeropuerto de Casablanca, de regreso a casa tras la cumbre anual de Naciones Unidas sobre cambio clim¨¢tico, no puedo evitar recordar la pel¨ªcula de Casablanca; el cl¨¢sico de 1942 es una de mis pel¨ªculas favoritas. Como estadounidense que trabaja en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la Conferencia de las Partes (COP) se me antojaba como uno de los escenarios de la pel¨ªcula, el Rick ?s Caf¨¦ ¨C un lugar de refugio lejos de la tormenta acechante.
La tormenta se hab¨ªa desencadenado en casa, con el resultado de las elecciones estadounidenses pero, a pesar de la distancia, no hab¨ªa escapatoria posible; ni siquiera en Marruecos. Con una administraci¨®n entrante que pronto se convertir¨¢ el ¨²nico gobierno en el planeta ha decidido ignorar la existencia del cambio clim¨¢tico; tuve que ofrecer muchas explicaciones a mis colegas internacionales. Su ansiedad ¨Cy la m¨ªa- se deriva de un hecho irrebatible: el mundo necesita ya mismo del liderazgo de Estados Unidos en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. En este frente, de los Estados Unidos se requiere m¨¢s, no menos.
Los l¨ªderes estadounidenses deber¨ªan estar ya colaborando con otros pa¨ªses en la ejecuci¨®n de pol¨ªticas que conduzcan a la estabilizaci¨®n del clima, a asegurar el acceso al agua, a un aire limpio, a un crecimiento econ¨®mico inclusivo y sostenible. El mundo tambi¨¦n necesita de Estados Unidos ¨Cel mayor responsable del cambio clim¨¢tico- una muestra de liderazgo moral y financiero en apoyo a quienes ya est¨¢n padeciendo los impactos m¨¢s devastadores de un clima cambiante. No deber¨ªamos olvidar que de nuestros impuestos puede depender el salvavidas de muchas personas alrededor del mundo. En uno de los ¨²ltimos momentos de la cumbre de Marrakech, el Primer Ministro de Fiji ¨Cun pa¨ªs en v¨ªas de desaparici¨®n por el incremento del nivel del mar- pidi¨® a los Estados Unidos que volviesen a asumir el papel que representaron tras la Segunda Guerra Mundial: salvar al mundo. Espero desesperadamente que los Estados Unidos respondan a este llamado.
Siempre nos quedar¨¢ Par¨ªs
A pesar de la incertidumbre que se cierne sobre las pol¨ªticas clim¨¢ticas en Estados Unidos (y del diluvio de atenci¨®n medi¨¢tica sobre este punto), lo que la COP dej¨® claro este a?o es que el conjunto de los pa¨ªses que la conforman est¨¢n comprometidos a seguir avanzando juntos. La amalgama global que impuls¨® el Acuerdo de Par¨ªs, alcanzado por 196 pa¨ªses el a?o pasado y que entr¨® en vigor d¨ªas antes del inicio de la COP, demostr¨® que existe una roca cimentadora para la acci¨®n clim¨¢tica.
De hecho, numerosos pa¨ªses demostraron en Marrakech que, m¨¢s all¨¢ de sus circunstancias, abordar el cambio clim¨¢tico es un imperativo com¨²n. Por ejemplo, 47 de los pa¨ªses m¨¢s vulnerables se comprometieron a abastecerse al cien por cien de energ¨ªa renovable en 2050. El Reino Unido, que recientemente ha tenido su propia convulsi¨®n pol¨ªtica, ratific¨® el Acuerdo de Par¨ªs durante la COP, demostrando que, m¨¢s all¨¢ de ideolog¨ªas, se puede desplegar la visi¨®n y el liderazgo necesarios para enfrentar un problema que seguir¨¢ manifest¨¢ndose mucho m¨¢s all¨¢ de la estrechez de los mandatos electorales. Incluso los representantes de pa¨ªses destruidos por la guerra -como Yemen- o arrasados por huracanes -como Hait¨ª- vinieron a Marruecos con discursos de compromiso con el multilateralismo y acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico.
