Una pelea justa por la Verdad
Aleccionados por decenios de embustes totalitarios y manipulaciones pol¨ªticas nos enfrentamos ahora al poder de la ¡°posverdad¡±. Exijamos a las grandes empresas de Internet, no que sean ¨¢rbitros, pero s¨ª que ayuden en la lucha contra la mentira
En la era de internet, no hay nada que viaje m¨¢s deprisa que un t¨®pico lanzado en el momento oportuno. Hoy, ning¨²n discurso est¨¢ completo si no incluye una referencia a que vivimos en la ¨¦poca de la posverdad. Como si, hasta ayer, hubieran fluido sin cesar de los labios de pol¨ªticos y periodistas las aguas puras de la verdad. Para no hablar de Joseph Goebbels, Josef Stalin y las grandes mentiras totalitarias diseccionadas por Alexander Solzhenitsyn y George Orwell.
Para calificar el peligro de la nueva situaci¨®n es m¨¢s apropiado un adjetivo m¨¢s modesto: ¡°postfactual¡±. De hecho, en Alemania acaban de elegir postfaktisch como la palabra del a?o. El aspecto fundamental de la amenaza postfactual contra la democracia es que da la impresi¨®n de que unas afirmaciones completamente falsas (el Papa apoya a Donald Trump para que sea presidente, Barack Obama no naci¨® en Estados Unidos), envueltas en relatos conmovedores y constantemente amplificadas en las c¨¢maras de resonancia en la red, son capaces de influir en una parte importante del electorado. El relato emocional se impone al fr¨ªo dato, el sentimiento, a la raz¨®n. Incluso despu¨¦s de que Obama hiciera p¨²blico su certificado de nacimiento, el candidato Trump sigui¨® declarando: ¡°Mucha gente tiene la sensaci¨®n de que no es un certificado como es debido¡± (cursiva m¨ªa). El concepto de truthiness, la ¡°verdad alternativa¡±, inventado con fines sat¨ªricos por Stephen Colbert, ha quedado sobrepasado por Trump.
Otros art¨ªculos del autor
Ahora bien, no debemos caer en la desesperaci¨®n. Si Orwell y Solzhenitsyn no se rindieron ante Goebbels y Stalin, ser¨ªa pat¨¦tico que nosotros nos rindi¨¦ramos ahora. Existen muchas formas posibles de luchar contra la amenaza postfactual, de convertir 2017 en el a?o anti-postfactual.
En la informaci¨®n pol¨ªtica ¡ªy en el uso cotidiano de internet¡ª, la verificaci¨®n de los hechos siempre tiene un papel destacado. Hace poco, retuite¨¦ un par de fotograf¨ªas que presuntamente mostraban la C¨¢mara de los Comunes abarrotada para un debate sobre el sueldo de los parlamentarios y casi vac¨ªa para otro sobre el horror humanitario de Alepo. En cuesti¨®n de minutos, me contestaron varias personas para decirme que era una falsedad escandalosa, y publiqu¨¦ la correcci¨®n en @fromTGA. La destreza necesaria para utilizar internet, que facilita la posibilidad de contrastar r¨¢pida y eficazmente las afirmaciones, deber¨ªa entrar a formar parte de todos los programas escolares. Y las universidades pueden esforzarse m¨¢s para que los an¨¢lisis rigurosos y basados en datos tengan m¨¢s difusi¨®n.
Las universidades pueden esforzarse m¨¢s para que los an¨¢lisis rigurosos tengan m¨¢s difusi¨®n
Existen fundaciones filantr¨®picas que financian el periodismo serio de investigaci¨®n, y necesitamos que existan muchas m¨¢s, puesto que parte del problema es la desaparici¨®n del modelo de negocio de la mayor¨ªa de todos los peri¨®dicos. Varias grandes cabeceras period¨ªsticas como The New York Times, Der Spiegel y The Financial Times han mantenido su credibilidad en internet, y otros sitios nuevos de selecci¨®n y difusi¨®n de contenidos la han adquirido de inmediato. Los pa¨ªses que cuentan con servicios audiovisuales p¨²blicos como la BBC deben preservarlos. Las empresas tecnol¨®gicas pueden y deben buscar, identificar y filtrar las noticias claramente falsas, publicadas en masa por m¨¢quinas dirigidas desde la Rusia de Putin o de sitios dedicados al spam (las granjas de memes) que lo hacen s¨®lo para obtener m¨¢s ingresos publicitarios.
