El inventor del Foro de Davos
Klaus Schwab es uno de los hombres m¨¢s influyentes del planeta. En 1971 tuvo la idea de reunir en una remota monta?a suiza a los que mueven los hilos del poder. Un encuentro que se ha convertido en la cumbre de la ¨¦lite global.
Pocas personas en el mundo disponen de una red de contactos como la suya. Se codea con l¨ªderes econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales de los cinco continentes, y entre sus amistades est¨¢n el expresidente estadounidense Bill Clinton; el due?o de Ali Baba, el gigante chino de comercio electr¨®nico, Jack Ma; los creadores de Google¡ Klaus Schwab re¨²ne cada a?o en una estaci¨®n de monta?a suiza a lo m¨¢s granado de la ¨¦lite global. Este economista alem¨¢n, nacido en Ravensburg en 1938, es el fundador del Foro Econ¨®mico Mundial de Davos, cuya sede principal es un antiguo hospital para tubercu?losos ¨Cescenario de la novela de Thomas Mann La monta?a m¨¢gica¨C y donde ahora empresarios, pol¨ªticos y l¨ªderes de opini¨®n discuten los problemas m¨¢s acuciantes del planeta.
Klaus Schwab imparti¨® durante 30 a?os la clase de pol¨ªtica de negocios en la Universidad de Ginebra. Y cada verano, al terminar el curso acad¨¦mico, preparaba una fiesta para sus alumnos con el objetivo de compartir reflexiones y an¨¦cdotas alrededor de un fuego en el que se asaban salchichas. El profesor aprovechaba la hoguera para quemar todos los papeles y apuntes del a?o que llegaba a su fin. Era su manera de destruir lo viejo, para, desde las cenizas, volver a comenzar de nuevo.
Schwab nunca ha dejado de rodearse de j¨®venes, convencido de que son ellos los que ense?an a los mayores. Una de sus ¨²ltimas iniciativas ha sido la creaci¨®n, dentro del Foro Econ¨®mico Mundial, de un grupo de j¨®venes talentos, los llamados global shapers. ¡°Cada vez que viajo, no dejo de reunirme con ellos, es muy refrescante¡±, explica. Reinventarse y adaptarse han sido dos constantes en la vida de Schwab, que ha tenido entre sus principales mentores al excanciller alem¨¢n Helmut Kohl. Doctorado en Econom¨ªa por la Universidad de Friburgo y en Ingenier¨ªa por el Instituto Federal Suizo de Tecnolog¨ªa, ampli¨® estudios en Administraci¨®n P¨²blica en Harvard.
En una c¨¢lida tarde de comienzos de oto?o, en Ginebra reina un cielo profundamente azul, y Schwab conversa transmitiendo el entusiasmo y la frescura de un joven emprendedor. Su despacho, en un edificio de alta seguridad del barrio residencial de Cologny, est¨¢ iluminado por grandes ventanales con vistas al apacible lago Lem¨¢n. El profesor acaba de publicar su libro La cuarta revoluci¨®n ?industrial (Random House), en el que sostiene que con la expansi¨®n del mundo digital asistimos a una transformaci¨®n sin precedentes en la historia de la humanidad. Una aut¨¦ntica revoluci¨®n que ¡°tiene el potencial de aumentar los ingresos globales y mejorar la calidad de vida en el mundo¡±, afirma Schwab, gracias a una mayor eficiencia, m¨¢s productividad y un abaratamiento del transporte y las comunicaciones. Pero que plantea tambi¨¦n problemas como el aumento de la desigualdad por la robotizaci¨®n del trabajo.
Otro libro suyo ¨Cel primero que public¨®, en 1971¨C, Gesti¨®n de la empresa moderna en la ingenier¨ªa mec¨¢nica, est¨¢ en el origen de la iniciativa que le dar¨ªa proyecci¨®n mundial. Aquel texto le abri¨® grandes puertas en lo acad¨¦mico y lo social porque le convirti¨® en un invitado de ¨¦lite de destacados empresarios y pol¨ªticos que deseaban escucharle. ¡°Quer¨ªan hablar conmigo, conocer mi punto de vista¡±, recuerda Schwab. Tras el ¨¦xito de aquel libro, y con la idea de ir m¨¢s all¨¢ de la academia, el profesor se pregunt¨®: ?por qu¨¦ no crear una ?plataforma donde se reunieran pol¨ªticos con gente del mundo de los negocios? Una pregunta que r¨¢pidamente plant¨® la semilla en las g¨¦lidas monta?as de Davos para comenzar la primera cita con 444 participantes, en principio, de ¨¢mbito ¨²nicamente europeo. En la fundaci¨®n, desarrollo y consolidaci¨®n de la iniciativa tuvo ¨Cy tiene¨C un papel de primer orden su esposa, Hilde, a la que conoci¨® cuando entr¨® a trabajar con ¨¦l como secretaria. Juntos crearon tambi¨¦n en 1989 la Fundaci¨®n Schwab para el Emprendimiento Social, organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro con sede en la misma Ginebra.