Aunque notables, es importante se?alar que las iniciativas anunciadas en la COP este a?o, representan s¨®lo una fracci¨®n de las iniciativas que est¨¢n liderando ciudades, empresas, y comunidades alrededor del mundo. Tenemos ahora, por fin, un impulso (esperemos que irreversible) hacia un futuro m¨¢s resistente al cambio clim¨¢tico.
El tiempo pasar¨¢
Y a¨²n as¨ª, seguimos en una carrera contra reloj. Por si hiciera falta recordarlo, al tiempo que conclu¨ªan las negociaciones de Marrakech, se informaba de un registro de temperatura en el Polo Norte de veinte grados por encima de lo normal¡ Las negociaciones avanzan, pero demasiado lento. Naciones Unidas no puede conformarse con salvar el proceso ni con el actual statu quo, cuando se necesitan con urgencia acciones m¨¢s ambiciosas. M¨¢s all¨¢ de la mesa de negociaci¨®n, los gobiernos deben ser determinados, romper sus lazos y dependencia de la industria de los combustibles f¨®siles y agarrarse cuanto antes a los beneficios de una econom¨ªa basada en la energ¨ªa limpia. Las palabras grandilocuentes no valen tanto como las reformas pol¨ªticas, y lo que necesitamos es m¨¢s de lo segundo. Y lo que con certeza no podemos consentir son ¨Cen palabras de John Kerry- ¡°decisiones suicidas¡±, que pongan en riesgo a la mayor¨ªa en beneficio de la minor¨ªa.
El reto es may¨²sculo, cierto, pero ?c¨®mo podr¨ªamos no enfrentarlo? Se trata del mundo que estamos fabricando para nuestros hijos, para nuestros nietos, para todos los que quedan por nacer.
Este puede ser el principio de una bella amistad
Y as¨ª, de vuelta a Estados Unidos, de vuelta a Casablanca, me sorprendo plante¨¢ndome la misma pel¨ªcula que el c¨ªnico Rick le plantea a Victor Laslo- un luchador por la libertad que arriesga su vida por sus aliados durante la segunda guerra mundial-:
¡°No te preguntas a veces si todo esto merece la pena? Quiero decir, eso por lo que est¨¢s luchando.¡±
Laszlo responde: ¡°De igual modo podr¨ªas cuestionar por qu¨¦ respiramos. Si no respiramos, morimos. Si dejamos de combatir a nuestros enemigos, el mundo morir¨¢.¡±
Un poco dram¨¢tico, s¨ª, es Hollywood despu¨¦s de todo, pero se ajusta bastante a la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Hoy en d¨ªa, no hay mayor reto que ¨¦ste, con m¨¢s en juego. Quedarse al margen no es una opci¨®n. Si sabemos qu¨¦ es lo correcto, no podemos dejar de luchar.
Sobre el autor
Thomas Damassa es asesor senior de pol¨ªticas clim¨¢ticas para Oxfam, en Washington DC, Estados Unidos. La versi¨®n original de este blog est¨¢ disponible aqu¨ª.
A la postre, mucha de la fe y esperanza que nos queda para seguir en la brecha reposa sobre algo que se hizo muy patente en la COP: un s¨®lido y comprometido movimiento de la sociedad civil, compuesto por activistas, personalidades influyentes y cientos de organizaciones que representan a millones de individuos listos para seguir presionando y trabajando para que los poderosos nos rindan cuentas. Dispuestos a alzar la voz en nombre de aquellos cuya voz est¨¢ silenciada, de aquellos a quienes se est¨¢ dejando atr¨¢s. Me enorgullezco de, junto a Oxfam, ser parte de ese movimiento.
Debemos concertar nuevas f¨®rmulas, seguir trabajando juntos para labrar un futuro m¨¢s limpio, m¨¢s eficiente, m¨¢s inclusivo, para todos. Porque sea cual sea el futuro que nos depara el cambio clim¨¢tico, irremediablemente estaremos juntos en ¨¦l.
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