Un crecimiento con rostro humano
Es necesario un sistema fiscal que financie el Estado del bienestar y reduzca la brecha social
El pasado noviembre expuse en estas p¨¢ginas mis dudas sobre la gesti¨®n econ¨®mica del Gobierno anterior y sostuve que hab¨ªa mucho que cambiar. El deterioro de las clases medias y los aumentos de desigualdad, pobreza y precariedad laboral, derivados principalmente del recorte de gastos y de la reducci¨®n salarial, habr¨ªan impedido la participaci¨®n generalizada de la poblaci¨®n en los beneficios del crecimiento.
El nuevo Gobierno, forzado por la amenaza populista y por su minor¨ªa parlamentaria, parece modificar algunas posturas. As¨ª podr¨ªan interpretarse ciertas afirmaciones del Ministro de Econom¨ªa sobre Espa?a y Europa en declaraciones a este peri¨®dico: ¡°La desigualdad es lacerante y resurgen populismos¡ Los riesgos pol¨ªticos hacen necesario un cambio de pol¨ªtica econ¨®mica¡ La pol¨ªtica fiscal debe jugar un papel (m¨¢s expansivo) tras el ajuste¡±.? Y, en la misma l¨ªnea, dos decisiones del Gobierno: subir impuestos para disminuir el d¨¦ficit tras a?os de hacerlo recortando gastos y aumentar el salario m¨ªnimo despu¨¦s de mucho tiempo reduciendo salarios para competir. ?Una nueva pol¨ªtica econ¨®mica? Dudoso.
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Porque no habr¨¢ cambio significativo mientras se siga identificando el ¨¦xito econ¨®mico con el ritmo de crecimiento del PIB y la creaci¨®n de empleo precario. Los organismos internacionales utilizan un criterio m¨¢s relevante para medir la prosperidad socio-econ¨®mica de los ciudadanos: el crecimiento inclusivo. Un concepto que integra el crecimiento del PIB con un ¨ªndice de progreso social compuesto por m¨²ltiples indicadores, entre los que destacan la igualdad de oportunidades y la participaci¨®n de todos en el crecimiento. Un crecimiento con rostro humano, no una cifra indiscriminada.
De haberse aplicado este criterio no hubieran surgido en nuestras sociedades amplias mayor¨ªas insatisfechas, expuestas, adem¨¢s, a ser deslumbradas por los Trump de turno con el se?uelo de los populismos o las radicalizaciones de diverso signo. No podemos continuar as¨ª, hemos de generalizar los beneficios del crecimiento y reducir la brecha social. En el caso espa?ol y para afrontar las principales causas que nos alejan del crecimiento inclusivo (recortes de gastos y reducci¨®n salarial), quisiera proponer dos medidas de hondo calado: una reforma fiscal que fortalezca el Estado de bienestar (educaci¨®n, sanidad, pensiones y dependencia) y una competitividad basada en aumentos de productividad, no en disminuciones de salarios.
?Por qu¨¦ una reforma fiscal? Evidentemente, hemos de reducir nuestro d¨¦ficit p¨²blico, el segundo mayor de Europa. Pero no recortando gastos sociales e inversi¨®n, porque crean desigualdades y reducen productividad. Es, adem¨¢s, un mito creer que nuestro gasto p¨²blico sea excesivo: gastamos menos que la media europea con una cartera similar de servicios. Aunque todav¨ªa existe margen para recortar algunos gastos, estimo prioritario mejorar su eficiencia con reformas, como, por ejemplo, una reestructuraci¨®n integral del gasto sanitario.
El problema de nuestro d¨¦ficit son los ingresos. Recaudamos poco pese a tener tipos nominales elevados
El problema de nuestro d¨¦ficit son los ingresos. Recaudamos poco pese a tener tipos nominales elevados: nuestros ingresos/PIB son cinco puntos inferiores a los europeos. Esta insuficiencia no obedece solo al fraude fiscal sino a nuestro sistema impositivo necesitado de una profunda reforma. Una reforma que reestructure todo el sistema tributario, que incluya la financiaci¨®n de la Seguridad Social y de las autonom¨ªas, que incorpore aportaciones de los principales grupos parlamentarios y que cumpla los requisitos de suficiencia, eficiencia y equidad.
