Rector indigno
El responsable de la Universidad Rey Juan Carlos debe dimitir de inmediato
El lamentable espect¨¢culo protagonizado por Fernando Su¨¢rez, rector de la Universidad Rey Juan Carlos, neg¨¢ndose a dimitir de su cargo a pesar de la evidencia de los numerosos plagios encontrados en su obra investigadora, no solo le llenan de descr¨¦dito a ¨¦l personal y profesionalmente, sino a su Universidad y, por extensi¨®n, al sistema universitario espa?ol.
Frente a la ligereza con la que algunos, entre ellos el propio interesado, despachan la cuesti¨®n del plagio, hay que recordar que la copia del trabajo de los dem¨¢s es la falta m¨¢s grave que puede cometer un acad¨¦mico. Apropiarse sin citarlo del trabajo de otros supone pervertir la misma esencia del trabajo universitario, que no es otra que la producci¨®n de conocimiento y su transmisi¨®n a la sociedad. No se trata, por tanto, de una cuesti¨®n menor, ni de unos meros entrecomillados, sino de una violaci¨®n del n¨²cleo central en el que se basa la integridad y la respetabilidad de toda una profesi¨®n.
La sociedad, que ha depositado en funcionarios como Fernando Su¨¢rez una responsabilidad tan crucial como la de producir y difundir el conocimiento cient¨ªfico, no puede permitir bajo ning¨²n concepto que un tramposo acreditado est¨¦ en la c¨²spide del sistema universitario en su doble condici¨®n de catedr¨¢tico y, por ende, de rector de una Universidad.
Resulta lamentable que, como se ha demostrado estos d¨ªas, ni la propia Universidad concernida, ni la Consejer¨ªa de Educaci¨®n de la Comunidad de Madrid, de quien depende para su financiaci¨®n, ni el propio Ministerio de Educaci¨®n, encargado de velar por la calidad del sistema universitario y de acreditaci¨®n y evaluaci¨®n de los profesores que en ¨¦l trabajen, hayan sido capaces hasta la fecha de obligar a rendir cuentas al rector por su inaceptable comportamiento.
Con su pasividad, la Universidad proyecta una sombra de corporativismo y clientelismo sumamente peligrosa. La autonom¨ªa universitaria, cuyo fin es ayudar a lograr la excelencia, no puede servir precisamente para lo contrario: proteger a los mediocres o, directamente, a los tramposos.
Por su parte, el silencio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y su consejero de Educaci¨®n, Rafael van Grieken (catedr¨¢tico en la misma Universidad que el profesor Su¨¢rez), tampoco resultan aceptables. Su deber es exigir la ejemplaridad de los empleados p¨²blicos a los que administran y habilitar los mecanismos para que este tipo de comportamientos no quede impune.
Tampoco puede permanecer al margen el ministro de Educaci¨®n, ??igo M¨¦ndez de Vigo, con la torpe y por lo dem¨¢s falsa excusa de que el tema no es de su competencia cuando el hecho es que su ministerio es el responsable de acreditar y evaluar a los profesores universitarios, lo que le convierte en el primer interesado en saber por qu¨¦ no se detectaron dichos plagios a la hora de evaluar y acreditar al rector.
Vistos los hechos, no encontramos una sola raz¨®n que no haga urgente la dimisi¨®n del rector bien por iniciativa propia o bien porque en aras del prestigio de la ense?anza universitaria as¨ª se lo exija con toda firmeza la presidenta de la Comunidad de Madrid o el ministro de Educaci¨®n.
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