Gracias a las espectaculares posibilidades que ofrece internet para la adquisici¨®n de conocimientos, los ciudadanos tienen m¨¢s f¨¢cil que nunca verificar los hechos en casi todos los campos. El verdadero reto para el oficio period¨ªstico es transmitir esos hechos a quienes han ca¨ªdo presa de los relatos emocionales y populistas y que, tal vez, ni siquiera est¨¢n especialmente interesados en aprender la aburrida verdad. Cualquiera que descubra c¨®mo presentar la realidad de forma accesible e interesante, en peri¨®dicos sensacionalistas o en Facebook y YouTube, merecer¨¢ un Premio Orwell.
Debemos tener claras las responsabilidades p¨²blicas de Google, Facebook y Twitter
Tambi¨¦n debemos tener claras las responsabilidades p¨²blicas de lo que denomino las superpotencias privadas, Google, Facebook y Twitter, consideradas por muchos espacios p¨²blicos de propiedad privada, pero que no se limitan a ser el asfalto de nuestra plaza p¨²blica global. El algoritmo que actualiza las noticias en Facebook decide qu¨¦ informaciones van a ver cientos de millones de personas cada d¨ªa. Es decir, tiene un poder extraordinario. Las investigaciones realizadas por Filippo Menczer, de la Universidad de Indiana, indican que las noticias falsas tienen tantas probabilidades de hacerse virales como las ver¨ªdicas, de modo que, si el principal criterio del algoritmo es ¡°lo que les gustar¨ªa a tus amigos¡±, entonces no es una herramienta ¨²til para combatir las mentiras.
Hasta hace poco, los gigantes de internet han sido reacios a asumir esta responsabilidad. Han preferido presentarse como intermediarios neutrales, dedicados a ofrecer la mejor ¡°experiencia¡± a su ¡°comunidad¡±. Por suerte, eso est¨¢ empezando a cambiar. Cuando 2016 llegaba a su tembloroso fin, Zuckerberg escribi¨® en Facebook que ¡°somos un nuevo tipo de plataforma para el discurso p¨²blico, y eso significa que tenemos un nuevo tipo de responsabilidad, la de construir un espacio en el que la gente pueda informarse¡±. Ahora, los usuarios pueden denunciar una noticia que consideren falsa, y, si un organismo de verificaci¨®n de datos est¨¢ de acuerdo, se la etiquetar¨¢ como problem¨¢tica. Adem¨¢s, Facebook intentar¨¢ impedir que las noticias falsas se aprovechen para obtener ingresos publicitarios. Como colof¨®n, Zuckerberg a?adi¨® unos vagos compromisos de modificar el sagrado algoritmo para descartar las noticias falsas.
?Pero c¨®mo podemos comprobar el funcionamiento del algoritmo si el acceso a todos los datos s¨®lo lo tiene Facebook? Tenemos que ser capaces de fiscalizar ese poder ¡ªcomo todos los dem¨¢s poderes¡ª, y de pedir cuentas, pero tambi¨¦n debemos tener cuidado con lo que pedimos: Zuckerberg tiene raz¨®n al decir que no podemos exigir a Facebook que sea un ¡°¨¢rbitro de la verdad¡±, pero s¨ª que sea un socio indispensable en la lucha contra la mentira descarada.
Aleccionados por decenios de mentiras totalitarias, manipulaciones pol¨ªticas y, ahora, el desaf¨ªo de la posverdad, seguramente no podemos seguir compartiendo la maravillosa seguridad de John Milton, que, a prop¨®sito de la Verdad con may¨²scula, escribi¨®: ¡°Que peleen ella y la Mentira; qui¨¦n ha visto jam¨¢s que la Verdad salga mal parada en un combate justo y limpio¡±. Pero s¨ª podemos seguir esforz¨¢ndonos para que esa pelea efectivamente sea justa y sea limpia.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution, Stanford University. Su ¨²ltimo libro es Free Speech: Ten Principles for a Connected World.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.