V¨ªctimas del patriarcado, no de su sexismo
En los ¨²ltimos tiempos nos estamos acostumbrando a leer tanta barbaridad en las redes sociales en torno al feminismo, la igualdad de g¨¦nero y no digamos sobre las m¨²ltiples violencias que sufren las mujeres, que nuestra capacidad de asombro empieza a entrar en un estado en el que la alerta corre el riesgo de debilitarse.
Ante tal c¨²mulo de opiniones lanzadas al aire en muchos casos por quienes no han acreditado la m¨¢s m¨ªnima formaci¨®n ni preocupaci¨®n personal o intelectual sobre el tema, uno se debate entre no hacer el m¨ªnimo caso, entre otras cosas para no darle alas a determinados sujetos, o bien atender a la ¡°militancia¡± personal y profesional que nos lleva a algunos a en ning¨²n caso mantener la complicidad por omisi¨®n. Esa que es tan habitual entre muchos hombres que siguen percibiendo que el machismo, en cuanto a ideolog¨ªa que contin¨²a conform¨¢ndonos a todas y a todos, a la sociedad en general, acabar¨¢ evapor¨¢ndose como por arte de magia, mientras que la gran mayor¨ªa de nosotros seguimos disfrutando de nuestros privilegios y contemplando a nuestras compa?eras como sujetas menores de edad.
Ha sido la segunda opci¨®n la que inmediatamente me ha llevado a escribir estas palabras tras haber le¨ªdo, entre la perplejidad y la indignaci¨®n, una entrada titulada V¨ªctimas de su sexismo en un blog titulado Cr¨®nicas b¨¢rbaras del que es autor Manuel Molares. La pieza tiene frases como las siguientes: "Dicen los vecinos que no se explican la dependencia de la profesora de su asesino. Claro que se explica: ¨¦l era una deidad sexual, dominante e iracundo, como Zeus. No se?alarlo es hacerse c¨®mplice: Zeus es un dios cruel y terrible, padre de dioses y hombres, que mata ocasionalmente con sus embestidas a las mujeres est¨²pidas. Lo advert¨ªa la mitolog¨ªa griega".
Los escasos y rotundos p¨¢rrafos que componen la entrada responden a una de las estrategias que vemos m¨¢s repetidas en estos tiempos neomachistas: la desconexi¨®n de la violencia de g¨¦nero de las estructuras de desigual poder entre mujeres y hombres que la provocan ¡ªtal y como por otra parte deja muy claro la LO 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protecci¨®n Integral contra la Violencia de G¨¦nero, cuya legitimidad fue avalada por el Tribunal Constitucional en su sentencia 59/2008¡ª y el cuestionamiento de los factores culturales, pol¨ªticos y sociales que son esenciales en el entendimiento de c¨®mo seguimos construyendo las relaciones de g¨¦nero.
De ah¨ª a defender, como hace el autor del blog, la responsabilidad de las mujeres en el mantenimiento de unas relaciones t¨®xicas y por lo tanto en lo que constituye el caldo de cultivo id¨®neo para la violencia, media solo un paso de insensatez. Por supuesto que las mujeres son tambi¨¦n el resultado de una cultura patriarcal y de una socializaci¨®n que las sigue haciendo en muchos casos sujetas dependientes del amor rom¨¢ntico. De ah¨ª que las personas expertas en la violencia de g¨¦nero lleven d¨¦cadas alertando sobre la necesidad de construir otro modelo de relaciones afectivas y sexuales, algo urgente si tenemos en cuenta el rebrote machista y reaccionario que todos los estudios revelan entre las parejas m¨¢s j¨®venes.
