Nos queda Merkel
La canciller nos est¨¢ diciendo que no hay seguridad emocional, pero que ella est¨¢ ah¨ª
En 1517, Lutero procedi¨® a colgar sus tesis contra el catolicismo en las puertas de la iglesia de Wittenberg. Reflejaban un estado de indignaci¨®n moral frente al orden eclesi¨¢stico. Hoy, 500 a?os despu¨¦s, Merkel se presenta para reafirmarse en sus convicciones casi desde el mismo lugar que el rebelde protestante: ¡°Aqu¨ª estoy yo, no puedo hacer otra cosa¡±.
Desde un imperativo ¨¦tico, Merkel responde ante su pueblo con un discurso valiente, reconociendo con naturalidad su responsabilidad y sus limitaciones. Frente al pretencioso despliegue de fuerza ¡ªy testosterona¡ª de Hollande, la canciller no habla de ¡°guerra contra el terror¡±, ni decide bombardear Siria unilateralmente, ni activar una estrategia intergubernamental fuera de las instituciones de la Uni¨®n. Sabe que, declarando un estado de guerra, todo lo dem¨¢s pasa a un segundo plano; que la ret¨®rica del miedo solo alimenta a los buscadores de votos, y que el terror se perpet¨²a a s¨ª mismo porque en realidad carece de ej¨¦rcito: no se puede destruir con bombas. La canciller nos est¨¢ diciendo que no hay seguridad emocional, pero que ella est¨¢ ah¨ª. Y ofrece su apoyo a quienes han defendido y se han esforzado por sacar adelante su pol¨ªtica de acogida de refugiados.
As¨ª, los refugiados representan el nacimiento de una nueva conciencia moral que no huye ante los insoportables dilemas humanos. Hay estados emocionales que, por el contrario, necesitan poner rostro a la inseguridad: ¡°estos son los muertos de Merkel¡±, como dijo uno de los l¨ªderes de Alternativa para Alemania (AfD), representa ese af¨¢n por buscar monstruos fuera de nosotros. Los enemigos nos atan y moldean desde fuera en una ¡°decisi¨®n existencial colectiva¡±, seg¨²n Carl Schmitt, confiri¨¦ndonos la seguridad de pertenecer al clan de los elegidos. O cuando Trump, con cierto regusto b¨ªblico de cruzada contra Occidente, dice que ¡°los terroristas isl¨¢micos asesinan continuamente a cristianos en sus comunidades¡±.
Merkel sabe que esos discursos alivian, pero no dan con la ra¨ªz del problema, y los opone a la fuerza de la convicci¨®n moral, por muy impopular que resulte. Al final, va a ser cierto que se ha convertido en la ¨²nica l¨ªder pol¨ªtica digna de tal nombre. @MariamMartinezB
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