La pesadilla
Con los cimientos minados por diferentes formas de extremismo, de Berl¨ªn a Par¨ªs, de Madrid a Londres, Europa se tambalea
Hace poco tuve un sue?o. Un mal sue?o. Fue m¨¢s una crisis de angustia que la cl¨¢sica pesadilla, muy improbable, que tenemos cuando inconscientemente desenterramos los miedos que nos mortifican. Fue hace 15 d¨ªas. So?¨¦ que enviaban al frente a mis dos chicos, que pronto cumplir¨¢n 16 y 13 a?os. So?¨¦ que mis hijos iban a la guerra. A primera vista, puede parecer absurdo, pero ese temor encontr¨® algunos ecos a mi alrededor. No entre mis hijos... Confieso que, despu¨¦s de encajar sus sonrisitas socarronas nada m¨¢s evocar la pesadilla, pens¨¦ inmediatamente en Stefan Zweig, el escritor austriaco, que a comienzos de los a?os cuarenta escrib¨ªa: ¡°Y el 28 de junio de 1914 reson¨® en Sarajevo ese disparo que, en un segundo, hizo saltar en mil pedazos, como un jarr¨®n de terracota vac¨ªo, el mundo de seguridad y raz¨®n creadora en el que nos hab¨ªan educado, en el que hab¨ªamos crecido y en el que nos sent¨ªamos en casa...¡±. Esta frase inolvidable procede del libro El mundo de ayer: memorias de un europeo, obra de una actualidad y riqueza infinitas que, sobre todo, trata de las derivas del populismo, y que los dise?adores de los programas escolares (o los padres) podr¨ªan proponer a los j¨®venes que terminan sus estudios para evitarles esa sonrisa socarrona ante la menci¨®n de una posible guerra en Europa. En efecto, ante los explosivos acontecimientos que conoce nuestro mundo, ?c¨®mo no estremecerse como hac¨ªa Stefan Zweig a comienzos de los a?os cuarenta cuando plasmaba sobre el papel su angustia ante la ascensi¨®n del nazismo, apenas unos meses antes de suicidarse, abrumado por la insoportable angustia de vivir en un mundo sometido al fascismo? En la acomodada Viena de fines del siglo XIX, como en nuestro mundo actual, ¡°vivir confortablemente y en toda libertad¡± era algo tan obvio para Stefan Zweig como para la mayor¨ªa de los ciudadanos. Lamentablemente, todos sabemos qu¨¦ ser¨ªa en el siglo XX de la vida confortable y tranquilizadora de los vieneses y de tantos millones de personas. Pero tambi¨¦n deber¨ªamos saber que hoy no estamos a salvo de lo que ocurri¨® ayer. A muy pocos se les ocurrir¨ªa cuestionar la continuidad de nuestra humanidad hipertranquilizadora. Y sin embargo... ?Por qu¨¦ el caldo de cultivo que permiti¨® la eclosi¨®n del nazismo en los a?os treinta tendr¨ªa que ser tan diferente del que, insidiosamente, descompone la Europa actual? En 2008, con la emergencia de la crisis financiera, uno tras otro, los domin¨®s europeos cayeron implacablemente. Y, ya entonces, se impuso una evidencia, casi un lugar com¨²n: nada est¨¢ garantizado. Unos a?os m¨¢s tarde, los que caen a tierra son algunos de los valores humanistas que, desde los a?os cincuenta, hicieron de Europa un remanso de paz. Monnet y Schuman se revolver¨ªan en sus tumbas... Zweig, probablemente tambi¨¦n. El auge del nacionalismo. El resurgimiento del proteccionismo. La p¨¦rdida de nuestros valores humanistas ante una crisis migratoria que nadie parece capaz de gestionar. El abandono de nuestros valores en el infierno de Alepo. La irresponsabilidad e incompetencia de un n¨²mero creciente de pol¨ªticos atrapados en sus reflejos electoralistas. El odio al otro. Una distribuci¨®n de la riqueza tan desigual que genera frustraciones y c¨®lera. La creciente c¨®lera de los ¡°excluidos del sistema¡±. Los ¡°sin dientes¡±, los ¡°sin papeles¡±, los ¡°sin opini¨®n¡±... En resumen, actualmente, Europa vive la ¡°antifederaci¨®n¡±, contraria a los ideales de los padres fundadores de la construcci¨®n europea.
Con los cimientos minados por diferentes formas de extremismo, de Berl¨ªn a Par¨ªs, de Madrid a Londres, Europa se tambalea. Por supuesto, hay que esperar que no tenga que tocar fondo para levantarse. Para beber de esa fuente de esperanza, todos nosotros har¨ªamos bien en releer a Stefan Zweig, que renunci¨® a la vida porque no pudo soportar la idea de ver a la humanidad y a la paz doblegadas por los asaltos destructivos de los extremismos. ?Qu¨¦ ser¨¢ del proyecto europeo? ?Qu¨¦ ser¨¢ de nuestros valores? Y, m¨¢s importante a¨²n, ?qu¨¦ futuro les espera a nuestros hijos y nietos? Lo ¨²nico que Europa parece capaz de garantizar hoy, lo mismo en 2008 que en 2016, son los activos bancarios. Sombr¨ªa perspectiva. Por m¨¢s que la falta de perspectivas tranquilizadoras y la incertidumbre de los pueblos porten el germen de la deriva humana, rememorar el pasado puede ser un acto salvador. Deber¨ªamos tener el valor de reescribir el libro de Stefan Zweig, con conocimiento de causa: se titular¨ªa La reacci¨®n.
Fran?ois Mathieu es redactor jefe adjunto de Le Soir
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez Silva.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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