Suficiencia para financiar un Estado de bienestar pleno, con fondos tambi¨¦n para la dependencia y recursos impositivos para complementar la financiaci¨®n de las pensiones y mantener su poder adquisitivo. Esto exige, sin duda, luchar eficazmente contra la econom¨ªa sumergida y el fraude fiscal (alrededor de 80.000 millones de euros) no precisamente mediante amnist¨ªas fiscales, sino dotando a la Agencia Tributaria de los recursos humanos necesarios (unas 20.000 personas m¨¢s para equipararnos a Europa) y persiguiendo los grandes nichos de fraude.
Eficiencia basada en la simplicidad, la neutralidad y en reducir las distorsiones impositivas sobre actividad y empleo, as¨ª como en disminuir los beneficios fiscales. Equidad que, partiendo de la persecuci¨®n del fraude, dise?e un IRPF m¨¢s progresivo, equipare tributaciones de trabajo y capital, grave los beneficios reales de las grandes corporaciones e incluya alguna imposici¨®n a las grandes fortunas. En definitiva, un sistema fiscal que financie el Estado del bienestar, no desincentive actividad y empleo e incorpore mayor progresividad.
?Por qu¨¦ competir en productividad? Porque los crecimientos de productividad absorben los aumentos salariales sin trasladarlos a precios ni reducir beneficios, mejorando competencia, crecimiento y empleo. El problema es que como las medidas para aumentar productividad producen efectos a largo plazo, no son prioritarias para nuestros gobernantes cuyo horizonte temporal no suele rebasar las elecciones siguientes. En consecuencia, tenemos en Espa?a una productividad del total de factores (capital f¨ªsico y humano) en continuo descenso y una productividad del factor trabajo que crece hist¨®ricamente en torno a la mitad que en Europa y un tercio que en EE UU. Por eso hemos competido reduciendo salarios.
Hemos de reducir nuestro d¨¦ficit p¨²blico, pero no recortando gastos sociales e inversi¨®n, porque crean desigualdades y reducen productividad
?C¨®mo se aumenta la productividad? En primer lugar, mejorando el capital humano, es decir, el proceso global de educaci¨®n. Es un clamor ensordecedor del pa¨ªs la demanda de un gran pacto para reformar nuestro sistema educativo. Una reforma que debe afectar a todo el sistema, ser consensuada por los grandes partidos, concebida para durar y estudiada por un equipo interdisciplinar competente con predominio de expertos de la comunidad educativa.
En cuanto a los diferentes sectores de la educaci¨®n, estimo prioritarias las reformas tanto de la ense?anza primaria para alcanzar una gran calidad como de la formaci¨®n profesional que eleve significativamente su nivel y prestigie sus titulaciones. Convendr¨ªa, tambi¨¦n, crear un modelo de pocas y eficientes universidades, aut¨®nomas, competitivas y con igualdad de oportunidades; realizar una formaci¨®n continua empresarial impartida por profesionales cualificados e impulsar pol¨ªticas de formaci¨®n para crear empleo. Aunque sus efectos ser¨¢n a largo plazo, la reforma favorecer¨¢ expectativas e impulsar¨¢ inversiones a corto.
Soslayar¨¦ el segundo factor para aumentar la productividad, el incremento de capital f¨ªsico, cuya evidencia no creo necesario explicar. S¨ª estimo importante destacar algunas propuestas sobre los factores tecnol¨®gicos e institucionales, especialmente relevantes para la productividad como subraya BBVA Research. Primero, intensificar la afluencia de recursos empresariales y presupuestarios a I+D+i y aplicarlos de forma eficiente. Segundo, aumentar nuestro tama?o medio empresarial ¨ªntimamente ligado a la productividad. Seg¨²n Rafael Dom¨¦nech, del BBVA, alrededor del 75% de las diferencias de productividad con Alemania se explican por el bajo tama?o de las empresas espa?olas. Finalmente, mejorar aspectos que no exigen recursos, como unificar el mercado nacional, atajar la corrupci¨®n de las instituciones p¨²blicas y mejorar su funcionamiento, regular mejor los mercados para propiciar un mayor tama?o empresarial y acrecentar la colaboraci¨®n tecnol¨®gica p¨²blico-privada.
Ciertamente hay mucho que cambiar y existen alternativas: avanzar hacia una econom¨ªa de crecimiento inclusivo que no compita en salarios sino en productividad y reforme su fiscalidad para financiar el Estado de bienestar.
Agust¨ªn del Valle es profesor de Econom¨ªa y director del Observatorio Econ¨®mico en EOI Escuela de Negocios.
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