Aquel primer foro que ech¨® a andar en 1971 es hoy una de las grandes citas mundiales de cada a?o. M¨¢s de 2.500 participantes se re¨²nen en la peque?a y nevada localidad de monta?a, a 1.560 metros de altitud. Entre ellos, jefes de Estado, banqueros, consejeros delegados, magnates tecnol¨®gicos, artistas, gur¨²s de autoayuda, modelos, celebrities ¨CBono, el cantante de U2, o el actor Leonardo DiCaprio son algunos de los asiduos¨C y hasta alg¨²n que otro arzobispo enganchado a las nuevas tendencias globales. Las cuotas de inscripci¨®n son astron¨®micas: pueden llegar hasta 17.000 euros. En un pueblo que engrosa sus arcas durante los d¨ªas del evento, la noche de hotel sale f¨¢cilmente por 500 euros. Si se trata de un tradicional chalet suizo de monta?a, la cifra se eleva a unos 140.000 euros por semana. As¨ª que no es ninguna sorpresa que algunas empresas gasten millones en la reuni¨®n anual de Davos.
El argumento de la pr¨®xima edici¨®n del Foro Econ¨®mico Mundial ser¨¢ Liderazgo sensible y responsable, tras haberse ocupado en la anterior de La cuarta revoluci¨®n industrial, uno de los asuntos que m¨¢s ocupan ahora a Schwab. Adem¨¢s de su libro de reciente publicaci¨®n, el pasado octubre abri¨® una oficina del Foro dedicada espec¨ªficamente a esa cuesti¨®n en San Francisco, en pleno centro tecnol¨®gico del planeta. El profesor alem¨¢n describe as¨ª la audacia de las compa?¨ªas de Silicon Valley: ¡°All¨ª, todo lo que no est¨¢ prohibido est¨¢ permitido. En Europa, sin embargo, todo lo que no est¨¢ expl¨ªcitamente permitido es prohibido¡±. Su Foro tiene tambi¨¦n otra oficina en Nueva York, dedicada a estudiar la regulaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas. Schwab pone el uso de drones como ejemplo de uno de los asuntos que requieren una normativa para evitar abusos. ¡°Y ya que nosotros no creamos drones, al menos podemos colaborar con los Gobiernos en establecer algunos principios regulatorios¡±, subraya.
Este es uno de los temas candentes de los que se ocupa en su ¨²ltimo libro el profesor alem¨¢n. Frente a la revoluci¨®n tecnol¨®gica, ¡°los Gobiernos no son capaces de regular ni de crear estructuras¡±, apunta. ¡°Y as¨ª la gente cree que la tecnolog¨ªa se escapa del control; por ejemplo, el big data o el conflicto entre Apple y el FBI¡±, se?ala en referencia a la negativa de la compa?¨ªa tecnol¨®gica a atender un requerimiento del Gobierno estado?unidense para desbloquear el iphone de un terrorista que el pasado febrero mat¨® a 17 personas en la ciudad californiana de San Bernardino.
Otro de los grandes problemas de futuro que barrunta Schwab es la destrucci¨®n de puestos de trabajo que provocar¨¢n los enormes avances de la rob¨®tica. Pone el ejemplo de que en Estados Unidos hay 12 millones de personas que trabajan conduciendo taxis, coches de Uber o camiones, empleos que pueden desaparecer en cuanto se perfeccionen los veh¨ªculos autom¨¢ticos. ¡°Aunque la tecnolog¨ªa tambi¨¦n crear¨¢ nuevos puestos de trabajo¡±, se apresura a matizar, al favorecer la apertura de nuevos sectores y mercados y el crecimiento econ¨®mico.
El fundador del Foro de Davos constata adem¨¢s que esta cuarta revoluci¨®n industrial est¨¢ transformando la seguridad. Los grandes fraudes se perpetran en la Red. Empresas, Gobiernos e instituciones deben hacer frente a ataques cibern¨¦ticos cada vez m¨¢s masivos.
Schwab es un hombre disciplinado. Se levanta a las seis de la ma?ana para nadar antes de mirar las noticias, desayunar con su esposa y caminar cinco minutos hasta su oficina. El Foro que ha creado es uno de los grandes eventos sociales del mundo, pero ¨¦l curiosamente asegura que no le gusta nada la vida social. ¡°Nunca me ver¨¢s en fiestas ni en c¨®cteles¡±, afirma. Aunque deje advertir algunas preocupaciones por el futuro, a sus 78 a?os Schwab sigue derrochando optimismo. Y no abandona el apostolado de las ideas que le han convertido en una figura mundial: ¡°La creatividad, la empat¨ªa y el liderazgo podr¨¢n elevar a la humanidad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.