La noche en que una bomba at¨®mica pudo borrar Arkansas del mapa
Un documental denuncia la deficiente seguridad del arsenal nuclear de EE UU
Imaginen una historia en la que el simple despiste de un encargado de mantenimiento termina arrasando todo un Estado, el de Arkansas, con el futuro presidente de EEUU, Bill Clinton, entre las v¨ªctimas. No es una ucron¨ªa, una de esas novelas en las que los nazis ganan la guerra. Es una situaci¨®n que estuvo demasiado cerca de ocurrir en la realidad por culpa del escaso cuidado que rodeaba a las bombas at¨®micas m¨¢s poderosas.
La cinta funciona como advertencia, ahora que Trump tiene en su mano el bot¨®n nuclear para un arsenal con casi 2.000 cabezas at¨®micas desplegadas
La noche del 18 de septiembre de 1980 es cuando todo pudo cambiar. Una noche que sobre todo est¨¢ tatuada en la memoria de un grupo de j¨®venes soldados que rodaban los 20 a?os cuando custodiaban un silo del misil bal¨ªstico intercontinental Titan II de Damascus (Arkansas). Despu¨¦s de un turno de 12 horas, uno de estos muchachos tuvo que realizar una operaci¨®n de mantenimiento en la m¨¢quina de guerra. Mientras cumplia con su tarea en la parte superior del misil, tan alto como un edificio de ocho plantas, una herramienta de tres kilos y medio se le escurri¨® entre los guantes. Al caer contra el suelo, rebot¨® y golpe¨® contra la parte baja del arma, provocando una fuga de combustible y desatando el caos.
"Crees que el manual te va a salvar", dice uno de los responsables de custodiar ese silo en el documental Command and control, estrenado esta semana en la televisi¨®n p¨²blica PBS, basado en el libro hom¨®nimo de Eric Schlosser ¡ªque tambi¨¦n participa en el filme¡ª y que fue finalista del Pulitzer en 2014. Pero el manual no dec¨ªa nada que sirviera para resolver la situaci¨®n. No hab¨ªa ni plan A ni plan B para controlar un escenario como aquel. Nadie en la cadena de mando ten¨ªa la experiencia necesaria. Durante horas, ning¨²n responsable se atrev¨ªa a tomar decisiones. Mientras, el combustible se iba derramando, vaciando el tanque interno del misil y multiplicando las opciones de que se derrumbase sobre s¨ª mismo. Si eso suced¨ªa, Arkansas quedar¨ªa arrasada por una bomba con tres veces m¨¢s poder destructivo que todas las bombas usadas durante la Segunda Guerra Mundial por todos los bandos, incluidas las de Hiroshima y Nagasaki, seg¨²n explica Schlosser.
Esos d¨ªas, en Little Rock ¡ªa 80 kil¨®metros de Damascus¡ª se estaba celebrando la convenci¨®n dem¨®crata de Arkansas, comandada por el vicepresidente del pa¨ªs, Walter Mondale, y el gobernador del Estado, Bill Clinton. Los dem¨®cratas fueron informados del incidente, pero con reservas: el militar al cargo respondi¨® a Mondale con un "ni confirmo ni desmiento" cuando el vicepresidente le preguntaba por la presencia de una cabeza nuclear en el lugar del incidente. La pel¨ªcula, en la que participan todos los protagonistas vivos de la historia, dispone este episodio como ejemplo del secretismo con el que el Pent¨¢gono trataba estos asuntos en la Guerra Fr¨ªa.
La escalada armament¨ªstica provoc¨® la fabricaci¨®n masiva de bombas at¨®micas, lo que multiplic¨® exponencialmente la probabilidad de un incidente como este o como el de Palomares (Almer¨ªa), citado fugazmente en el documental. "Con 50 o 200 de estas bombas se pod¨ªa aniquilar a la URSS", asegura Schlosser, "y a mediados de la d¨¦cada de 1960 ten¨ªamos 32.000". El secretario de Defensa en aquel momento, Harold Brown, reconoce en la cinta que con semejante arsenal ten¨ªan incidentes todos los d¨ªas: "No nos preocupamos lo suficiente", admite.
El subt¨ªtulo del libro de Schlosser habla de una "ilusi¨®n de seguridad" desmentida por la realidad: aunque los estadounidenses no eran conscientes, EE UU vivi¨® miles de accidentes como el de Damascus o el de Palomares, en los que se ve¨ªa comprometida la integridad del armamento at¨®mico. Brown cuenta que manten¨ªan activos los mastod¨®nticos y anticuados Titan II en el arsenal como estrategia de negociaci¨®n, para poder canjearlos por unos cuantos misiles sovi¨¦ticos. En 1982, Reagan orden¨® retirarlos.
El secretario de Defensa, Harold Brown, reconoce en la cinta que ten¨ªan incidentes todos los d¨ªas: "No nos preocupamos lo suficiente"
Finalmente, el caos desatado en el silo por la falta de una respuesta adecuada caus¨® una formidable explosi¨®n que muchos creyeron que ser¨ªa la de la cabeza nuclear. Los fluidos liberados provocaron que reventara el silo, matando a uno de los j¨®venes soldados, y lanzando hacia el exterior la ojiva, que tardar¨ªa en ser recuperada. El Pent¨¢gono neg¨® que hubiera riesgo de detonaci¨®n, pero los propios responsables del dise?o de la bomba se muestran seguros de que pudo explotar.
El Pent¨¢gono tambi¨¦n dijo que el evento que provoc¨® el accidente fue uno entre un mill¨®n; sin embargo, durante el rodaje en una r¨¦plica del Titan II, dejaron caer doce veces la herramienta que se le escap¨® al operario y en seis ocasiones golpe¨® el misil. "Si el sistema funciona, un hombre dejando caer una herramienta no manda una cabeza nuclear al campo", escuchamos en el documental. M¨¢s all¨¢ del episodio concreto, el filme dirigido por Robert Kenner funciona como advertencia, ahora que Trump tiene en su mano el bot¨®n nuclear para un arsenal con casi 2.000 cabezas at¨®micas desplegadas. Hace un a?o, tras pelear por la infomaci¨®n durante muchos meses, la Fuerza A¨¦rea reconoci¨® a Associated Press que otro percance en un silo hab¨ªa causado da?os cuantiosos en un misil at¨®mico en 2014, neg¨¢ndose a facilitar m¨¢s detalles.
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