Antip¨¢tico
Los nacionalistas consideran que tratar de hacer cumplir la ley por alg¨²n otro medio que una suave reconvenci¨®n es un caso claro de tiran¨ªa
Los nacionalistas y sus servicios auxiliares protestan ante lo que llaman la ¡°judicializaci¨®n¡± de la pol¨ªtica, es decir, la intervenci¨®n de los tribunales cuando en el cumplimiento de su propia hoja de ruta se salen de la legalidad. En esta misma l¨ªnea, puede clamarse que la persecuci¨®n de la corrupci¨®n y el fraude fiscal judicializa los negocios, las leyes de violencia de g¨¦nero judicializan las disputas familiares, los controles de sanidad de los alimentos judicializan el comercio y la persecuci¨®n de la trata de blancas judicializa el turismo involuntario. Quienes denuncian tales excesos judiciales entienden las leyes como una primera propuesta que despu¨¦s debe ser sometida a di¨¢logo y transacci¨®n, dentro de la mayor flexibilidad posible. Si ni por esas la legalidad hinca el pico, hay motivo para declararla injusta y democr¨¢ticamente desafiarla. Y tratar de hacerla cumplir por alg¨²n otro medio que una suave reconvenci¨®n es un caso claro de tiran¨ªa.
Si un cargo p¨²blico se toma la ley en serio y decide invocarla puntillosamente, considerando que est¨¢ tan vigente en Catalu?a o Euskadi como en cualquier otra parte de Espa?a, ese intransigente se convierte en un tipo antip¨¢tico, por no decir fascista. As¨ª le ocurri¨® a Carlos Urquijo, ya exdelegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, al que se reprocha haber interpuesto numerosos recursos legales por arrinconamiento de los s¨ªmbolos de Espa?a, para garantizar las comunicaciones en castellano tanto como en euskera as¨ª como para impedir homenajes o actos de apoyo a miembros de ETA excarcelados, etc¨¦tera... Atenci¨®n, escandaliza el n¨²mero de las denuncias de Urquijo, no el de las transgresiones nacionalistas: parece que el error del delegado fue empe?arse en rechazar para Euskadi un estado de excepci¨®n legal. Hace mucho le o¨ª decir a Ferlosio: ¡°Me caen simp¨¢ticos los antip¨¢ticos¡±. Y a m¨ª.
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