Ashley y el p¨¦ndulo
No hay soluciones sencillas, pero si hay algo que nos acerca a ellas no es la identidad, sino un problema compartido
![Jeremiah Wright durante una intervención en la que volvió a defender y justificar su posición radical.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/55MV4YN3YAFFHE63BVLSA7RMSY.jpg?auth=5f6a8f68715016f38ff288a01187f600dd722f3e92775574a13e1c6b8066a8cb&width=414)
El 18 de marzo de 2008, el candidato Barack Obama dio el discurso m¨¢s dif¨ªcil de su corta carrera hacia la presidencia. Llevaba d¨ªas bajo una presi¨®n medi¨¢tica sin precedentes para ¨¦l: la prensa hab¨ªa sacado a relucir declaraciones extremas de su antiguo pastor, el reverendo Wright. Obama hab¨ªa dejado hasta entonces que su color de piel hablase m¨¢s que sus palabras sobre la cuesti¨®n racial, pero en ese momento se vio obligado a cambiar de rumbo. Ese discurso constituy¨® un punto de inflexi¨®n. Y, dentro del mismo, lo fue Ashley.
Tras 40 minutos afrontando uno a uno los matices sociales y pol¨ªticos de la cuesti¨®n racial en Estados Unidos, Obama cuenta la historia de una activista dem¨®crata: Ashley, una joven blanca de 23 a?os que decidi¨® serlo despu¨¦s de que su madre perdiese el derecho a cobertura sanitaria por faltar al trabajo a causa de un c¨¢ncer. Un d¨ªa, tras explicar su caso en una ronda de presentaci¨®n junto a otros militantes, la mujer se encuentra con un anciano afroamericano que cierra el turno de respuestas diciendo: ¡°Estoy aqu¨ª por Ashley¡±. Y ya est¨¢.
La an¨¦cdota resume algo que se encuentra en el coraz¨®n de la ret¨®rica del presidente: la complejidad es inevitable, no hay soluciones sencillas, pero si hay algo que nos acerca a ellas no es la identidad, sino reconocernos en la aparente diferencia gracias al problema compartido.
Esta semana, ocho a?os y nueve meses despu¨¦s de aquel discurso, el colegio electoral estadounidense ha confirmado que Trump ocupar¨¢ la Casa Blanca. Su estrategia es radicalmente distinta: s¨ª hay soluciones sencillas, ¨¦l las conoce mejor que nadie, y pasan por recobrar identidades que se encontraban (que, de hecho, se encuentran todav¨ªa) en declive. Lo que la campa?a republicana ha sabido ver es que en el pluralismo de su predecesor s¨ª hab¨ªa una definici¨®n identitaria oculta. Una contra la que construir una alternativa, a modo de espejo negativo. As¨ª, el legado de Obama no solo corre peligro, sino que adem¨¢s nos alerta de una din¨¢mica pendular: por cada Ashley, y por cada anciano afroamericano que decida apoyarla, habr¨¢ un Donald. @jorgegalindo
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