¡°Dije no. Pero ¨¦l no par¨®¡±
De Ana, que se esconde en el anonimato, abus¨® la persona en la que ella m¨¢s confiaba y, cuando se atrevi¨® a denunciar, la justicia no le crey¨®. Cre¨® un c¨®mic para contar su historia
Si te roban el bolso, y vas a denunciar,? basta con decir que tus cosas han desaparecido, que no sabes m¨¢s, que te despistaste un momento y se lo hab¨ªan llevado. Si lo que vas a denunciar es una agresi¨®n sexual, o un abuso, la cosa cambia. Ah¨ª media no solo la denuncia, sino un reconocimiento ginecol¨®gico de urgencias y forense en el hospital. Obviamente. El robo de un bolso y una violaci¨®n no tiene nada que ver; el hecho de compararlos es la normalidad con la que se asume que a una mujer le hayan podido robar la cartera, frente a la desconfianza que, todav¨ªa, a veces existe cuando se abre la puerta de una comisar¨ªa para contar una violaci¨®n. La cuesti¨®n es, ?qu¨¦ creemos y qu¨¦ no?, ?por qu¨¦ nos es f¨¢cil creer ciertas cosas?, ?por qu¨¦ seguimos desconfiando de otras?
S¨ª, como posible, es posible que las mujeres mientan ante un delito tan atroz, pero vayamos al dato, a la realidad: seg¨²n la Fiscal¨ªa General del Estado, en Espa?a, las denuncias falsas por violencia machista presentadas en 2015 son el 0,014% del total. De las 129.292 mujeres que acudieron a la Justicia en ese a?o, solo 18 se tramitaron como falsas. Estas estad¨ªsticas deber¨ªan servir, cuanto menos, para escuchar a quienes denuncian agresiones, principalmente mujeres.
"Hace unos a?os fui violada. El agresor, a quien yo conoc¨ªa, era en ese momento en quien m¨¢s confiaba (seg¨²n datos del Ministerio del Interior, alrededor del 80% de las violaciones son cometidas por conocidos de la v¨ªctima). No denunci¨¦ inmediatamente; lo cierto es que me cost¨® mucho cont¨¢rselo a alguien. Primero guard¨¦ silencio, tratando de comprender yo sola c¨®mo algo as¨ª pod¨ªa estar ocurriendo. Llor¨¦ mucho, me castigu¨¦, trat¨¦ de apartarlo de mi cabeza y, al final, un d¨ªa, fue incontenible: acud¨ª a dos amigas y les cont¨¦ lo que pude. El resto, lo que no fui capaz de expresar en palabras, lo dibuj¨¦". De ah¨ª sali¨® el c¨®mic Buscando justicia.
Esto lo cont¨®, en nombre de Ana (una mujer real que lleg¨® a Espa?a como refugiada) la Asociaci¨®n de Mujeres de Guatemala. Lo hicieron bajo una campa?a denominada #YoTeCreo, en su nombre y en el de todas las v¨ªctimas sexuales, y como parte de la batalla contra la falta de credibilidad. Su objetivo: concienciar sobre la injusticia y la revictimizaci¨®n a la que se ven sometidas las mujeres agredidas y sobre cuya palabra recae constantemente la sospecha. Tambi¨¦n se hace con la intenci¨®n de contribuir a combatir los estereotipos sobre el consentimiento y sus l¨ªmites en las relaciones sexuales ¡ªlamentablemente para la prensa e instituciones pesa el ¡°mito¡± de las denuncias falsas¡ª.
Ana cuenta que dijo no, siempre dijo no, con palabras, con l¨¢grimas, con forcejeos. ?l nunca par¨®. Y aunque no recuerda cu¨¢ndo exactamente, sus fuerzas para seguir neg¨¢ndose se agotaron: "Mi ¨¢nimo se quebr¨® y mi voz se ahog¨®. Para ¨¦l fue una victoria y ya no hubo l¨ªmites. En la que fue mi primera experiencia sexual, Siddhartha M. me viol¨®. Me oblig¨® a llamarle ¡°amo¡± y a repetir que yo era ¡°su puta¡±. No cumplir sus ¨®rdenes conllevaba un castigo". La oblig¨® a ver porno para aprender a hacerle felaciones: "Despu¨¦s decidi¨® acabar en alguno de mis agujeros, lo que result¨® en una penetraci¨®n por v¨ªa anal. At¨® un cintur¨®n alrededor de mi cuello, me hizo andar a cuatro patas, desnuda, y mirarme al espejo para reconocerme como su perra". Despu¨¦s la amenaz¨®, y la atemoriz¨®, dici¨¦ndole que si lo contaba, todo el mundo pensar¨ªa que era "una puta".
Al final, Ana opt¨® por creer en la justicia. "Me equivoqu¨¦. El proceso fue devastador. Pas¨¦ por varios abogados y psic¨®logos que ni comprendieron ni creyeron mi historia, como tampoco la crey¨® la jueza del caso. Me acribillaron a preguntas que no buscaban esclarecer los hechos, sino convencerme de que era yo la culpable". En su caso, la denuncia fue desestimada. Se aleg¨® que es muy raro que una v¨ªctima de violaci¨®n tenga estudios universitarios o acuda a manifestaciones contra la violencia machista.
¡°Como sociedad no se cree en ellas: vale m¨¢s cualquier otra prueba que su testimonio", apunta Mercedes Hern¨¢ndez, presidenta de la Asociaci¨®n que lanz¨® la campa?a. Se?alan, en nombre de todas, que ¡°creer o no a las mujeres puede marcar el camino a la resiliencia¡±.
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