La casa com¨²n
Espa?a tiene una historia con muchas historias. Las comunidades aut¨®nomas han supuesto un triunfo espectacular, pero 38 a?os despu¨¦s es hora de repensar nuestra democracia y sobre todo de incorporar los problemas de una sociedad nueva
Para los socialistas Espa?a no es un mapa, no es el centralismo que ahoga el autogobierno. Espa?a es nuestra casa com¨²n. Es el resultado de la historia, de las luchas por la libertad, de generaciones enteras que han ido construyendo un espacio com¨²n que da cobertura a una ciudadan¨ªa libre y con derechos.
Espa?a es el espacio de libertad y progreso compartido.
Juntos hemos soportado la opresi¨®n de los absolutistas y la tiran¨ªa de las dictaduras. Pero, juntos tambi¨¦n, hemos ido conquistando, uno a uno, derechos y libertades arrancadas a la intolerancia. Juntos combatimos la dictadura, ciudadanos de Euskadi, Andaluc¨ªa, Catalu?a, Madrid¡ Juntos so?amos el mismo sue?o de libertad. Y hoy 38 a?os despu¨¦s nos reconocemos todos ciudadanos y ciudadanas libres.
Es por eso que Espa?a tiene una historia con muchas historias; tambi¨¦n la de los territorios a los que durante mucho tiempo no se les reconoci¨® el autogobierno, y la de aquellos otros abandonados a la pobreza y la marginaci¨®n a manos de caciques locales.
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En Espa?a el autogobierno es ya un elemento fundante de la democracia. Sin autogobierno no podemos pensar siquiera en democracia los espa?oles.
Las comunidades aut¨®nomas han supuesto un triunfo espectacular. Pero 38 a?os despu¨¦s es hora de repensar nuestra democracia, de reconducir problemas y carencias, y sobre todo de incorporar los problemas de una sociedad nueva, con retos nuevos y no previstos hasta ahora.
La generaci¨®n que puso fin a la dictadura tuvo el valor de la concordia.
Es hora, seguramente, para sellar una nueva concordia; un doble pacto entre ciudadanos y territorios.
Y para ello, lo primero es reconocer la realidad tal como es; Espa?a es un conjunto de sociedades plurales y diversas. Y es necesario, tambi¨¦n, hacer frente a los problemas de los territorios con realismo. Y en todos los territorios no hay los mismos problemas. Tenemos un grave problema de desigualdad territorial; el PIB del territorio m¨¢s rico es el doble que el del m¨¢s pobre, una desigualdad insoportable que debemos denunciar y procurar corregir.
Y en algunos territorios tenemos problemas a la hora de gestionar en libertad la diversidad identitaria interna, especialmente en Catalu?a el nacionalismo ha lanzado un ¨®rdago al poder constitucional, mientras la derecha ha esperado sentada sin hacer nada.
Si en Catalu?a tenemos un problema con los nacionalistas que quieren romper con la legalidad, cerrar los ojos no va a solucionar el problema.
El PIB del territorio m¨¢s rico es el doble que el del m¨¢s pobre, lo que es una insoportable desigualdad
Hay que hacerle frente defendiendo las posiciones democr¨¢ticas. Debemos decirles con claridad que romper la legalidad no es salida sino el camino del abismo. Que los socialistas estamos dispuestos a reformarla, pero nunca renunciaremos a la Constituci¨®n y a su significado profundo.
El respeto a la legalidad constitucional es requisito, pero no es suficiente para buscar una salida. En Catalu?a hace falta m¨¢s pol¨ªtica. Y lo primero que se necesita es que los partidos pol¨ªticos renuncien para siempre a utilizar los problemas que plantean los nacionalistas catalanes para un juego ventajista contra el adversario pol¨ªtico, como s¨ª hizo en su d¨ªa el Partido Popular alrededor de la aprobaci¨®n del nuevo Estatuto.
Tenemos que ser conscientes de que los problemas generados en Catalu?a son problemas de todos los espa?oles sin distinci¨®n. S¨®lo desde esta perspectiva de que es un problema com¨²n para todos podremos avanzar en buscar una soluci¨®n razonable.
No podemos seguir debatiendo con los nacionalistas en sus mismos t¨¦rminos, utilizando los mismos conceptos que corresponden a sociedades del pasado. Los conceptos como naci¨®n o soberan¨ªa, en el siglo XXI, ya no tienen ni la carga ni el contenido del XIX por mucho que alguno se empe?e en ello. Ni naci¨®n significa Estado, ni la soberan¨ªa exclusiva y excluyente existe hoy. Debemos plantear nuestra propuesta razonando desde nuestros propios principios. Los socialistas defendemos sociedades solidarias, modernas, abiertas y con diversidad de identidades.
Y tenemos dos retos b¨¢sicos: corregir la desigualdad territorial y gestionar la diversidad identitaria.
La solidaridad interterritorial. Para los socialistas el Estado debe ser un conjunto institucional que promueve la distribuci¨®n de la renta colectiva entre personas y entre territorios. Es un principio al que ning¨²n socialista puede jam¨¢s renunciar. Es la esencia del Estado de bienestar y del socialismo.
Las transferencias de rentas deben cumplir con los requisitos de responsabilidad, eficiencia y proporcionalidad. Pero sobre todo deben cumplir con los requisitos de transparencia y ser comprensibles y transparentes para que logren la adhesi¨®n de la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa.
La fiscalidad justa es aquella en la que personas y empresas con igual nivel de renta o beneficios pagan de forma sustancialmente parecida. Y la financiaci¨®n justa es la que busca el equilibrio entre solidaridad y suficiencia para todos.
La gesti¨®n de la diversidad identitaria. Las sociedades modernas del siglo XXI tienen cada vez mayor diversidad identitaria. El concepto de identidad como elemento legitimador de la unidad social y como base de un Estado es un concepto del pasado que no podemos defender. Por eso, repito, el nacionalismo nos est¨¢ haciendo una oferta de Estado nacional del siglo XIX.
Lo que nos une como colectivo social no es la identidad ni la religi¨®n ni la ideolog¨ªa, lo que nos hace miembros de un colectivo com¨²n es el pacto ciudadano que nos reconoce a todos como ciudadanos libres e iguales.
Respecto a la identidad defendemos el derecho a decidir en su significado original; cada persona tiene el derecho exclusivo a decidir sobre su propia identidad, nadie puede inmiscuirse en ello. La identidad pertenece al ¨¢mbito de lo no votable y corresponde decidirla a cada ciudadano y ciudadana.
A los catalanes debemos decirles que romper la legalidad no es salida sino el camino del abismo
Por eso defendemos el Estado, no como uniformador de identidades, sino como garant¨ªa de libertad de las opciones personales de cada uno. Y creemos que la libertad de identidad debe ser el logro de la nueva modernidad.
Es necesaria una nueva forma de entender para hacer frente a estos problemas territoriales. El autogobierno no debe ser para ara?ar competencias y recursos a la Administraci¨®n central. El autogobierno es la gesti¨®n de los problemas de los ciudadanos en los territorios. El autogobierno deber servir para canalizar la solidaridad y fomentar la eficiencia. Pero el autogobierno debe ser la herramienta por excelencia que garantiza la diversidad identitaria y defiende las libertades civiles en cada territorio.
Espa?a sigue siendo nuestra casa com¨²n, pero ha llegado la hora de, entre todos, modernizarlo y adecuarlo a los nuevos tiempos.
Patxi L¨®pez es diputado del PSOE por Bizkaia.
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