Globos de oro

Si no han o¨ªdo nunca calificar a la ceremonia de entrega de los Globos de Oro como ¡°la antesala de los Oscar¡± es que no ven la tele, no escuchan la radio, no leen los peri¨®dicos, no pierden el tiempo en Internet, son ustedes monjes trapenses o acaban de aterrizar con su nave desde el espacio exterior y se prepararan para invadir la tierra, como habr¨¢n visto en las pel¨ªculas y series que premian los Globos de Oro.

Los premios se entregaron la pasada madrugada en Los Angeles. Nacieron con la idea de divulgar informaci¨®n de cine en los mercados no estadounidenses. Sol¨ªa ser una especie de festorro entre amigos ¨C mega famosos¨C. Un calentamiento de cara a los premios gordos, los de la Academia. Por las mesas corr¨ªa el champ¨¢n y el buen humor. En el escenario, a veces la mala leche e incluso la sangre; era su principal atractivo. Existe incluso un club oficioso de damnificados que preside el actor Gary Goldman. Se queja de que los premios se den al buen tunt¨²n: si no lo recog¨ªas, corr¨ªa turno y se lo daban a otro. Ejem. Y un a?o gan¨® P¨ªa Zadora. ?P¨ªa Zadora! ?Se acuerdan? No, ?verdad? Pues eso.

Estos premios dejaron de ser algo entre prensa e industria cuando cerraron un lucrativo contrato con la NBC. Este a?o, el presentador ha sido Jimmy Fallon, conductor habitual de The Tonight Show, en la misma NBC. Fallon es un genio indiscutible de la televisi¨®n, pero parece que la vieja idea de acercarse a otros pa¨ªses se perdi¨® por el camino de convertirse en un gran evento televisivo, esencialmente norteamericano.

?