Sostener, como hace el autor del blog, que las mujeres se entregan voluntariamente a maltratadores, a los que adoran como deidades, y de ah¨ª deducir una responsabilidad que el ¡°feminismo radical¡± no quiere ver, me parece no solo insostenible sino tambi¨¦n peligroso. Y lo es por lo puede suponer de aliento de las posiciones neomachistas que inundan las redes y porque alimenta todas las posiciones que tratan de devaluar el an¨¢lisis de g¨¦nero y por supuesto al feminismo. Todo ello, por cierto, con el objetivo ¨²ltimo, aunque no confesado, de mantener un orden de privilegios al que muchos no est¨¢n dispuestos a renunciar. De ah¨ª que desesperadamente se acuda en muchos casos a la agresividad, a la desacreditaci¨®n o simplemente al insulto m¨¢s brutal, en el vano intento de defender unas posiciones que progresivamente van perdiendo legitimidad y argumentos.
No voy a repetir aqu¨ª, porque est¨¢n m¨¢s que analizados cient¨ªficamente y difundidos, los factores que hacen que por ejemplo muchas mujeres no se atrevan a denunciar, o que presentada una denuncia la retiren, o que incluso finalizada una relaci¨®n violenta repitan los esquemas con otro compa?ero. A nadie deber¨ªa extra?arnos si la cultura patriarcal que nos sigue maleducando contin¨²a vendi¨¦ndonos la seducci¨®n del malote y la entrega dependiente y ciega de la princesa, o si los mecanismos procesales y asistenciales de protecci¨®n de las v¨ªctimas siguen dejando mucho que desear, o si analizamos la escasa formaci¨®n y sensibilizaci¨®n que en la materia tienen por ejemplo buena parte de los operadores jur¨ªdicos.
Por todo ello, me parece absolutamente injusto, y por supuesto contraproducente en la lucha contra la que es una de las mayores violaciones de derechos humanos a nivel planetario, afirmar que ¡°las mujeres son v¨ªctimas de su sexismo¡±. Por supuesto que hay mujeres machistas, en cuanto que han sido educadas en un contexto que las ha hecho id¨¦nticas y sin autonom¨ªa, pero ello no deber¨ªa llevar a desenfocar la cuesti¨®n: ellas no son v¨ªctimas de su sexismo, sino de unas relaciones de poder ¡ªese ¡°g¨¦nero¡± que a tantos parece molestar en cuanto categor¨ªa de an¨¢lisis social y pol¨ªtica¡ª en las que nosotros continuamos siendo el sujeto dominante y ellas las sometidas y por lo tanto vulnerables ante las m¨²ltiples discriminaciones que sufren o pueden sufrir. Es ah¨ª donde hay que seguir trabajando, en ese marco de poder que provoca tantas injusticias y en el que, me remito a los datos objetivos, nosotros seguimos obteniendo dividendos de todo tipo y ellas deben seguir luchando por afirmar sus derechos.
No ser¨¦ yo quien discuta que pueda haber mujeres, u hombres, que se conviertan ¡°voluntariamente en esclavas sexuales de posibles asesinos¡± o que los sigan ¡°suicidamente por el placer f¨ªsico que les proporcionan¡± ¡ªlos territorios del deseo son insondables¡ª , pero lo que me parece osado es reducir el terrorismo que m¨¢s asesinadas ha provocado en nuestro pa¨ªs en la ¨²ltima d¨¦cada a una cuesti¨®n de entrega morbosa de las mujeres a los hombres abusadores.
Se trata de una visi¨®n tan sesgada y tan carente de argumentos simplemente criminol¨®gicos que la respalden que puede acabar convirti¨¦ndose en una bomba de relojer¨ªa en un contexto en el que estamos viendo lo f¨¢cil que resulta darle validez a las propuestas que simplemente refuerzan nuestra ideolog¨ªa. En este caso, parece evidente, y ello es lo que m¨¢s me preocupa, que la ¡°cr¨®nica b¨¢rbara¡± que comento se convertir¨¢, si no lo ha hecho ya, en bibliograf¨ªa de referencia para quienes ven al feminismo como una especie de demonio que odia a los hombres y al g¨¦nero como una ideolog¨ªa que niega el orden y la naturaleza. Es decir, quienes todav¨ªa parecen no haber entendido que la lucha, como bien dijo Toni Morrison, no es contra los hombres, sino contra el patriarcado, y que el feminismo no persigue otra cosa que, nada m¨¢s y nada menos, la efectiva igualdad entre ellas y nosotros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.