El fin del comunismo
Resulta preciso volver a Lenin para entender hasta qu¨¦ punto era irreformable el r¨¦gimen sovi¨¦tico, basado en la eliminaci¨®n de la democracia y de todo pluralismo mediante la violencia de Estado
Hace ahora veinticinco a?os, el 25 de diciembre de 1991, el presidente Gorbachov anunci¨® la disoluci¨®n de la URSS, consecuencia del fallido golpe de Estado del 21 de agosto. La cuesta abajo iniciada dos a?os antes en las democracias populares llegaba a su conclusi¨®n l¨®gica: el fin del comunismo sovi¨¦tico. De esa trayectoria parec¨ªa participar incluso China, sin que percibi¨¦ramos que Tian an-men hab¨ªa sido el muro contra el cual se estrellaron definitivamente las expectativas democr¨¢ticas. Recuerdo tambi¨¦n haber asistido con Javier Pradera a unas jornadas sobre Cuba en Madrid, donde se daba por supuesto que estaban contados los d¨ªas del castrismo, privado del man¨¢ ruso.
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Pero ¡°la ¨²ltima palabra todav¨ªa no ha sido pronunciada¡±, seg¨²n advirti¨® el jefe de la Stasi, Mischa Wolf, tras la ca¨ªda de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). El a?o de 1991 supuso el fin del comunismo sovi¨¦tico, y con ¨¦l de la presencia efectiva de los partidos herederos de la Tercera Internacional en Europa. No de los reg¨ªmenes comunistas extraeuropeos. Bajo el liderazgo de Deng Xiao Ping, China reemprendi¨® el experimento que la revoluci¨®n cultural abort¨® en sus preliminares, de recurso a la disciplina confuciana, sin sombra de pluralismo pol¨ªtico, hasta consolidar una v¨ªa de crecimiento econ¨®mico sometida al monopolio de poder del Partido Comunista Chino (PCCh). Fue imitada por Vietnam y Laos. Por su parte, gracias a las subvenciones de Ch¨¢vez, el r¨¦gimen castrista malvivi¨® hasta hoy. Y en Corea del Norte se afirma una tiran¨ªa din¨¢stica de signo belicista, configurando un modelo de pa¨ªs-c¨¢rcel.
El denominador com¨²n fue el recurso a una represi¨®n permanente. El enorme ¨¦xito econ¨®mico de China ha permitido dejar de lado la reivindicaci¨®n pol¨ªtica, salvo en Hong Kong, pero aun donde la gesti¨®n econ¨®mica sigue arrastr¨¢ndose, caso de Cuba, a pesar del lavado de fachada propiciado por Obama, sigue bloqueada toda apertura pol¨ªtica. Igual que suced¨ªa en Espa?a con Franco, los cubanos saben que Ra¨²l Castro dispara. El cambio de imagen afecta para Cuba solo a los medios occidentales y a los inversores, no a los derechos humanos.
Mirando hacia atr¨¢s, a pesar de la profunda crisis del ¡°socialismo realmente existente¡± en los a?os 80, el happy end dif¨ªcilmente hubiera llegado sin el reformismo de Gorbachov y su reticencia a emplear las armas en la defensa de los reg¨ªmenes sovi¨¦ticos. Por algo es tan odiado en su pa¨ªs. Pensemos en la importancia en Rusia del sentimiento continuista de exaltaci¨®n nacional, hoy encarnado por Putin, quien sin duda en 1989 y 1991 hubiese actuado de otro modo. Hay un hilo rojo desde el imperialismo zarista a Stalin, y de este al actual presidente ruso. Stalin no dud¨® en elogiar una pol¨ªtica zarista de expansi¨®n territorial, que asumi¨® expl¨ªcitamente como heredero a partir de 1939, aprovechando cada ocasi¨®n para ensanchar fronteras. En cuanto a Putin, desde su posici¨®n en la KGB, vio en el desplome de la URSS ¡°la mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo XX¡±; y por lo que se ve, har¨¢ todo lo posible para su restauraci¨®n en nombre de Rusia, sin que cuenten los muertos y las violaciones del derecho internacional. Sus vecinos lo saben demasiado bien.
