Una lucha que no cesa ni en fiestas
Hemos gastado dinero a espuertas durante la navidad. Para muchos migrantes, celebrar a lo grande ha sido imposible
Acabamos de despedir las navidades, una ¨¦poca en la que mucha gente ha gastado mucho dinero, y, a su vez, otra gente no tan numerosa se ha beneficiado de ese gasto. As¨ª es el mundo, todo est¨¢ conectado para bien o para mal. Pese a vivir una etapa econ¨®mica que nos anuncia, recuerda y obliga a coser nuestros bolsillos, acortar nuestras manos y utilizar, cada vez menos, la incontrolable tarjeta de cr¨¦dito; la navidad tiene un m¨¢gico ambiente que nos seduce y nos acaba despertando el esp¨ªritu consumista.
Esto es as¨ª para quien lo quiera ver. Gastamos miles de euros para protagonizar y participar, siguiendo estereotipos y lecciones que nos inculca la maestra televisi¨®n, en esta ¨¦poca de felicidad y solidaridad. Siempre que hablo o escucho hablar del t¨¦rmino solidaridad mi mente, inconscientemente, me lleva a pensar en la situaci¨®n de aquellas personas que lo pasan mal: personas sin recursos para sobrevivir, personas que no tienen posibilidades para encontrar un empleo, personas que se pierden en la lucha contra las gestiones administrativas, personas que sufren acoso y discriminaci¨®n de otras personas o de la autoridad, y un largo etc¨¦tera. Estos pensamientos me llevan, quiz¨¢ sea por mi experiencia o formaci¨®n, a hablar o pensar en los migrantes y, casualidad o no, son gente que vive todas las situaciones antes mencionadas.
Es indudable, para un sector de los que trabajamos en este campo, la precaria e injusta situaci¨®n de los migrantes en Espa?a. Es indudable tambi¨¦n la fortaleza y resiliencia de estas personas para, d¨ªa tras d¨ªa, levantarse y luchar despu¨¦s de cada batacazo, despu¨¦s de cada insulto y despu¨¦s de cada portazo en la cara. Son personas que nacieron en este fr¨¢gil mundo pero representan cualidades propias de otro, un mundo quiz¨¢ m¨¢s noble y esperanzador. ?Ay, qu¨¦ har¨ªamos sin la esperanza!
Llegados a estas l¨ªneas, predigo una incomprensi¨®n que nace en el lector despu¨¦s de leer dos ideas que representan aspectos totalmente diferentes: ¨¦poca de felicidad, solidaridad y consumo por una parte, y migrantes que luchan para vivir por otra. La relaci¨®n, y es lo que nos interesa desarrollar en este art¨ªculo, recae en el consumo que hacen los migrantes en esta ¨¦poca.
Hay que tener una idea clara: muchos migrantes no han vivido una vida muy acomodada. Muchos han trabajado y luchado por comer y vivir dignamente. Y estos migrantes, una vez aqu¨ª, ven que la situaci¨®n que les hizo migrar y creyeron dejar atr¨¢s, se ha convertido en su forma de vida actual. Ven, una vez aqu¨ª, que los derechos hay que sufrir por ellos. Que la tranquilidad es casi imposible de obtener. Que un trabajo decente es un privilegio de conseguir.
All¨ª el migrante tiene su familia, all¨ª se siente en casa y all¨ª estaba mejor que aqu¨ª
En definitiva, vivir all¨ª es casi como vivir aqu¨ª. Con una diferencia patente: all¨ª el migrante tiene su familia, all¨ª se siente en casa y all¨ª estaba mejor que aqu¨ª. En cambio, aqu¨ª no tiene nada, es una persona irregular, no se siente seguro ni c¨®modo ni tranquilo, no es capaz de sentir lo que sent¨ªa en su casa antes de migrar. La otra diferencia que destaca es lo vivido entre su vida all¨ª y su vida aqu¨ª: estoy hablando del proceso migratorio. El camino que lleva de casa al lejano norte traspasa escenas horribles, situaciones de muerte, p¨¦rdidas de amigos, agresiones y robos sufridos y un largo etc¨¦tera que solo un migrante puede completar.
Estoy seguro de que alg¨²n lector se estar¨¢ preguntando ¡°?Y a mi qu¨¦? Si tan mal est¨¢n aqu¨ª, que vuelvan a su pa¨ªs¡±. ¡°Yo tambi¨¦n sufro por sobrevivir¡±. Le recomiendo moderaci¨®n, paciencia, empat¨ªa y un saber estar. Todos los seres humanos merecemos vivir en el peque?o espacio habitable que estamos dejando en la Tierra. Todos sin importar nuestra cuenta del banco, nuestro color, nuestra religi¨®n ni nuestro sexo. Todos somos iguales.
Quiz¨¢ ahora se entienda un poco por qu¨¦ los migrantes no gastan como los dem¨¢s. No pueden. Sea porque no tienen un trabajo que les posibilite gastar, sea porque tienen a una familia dependiente del dinero que reciben en su pa¨ªs de origen, sea porque no comparte la navidad ni cree en su sentido, sea por lo que fuere cada uno tiene sus razones para no gastar dinero. Recordemos que, al final, el dinero que gastamos lo originan nuestras largas horas de trabajo. Y si la gente aprecia el tiempo de sus vidas, deber¨ªa apreciar el tiempo invertido en el dinero que se gasta en cosas innecesarias y sin sentido (aunque para algunos lo tenga).
No quiero que me malinterpreten y vean este articulo como una invitaci¨®n al rater¨ªo y al ahorro obsesivo, m¨¢s bien como una explicaci¨®n de otras formas de vida. Todos pensamos que cuanto m¨¢s cobramos m¨¢s gastamos, y es que todo empieza aqu¨ª. Los migrantes, generalmente, tienen bajos salarios lo que a?adido a duros trabajos y a su divisi¨®n familiar, no le permite gastar por gastar sino efectuar un gasto razonable del dinero que gana.
Me encantar¨ªa vivir en un lugar donde no fuese necesario trabajar y en el que lo m¨¢s y mejor valorado fuese la dedicaci¨®n a la atenci¨®n y cuidado de la familia y de nuestras redes sociales. Pero, apenado, tengo que bastarme con lo que hay. Aun as¨ª no pierdo la esperanza; fui inmigrante en su d¨ªa y he heredado esa esperanza que muchos no conocen.
¡°No hay que convertir el trabajo en nuestra forma de vida ni infravaloremos el tiempo que consumimos para ganar dinero.
Gastar lo que ganamos es como haber perdido d¨ªas de tu vida para comprar cosas.
?Qu¨¦ tan importante es comprar cosas materiales? ?Es m¨¢s importante un m¨®vil de ¨²ltima generaci¨®n que 15 d¨ªas de tu vida?
Para m¨ª no. Prefiero comprar cosas necesarias y analizando el precio con lupa.
Para todo lo dem¨¢s, no gracias. Trabajar es una necesidad para vivir, gastar no.
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