Promiscuos, no infieles
Sexo sin amor en las aventuras fuera de la pareja
La promiscuidad se basa en tener relaciones sexuales sin que el amor sustente, cimente o favorezca esos encuentros. Las personas promiscuas se enamoran de sus parejas y el sexo por el sexo lo viven con sus aventuras.
Dibuj¨¢bamos un cuadrado y escrib¨ªamos en su interior la cifra de los a?os a los que nos casar¨ªamos. "?25!" A los diez, los veinte y cinco a?os est¨¢n muy lejos. Alrededor del cuadrado, escrib¨ªamos los nombres de los ni?os que nos gustaban:? C¨¦sar, Toni, Marcos, Rafa, Pablo, Juan, Felipe... En total, diecis¨¦is nombres distribuidos de cuatro en cuatro; un bloque por cada lado del cuadrado. Cont¨¢bamos hasta la cifra escrita en el centro y tach¨¢bamos en cada veinticinco el nombre que tocara.
El ¨²ltimo que quedara era el nombre del ni?o con el que nos desposar¨ªamos para ya dejarnos llevar por lo que el matrimonio trajera consigo. No conozco a ninguna mujer nacida en la d¨¦cada de los 70 que no haya jugado alguna vez al jueguecito de marras. Jam¨¢s nos atrevimos a escribir nombres femeninos.? A las ni?as del colegio de monjas les estaba prohibido tanto desear a otras ni?as como tontear con los ni?os del colegio de enfrente, justo los mismos que hab¨ªan participado con sus nombres en el juego del casamiento. Nuestra educaci¨®n sexual se bas¨® en el matrimonio, con un hombre por supuesto, que ser¨ªa para toda la vida. Y ¨²nico, a ser posible, gracias. Que yo sepa, los ni?os no jugaban a nada parecido.
Ni una sola de las ni?as nos planteamos poder estar con los diecis¨¦is que nos gustaban. Hab¨ªa que quedarse solo con uno. La promiscuidad est¨¢ incluso peor considerada que la infidelidad. Jonathan G? Allen, psic¨®logo y director de comunicaci¨®n de Psicolog¨ªa y Mente, sostiene que la educaci¨®n y sociedad en la que vivimos, determina el modelo de pareja que permitimos. "Hay personas cuyos principios religiosos determinan su modelo de pareja y esta es mon¨®gama. De repente se les cruza alguien, una persona con la que querr¨ªan estar, pero reprimen su deseo obligados por esos principios. La promiscuidad por s¨ª sola no perjudica. Culturalmente puede parecer que es mala, pero conceptualmente no lo es. Gen¨¦ticamente somos personas que tienen relaciones sexuales con varias personas, pero nuestra cultura y nuestros principios religiosos, marcan las pautas de nuestro comportamiento".
Hay quien soporta la infidelidad hasta que le explota en la cara y se convierte en un esc¨¢ndalo y tambi¨¦n quien concibe la promiscuidad inmoral en s¨ª misma. Sin embargo, las parejas promiscuas diferencian entre estas dos posibilidades. Guillermo mantiene una relaci¨®n estable desde hace m¨¢s de trece a?os con la misma mujer. Y ni mucho menos es infiel. ?l no miente a nadie; su mujer sabe perfectamente que se acuesta con otras.
La tolerancia hacia la promiscuidad es diferente de una pareja a otra. No hay una regla exacta. Algunos como Guillermo y su mujer acuden juntos a locales de intercambio de pareja. Enamorados hasta las trancas, por cierto. Otros prefieren dejar hacer pero sin ser testigos de las proezas de la persona que aman. Simplemente eligen no saber los detalles y obligarse mutuamente a dejarse en el momento en el que una aventura pase a palabras mayores.? Y muchos jam¨¢s se plantear¨ªan seguir con una persona que hubiera tenido un escarceo con otra persona, ampar¨¢ndose en esos principios culturales, sociales y religiosos que obligan a la monogamia.
En estas aventuras fuera de la pareja no hay amor; eso se deja para la persona con la que se comparte una vida. Lo que se pide del otro es que no mienta; es decir, si la persona con la que se tiene una aventura pasa a ser alguien importante, se debe dejar la pareja. Eso es lo ¨²nico com¨²n a todos. Y tambi¨¦n suele ser la regla m¨¢s o menos escrita de la mayor¨ªa de las parejas que optan por una relaci¨®n abierta. Y por supuesto, sin celos. Jos¨¦ Bustamante, vicepresidente de la Asociaci¨®n de Especialistas en Sexolog¨ªa, miembro permanente de la Academia Espa?ola de Sexolog¨ªa y Medicina Sexual, entiende que son los implicados los que deben decidir el tipo de relaci¨®n que desean mantener. No solo las parejas abiertas deben aprender a controlar sus celos: "Para muchas parejas los celos se convierten en una pesada losa de la que tirar en el d¨ªa a d¨ªa de su relaci¨®n, hasta el punto de agotar sus fuerzas. Para eso existen los talleres de gesti¨®n de celos: Hay que conocerlos, identificar lo que provocan y descubrir la mejor manera de controlarlos, antes de que sean los celos los que nos controlen a nosotros".
Probablemente el libro que m¨¢s he regalado y recomendado sea?Intimidad de Hanif Kureishi. Especialmente a las personas que me importan y que empiezan a dudar de la solidez de su relaci¨®n en pareja. Cada vez que lo he le¨ªdo mi vida ha dado un vuelco. Ser¨¢ porque con ¨¦l aprend¨ª a no mentir(me) con ninguno de mis amantes. Una decisi¨®n personal en la que adem¨¢s se mezcla mi absoluta necesidad de ser honesta m¨¢s all¨¢ de la argumentaci¨®n que me ofrece la RAE al respecto. Algo a lo que muchos ni se acercan si hablamos de sexo.
Nunca fui una mujer f¨¢cil. Ni siquiera pretendo serlo.
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