La imagen gloriosa del orden sovi¨¦tico, o lo que quedaba de ella tras Praga 68 y las noticias del desplome econ¨®mico, se derrumb¨® como un castillo de naipes. Las maravillas de la RDA cantadas por Mundo Obrero al borde de la ca¨ªda del muro, o la construcci¨®n del socialismo, pregonada aun en 1988 por Julio Anguita, fueron borradas por la realidad del aberrante r¨¦gimen policial de La vida de los otros, y unas econom¨ªas no competitivas con las occidentales. ¡°Proletarios de todo el mundo, perdonadnos " (verzeihen uns) pon¨ªa una inscripci¨®n en boca de Marx y Engels. Y la apertura de los archivos sovi¨¦ticos deshizo el mito de que la monstruosidad de Stalin hab¨ªa sustituido al comunismo aut¨¦ntico de Lenin, quien desde 1917 fue creador consciente de un Estado terrorista.
Se ha deshecho el mito de que la monstruosidad de Stalin hab¨ªa sustituido al comunismo aut¨¦ntico
?Por qu¨¦ no se dio respecto del comunismo una imprescindible clarificaci¨®n? No sirve aducir que quiso la emancipaci¨®n de la humanidad, ya que produjo lo contrario. Pero s¨ª es cierto que su lucha contra reg¨ªmenes reaccionarios, de no alcanzar el poder, constituy¨® un factor democr¨¢tico de primer orden por su determinaci¨®n y por la entrega y sacrificio de sus militantes. Recordemos aqu¨ª, entre otros muchos, a figuras ejemplares como Sim¨®n S¨¢nchez Montero, Jos¨¦ Sandoval, Domingo Malag¨®n. Con todas sus contradicciones, tambi¨¦n Pasionaria, Joan Comorera, Jos¨¦ D¨ªaz. Y Federico S¨¢nchez.
En l¨ªnea con el antecedente de los frentes populares de 1936, el eurocomunismo, la b¨²squeda de un comunismo democr¨¢tico, fue su expresi¨®n. ¡°Si los comunistas no somos los dem¨®cratas m¨¢s consecuentes¡±, advirti¨® Togliatti, ¡°seremos superados por la historia¡±. Pero mal cab¨ªa esperar esa revisi¨®n ante la pinza de una presi¨®n occidental dominada por un anticomunismo de guerra fr¨ªa, y de la ofensiva permanente desatada desde la URSS de Brezhnev. As¨ª, nunca se dio la imprescindible ruptura del cord¨®n umbilical con el marxismo sovi¨¦tico. Salvo en el Partido Comunista Italiano (PCI), las limitaciones eurocomunistas eran insalvables, caso en Francia de Georges Marchais ¡ª¡±el hombre de Cromagnon de la izquierda¡±, Mitterrand dixit- o de un Santiago Carrillo que pretend¨ªa impulsar la democracia desde ¡°el Partido Comunista de siempre¡±, el de Stalin, y en lo posible, al modo de Stalin.
Luego intervino la m¨¢scara. As¨ª, entre nosotros, Izquierda Unida, convertida en la ant¨ªtesis de su proyecto, sirviendo solo para amparar la hibernaci¨®n comunista, con punto de llegada en el jur¨¢sico ¡°clase contra clase¡± de Alberto Garz¨®n, simple ap¨¦ndice de Podemos. De hecho la formaci¨®n morada es hoy, bajo Pablo Iglesias, inconsciente seguidora de ¡°aquel calvo genial¡± (sic), quien ense?¨® en 1917 como puede obtener respaldo de masas una organizaci¨®n r¨ªgidamente centralizada en manos de un jefe. ?Finalidad? Entregarse a la erosi¨®n de la libertad ¡ªaqu¨ª, del orden constitucional¡ª y a la eliminaci¨®n de todo competidor de izquierda.
Como suced¨ªa con Franco en Espa?a, los cubanos saben que Ra¨²l Castro dispara
Resulta preciso volver a Lenin para entender hasta qu¨¦ punto era irreformable el comunismo sovi¨¦tico, basado en la eliminaci¨®n de la democracia y de todo pluralismo mediante la violencia de Estado. Lo prob¨® el fracaso de los intentos finales del propio Lenin por hacer del partido ¡°una gota en el mar del pueblo¡±. Su dictadura del partido-Estado desembocaba inevitablemente en Stalin.
1991 fue el fin de la URSS, la muerte de una utop¨ªa, pero no signific¨® la extinci¨®n del comunismo, dada la supervivencia directa de su legado en China, Vietnam, o Cuba, e indirecta en reg¨ªmenes de opresi¨®n y miseria (Venezuela, Nicaragua). Tampoco cancel¨® la exigencia de seguir luchando contra la injusticia social.
Antonio Elorza fue fundador de Izquierda Unida.
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